Bolivia 2025: ¿la inteligencia artificial, aliada o verdugo de nuestra democracia?


 

Un futuro incierto se cierne sobre las próximas elecciones en Bolivia. El 2025 no será un año electoral cualquiera; será un punto de inflexión donde la ya frágil democracia boliviana se encontrará con la fuerza indomable de la Inteligencia Artificial. Esta convergencia no es una mera coincidencia, sino la génesis de una «tormenta perfecta» que podría arrastrar consigo los pilares de la legitimidad y la confianza ciudadana, o, si actuamos con astucia, convertirse en la oportunidad para edificar una democracia más resiliente y transparente.



El Telón de Fondo: Una Democracia en la Cuerda Floja

El panorama político boliviano para 2025 es, cuanto menos, complejo y polarizado. La exclusión política de figuras emblemáticas como Evo Morales y la fractura interna del Movimiento al Socialismo (MAS) han dejado una profunda grieta en el bloque oficialista. Por un lado, la base militante de Morales se siente excluida, mientras que el candidato del oficialismo, Eduardo del Castillo, lucha por ganar tracción. Esta división, como bien advierte Gabriela Montaño, ex presidenta del Senado, podría tener consecuencias nefastas, llevando la contienda electoral de las urnas a las calles, con el riesgo latente de protestas masivas y represión. Mientras que Andrónico Rodríguez también vinculado al MAS, no termina de constituirse en una opción firme.

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Por otro lado, la oposición tradicional, representada por líderes como Manfred Reyes Villa, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, no logra construir un discurso que resuene con las mayorías indígenas y campesinas del país. Su incapacidad para ofrecer soluciones estructurales más allá de capitalizar el descontento popular profundiza la percepción de una «derecha sustitutiva» que carece de un proyecto nacional inclusivo. En este caldo de cultivo, donde la desconfianza institucional es palpable y la polarización un mantra diario, la irrupción de la IA se convierte en un factor decisivo, capaz de inclinar la balanza hacia la manipulación o la transparencia.

La IA: Un Doble Filo para la Transparencia Electoral

No todo son sombras en el horizonte de la IA. Paradójicamente, esta tecnología ofrece herramientas potentes para fortalecer la transparencia y la integridad de nuestro proceso electoral, históricamente empañado por la opacidad y las dudas.

Imaginemos un escenario donde la IA actúe como un ojo vigilante e infalible. Algoritmos avanzados, similares a los utilizados en iniciativas como Cuidemos el Voto 2025, podrían escanear y analizar miles de actas electorales en cuestión de segundos, detectando patrones sospechosos e irregularidades que a simple vista serían imperceptibles. Esto no solo agilizaría el proceso de conteo, sino que infundiría una capa de confianza muy necesaria.

Además, en un país tan diverso lingüísticamente como Bolivia, con 36 lenguas originarias, la IA puede derribar barreras de comunicación. La traducción automática de propuestas políticas a idiomas como el quechua y el aymara, o la creación de interfaces accesibles para personas con discapacidad, garantizaría que ningún ciudadano quede al margen del debate democrático por motivos de idioma o capacidad. Proyectos ciudadanos que combinan la IA y el blockchain, como la visión de Cuidemos el Voto 2025 de reclutar miles de voluntarios para auditar mesas, son la prueba de que la tecnología puede empoderar a la ciudadanía y asegurar la integridad de cada sufragio.

La Sombra de la Manipulación: Deepfakes y Granja de Bots

«Deepfakes» y «Granjas de Bots», se refieren a técnicas de manipulación digital que, a menudo, se utilizan para difundir desinformación y polarización, especialmente en entornos electorales.

Aquí una breve explicación de cada uno:

  • Deepfakes (Ultra falsos): Son imágenes, videos o audios que han sido alterados o generados utilizando inteligencia artificial (IA), en particular una rama llamada «aprendizaje profundo» (deep learning). El objetivo es hacer que parezcan completamente reales, imitando la apariencia y la voz de una persona, o creando situaciones que nunca ocurrieron. Pueden ser tan convincentes que resultan muy difíciles de distinguir de la realidad para el ojo humano e incluso para algunos sistemas de detección. Se usan para suplantar identidades, difundir noticias falsas o desacreditar a figuras públicas.
  • Granjas de Bots: Se refieren a redes de cuentas falsas o automatizadas (bots) en redes sociales u otras plataformas digitales. Estas cuentas son controladas por una o pocas personas, y su objetivo principal es amplificar mensajes específicos, difundir información (a menudo falsa o sesgada), influir en tendencias, generar «likes» o «shares» masivamente, y crear una percepción artificial de apoyo o rechazo hacia una idea, persona o campaña. Funcionan de manera coordinada para simular una gran cantidad de interacciones y así manipular la opinión pública.

Sin embargo, el lado oscuro de la IA es igual de potente y, en un contexto de vulnerabilidad como el boliviano, potencialmente devastador. La proliferación de deepfakes, videos y audios hiperrealistas generados por IA, ya es una realidad alarmante en Bolivia. Hemos visto cómo estas falsificaciones, que presentan a figuras públicas como Evo Morales y Luis Arce diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron, se viralizan sin control en redes sociales, especialmente en áreas rurales donde la verificación de información es limitada.

A esto se suman las granjas de bots, redes automatizadas que, según informes del PNUD, replican patrones ya vistos en la región, amplificando narrativas falsas y desacreditando a opositores. En México, estos bots se usaron para atacar candidatas; en Colombia, para promover ataques racistas. En Bolivia, pueden ser el arma perfecta para exacerbar la polarización, difundir mentiras a gran escala y crear un ambiente de confusión y desconfianza.

Los sesgos algorítmicos de las plataformas de redes sociales complican aún más el panorama. Al priorizar el contenido que refuerza las creencias existentes de los usuarios, los algoritmos crean «cámaras de eco» que aíslan a los votantes de perspectivas diversas, profundizando la división ideológica. Un estudio de Cambridge demostró cómo esto exacerbó la polarización en Ecuador, y no hay razón para creer que Bolivia sea inmune a un fenómeno similar.

Encuestas Cuestionadas y Vacíos Legales: La IA en Terreno Fértil

La credibilidad de las encuestas en Bolivia siempre ha sido un punto de controversia, a menudo percibidas como herramientas políticas antes que instrumentos de medición imparcial. La IA, sin una regulación adecuada, podría agravar este problema, generando resultados sesgados que influyan artificialmente en la percepción pública y manipulen la intención de voto.

El fraude electoral de 2019, aunque no implicó directamente a la IA, expuso vulnerabilidades sistémicas que la tecnología actual podría explotar: la manipulación de conteos y la supresión de información en tiempo real. La ausencia de un marco normativo claro para el uso de la IA en elecciones en Bolivia es un llamado de atención urgente. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) carece de la capacidad técnica para auditar algoritmos o detectar deepfakes, dejándonos a merced de una tecnología que avanza a pasos agigantados. La alfabetización digital insuficiente entre la ciudadanía agrava este vacío, haciendo que la población sea más susceptible a la desinformación.

El Camino Hacia una Democracia Reforzada por la IA

La ventana para actuar se está cerrando, pero aún hay tiempo para transformar esta «tormenta perfecta» en una oportunidad. La gobernanza de la IA en el ámbito electoral no es una opción, es una necesidad existencial para nuestra democracia.

Las propuestas son claras y urgentes:

  • Marco Legal Robusto: Bolivia necesita un marco normativo que regule la creación y difusión de contenido generado por IA, con sanciones claras y severas para la desinformación electoral.
  • Auditorías Independientes: Los algoritmos utilizados por el TSE y otras entidades deben ser sometidos a auditorías rigurosas por expertos internacionales e independientes para garantizar su imparcialidad y prevenir sesgos.
  • Monitoreo Activo en Redes Sociales: Desarrollar o adoptar herramientas, similares a las utilizadas en Brasil, para detectar y contrarrestar campañas coordinadas de desinformación, identificando granjas de bots y cuentas falsas.
  • Educación Ciudadana Masiva: Implementar campañas de alfabetización digital a gran escala, siguiendo modelos exitosos de la UNESCO y la CNCDE. Esto empoderará a los ciudadanos para identificar y resistir la desinformación.
  • Transparencia en Encuestas: Exigir metodologías abiertas y financiamiento transparente para todas las encuestas de opinión pública, devolviendo la credibilidad a un instrumento vital para la democracia.

Las elecciones de 2025 serán, sin duda, un campo de batalla tecnológico. Bolivia se encuentra en una encrucijada crítica. Tenemos la opción de permitir que la IA profundice la crisis de desinformación y polarización, socavando aún más nuestra democracia, o podemos tomar las riendas de esta poderosa herramienta y utilizarla para fortalecer la transparencia, la inclusión y la legitimidad electoral. Como bien advierte el Secretario General de la ONU, «la IA sin gobernanza es una amenaza existencial para la democracia». La decisión es nuestra, y el tiempo apremia.

 

Ramiro Sánchez Morales