Evo Morales: con seppuku y sin boleta


El seppuku (en japonés “cortar el vientre”) —también conocido como harakiri— es una forma de suicidio mediante desentrañamiento, usual en el bushidō —el código de honor de los samurais— y fue utilizado voluntariamente desde el siglo xii para morir (sin vergüenza) en lugar de caer en manos de sus enemigos: frente a sus seguidores, el que se victimaría se hundía una hoja corta (tantō) en el vientre, abriéndolo de izquierda a derecha; seguido a ello, destripado ya, extendía el cuello para que un asistente lo decapitara, cortando la médula espinal.

Aunque, después, quienes cometerían seppuku no sólo fueron hombres con honor sino con miedo.



Evo Morales Ayma y sus hordas (violentas “huestes”) desde enero de 2024 hasta recientemente han realizado tres bloqueos de carreteras cuya estrategia principal era lograr su re5postulación (en 2005, 2009, 20014, 2019 —la del 21F y el fraude— y el infructuoso intento de ésta): El primer bloqueo evista (2024) duró 16 días utilizando al Pacto de Unidad evista; el segundo bloqueo de carreteras fue en octubre de 2024 y se extendió por 23 días; el tercero, en junio de este año, duró 14 días y conllevó el asesinato de seis personas por disparos de francotiradores evistas: cuatro policías (dos, al menos, fueron torturados sañudamente), un campesino y un estudiante de secundaria.

Si todas estas acciones provocaron caos y angustia a la población por no poder desplazarse ni vender o comprar alimentos y otros productos ni, tampoco, ser atendidos en su salud, ésta de junio 2025 (con la de 2000 cuando fueron torturados y asesinados los esposos Andrade y dos militares erradicadores de coca) ha sido la más violenta desde 1994 que empezaron los bloqueos dirigidos por Morales Ayma. Y, al margen de que las tres han fracasado en su propósito final —la re5postulación—, las tres han logrado un inesperado resultado: la creciente desafección ciudadana por el exJefazo y ésta, además, produjo el mutuo estrechamiento solidario entre pobladores, policías y militares en Llallagua, bastión que fuera de las luchas mineras contra las dictaduras militares: Evo logró el milagro de unir al pueblo civil con “el pueblo uniformado”, como él mismo —como todos los sociatas 21— lo llamaba.

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Evo, cada vez más aislado, con este bloqueo se hizo el seppuku, el harakiri frente al conjunto de la población. Cobarde como todo matón cobarde —basta recordar 2019, él huyendo a México y luego a Argentina y una camada de sus incondicionales escondiéndose en la embajada mexicana—, en estas tres Evo se encerró en el reducto del Chapare, se rodeó de los cocaleros —productores de coca para cocaína— más fanáticos y mandó al resto como carne de cañón a bloquear y matar; “ésos” que mataron eran los mismos que él llamó —como todos sus conmilitones del socialismo 21— “el pueblo uniformado”. Pero para él, “pueblo” es sólo quien le adule y siga. Los demás, no valimos la pena. (Por eso me confunde que opinadores y políticos aún apuesten por dejar a Morales terciar: más allá de su inconstitucionalidad, hacerlo es una ofensa a la vergüenza nacional y al dolor de las víctimas y sus familias).

Como dijo Tsun Tzu: «Las tropas pueden conocer la huida, el relajamiento, el estancamiento, el hundimiento, el desorden y la derrota. Habitualmente, estos seis desastres no se deben al Cielo sino a los errores del general». Ya sabemos quién era “el general”. Y ya sólo le escribe Andrónico.

Hablemos del panorama electoral, la fotografía que nos trajo esta semana El Deber.

Si nos guiamos por la encuesta, la segunda vuelta (nadie alcanza el baremo electoral para ganar en primera) sería entre Doria Medina y Quiroga: Andrónico está muy lejos (casi el 8 % de diferencia) y ni el margen de error de +/- 2 % le da esperanzas (error que sí pone a los otros dos en el mismo nivel matemático) y el margen de indecisos es muy corto (incluso el de Votos en Blanco, que es donde aún a veces se pueden “pescar” no convencidos). Por lo pronto, Doria Medina “ganaría” —en la “fotografía” de El Deber— La Paz (con Andrónico cerca), Chuquisaca, Pando, Beni y Tarija y Quiroga Santa Cruz (con empate técnico), Cochabamba (pero no frente a Reyes Villa, que es el ganador), Oruro y Potosí. Lo que puede cambiar el panorama es la migración de votantes —lo que hagan o hayan dicho (como la defensa de los bloqueadores) o digan— y que candidatos “descartables” se bajen

Pero el quid está en la segunda vuelta.

Mantengamos las posibilidades de los tres: Doria Medina, Quiroga y Andrónico (acá hipotética) para fines descriptivos y hagamos una primera quiniela con Doria Medina (o Quiroga) versus Andrónico. Para Doria Medina (o Quiroga) se moverían Reyes Villa, Paz Pereira, Tapia (o Dunn) y el sin nombre (de LyP-ADN), quedando Fernández en el cachumbambé, y para Andrónico irían Copa y Del Castillo (ya dejamos indeciso a Jhonny); ganaría Doria Medina(o Quiroga) con el 62,26 % y Andrónico quedaría con el 17,79 (o el 20,35 % si le va Jhonny), y aunque no descarto el ganaría Doria Medina (o Quiroga), la alícuota de Andrónico sería un descalabro impresionante.

Realmente difícil sería augurar las “sumas” si los finalistas fueran Doria Medina y Quiroga. Me atrevería asignarle a Quiroga el apoyo (ya sabemos que los votos no se “mudan” automáticamente con el caudillo o líder) de Reyes Villa, Tapia (o Dunn) y de LyP-ADN, y para Doria Medina los de Paz Pereira. ¿Pero los del resto? Para Doria Medina posiblemente habría una migración de Andrónico (de los jóvenes urbanos) y quizás (sin anunciarlo) también de Copa y hasta de Del Castillo, aunque no podría certificarlo (quizás suceda como con Fernández: “por el mejor postor”…).

Difícil, muy difícil.

José Rafael Vilar

Fuente: eju.tv