Hernán Cabrera M.
En varias encuestas electorales la oposición no logra alcanzar el 20%. de la preferencia de los votantes. Esto tiene varias causas, pero hay una fundamental, que ni un analista, experto, periodista o asesor de los candidatos lo ha identificado o no quiere hacerlo: La oposición representada por cinco fuerzas políticas desconoce los cambios históricos que se han desarrollado en los últimos 18 años de nuestro país.
Desconoce que hay sectores empoderados en sus derechos humanos, que si bien han estado postergado y discriminado por siglos, pues con el gobierno del MAS se han adueñado de una identidad política propia y de conquistas que nadie se los podrá arrebatar. Desconoce que hay una Bolivia tierra adentro, profunda a cuyos sujetos no se lo podrá extraer fácilmente el chip de lo que fueron protagonistas estos últimos años.
El MAS desde el 2006 construyó una identidad política la misma que está arraigada profundamente en las entrañas de sectores, individuos y colectivos sociales.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
En estos últimos 18 años se han registrado cambios importantes en la sociedad, en la política, en la educación, en el campo jurídico-constitucional. Con luces y sombras, con errores y delitos, con contradicciones y aciertos.
La estrategia política del MAS desde que asumió el poder se basó, entre otros elementos en: la victimización permanente de que ellos son los discriminados y sufren el odio racial.
«El indio pobre no lo quieren», esta muletilla le dio resultados a los que ejercieron el poder político ya sea desde el gobierno o desde sus instancias cooptadas, y por consiguiente el empoderamiento de los derechos sociales y políticos de este gran conglomerado de sectores sociales, que ahora se sienten protagonistas imprescindibles de la historia: exigen sus derechos, alzan sus voces, quieren un trato de igual a igual. Fueron parte del ejercicio del poder y no están dispuestos a retroceder.
Estos sectores tienen claro el panorama para que nadie se les arrebate nada y quieren tener a su gente al frente, en algún cargo político, en alguna candidatura.
Hay una fuerte identificación discursiva que es asumida en los Ayreyu, Quispe, Mamani, Bailaba, Choque, Parabá, Chuvé, Paranaibo, Shoroque, hombres y mujeres que están esparcidos en los llanos, en el altiplano, en los valles, en las serranías chaqueñas.
Esta realidad de tierra adentro no está en los planes de la oposición una vez más, la misma que ha concentrado sus campañas y sus candidaturas en lo urbano, en las clases medias, en las ciudades.
Si la oposición haya querido avanzar en el mismo terreno del empoderamiento de los sectores sociales, pues el camino era fácil: hablar su mismo idioma e insertarse en sus realidades. Incluso centrar estrategias o discursos contra el MAS o Evo Morales, así como lo están haciendo en sus campañas los opositores genera repulsión en los sectores empoderados políticamente. Se trata de ganar espacios en su propia cancha. No enfrentarse con ellos, ni desmerecer las transformaciones. Precisamente cuando el otro candidato dirige sus dardos contra quien les dio una esperanza con el llamado proceso de cambio, pues sienten que es su enemigo.
A este sector hay que dirigirse de forma clara, precisa y contundente. Ir a las entrañas de lo que significa la enorme e influyente dialéctica histórica de lo nacional-popular.
No se trata de solo visitar a las comunidades indígenas o campesinas o vestirse con sus atuendos originarios, ni bailar tinku, chacarera, sino de comprender sus valores culturales, religiosos, sus luchas sociales y políticas, sus creencias y llegar a ellos con ideas que amplíen esa cosmovisión y mejoren sus condiciones de vida: acceso a la salud y educación, viviendas, programas de cultivar la tierra, fuentes laborables. Pero sin violentar ese sentimiento de empoderamiento que tienen y que lo ejercen cada día.
Estos sectores discriminados y marginados han definido tener su identidad política, que los usan como escudo para afrontar estas elecciones, pero jugando un rol activo en el ejercicio de la política, espacios que no cederán un solo milímetro.
El Estado Plurinacional es una construcción histórica dialéctica en la que todos somos protagonistas, pero que la oposición en este proceso electoral está ninguneando a esos sectores sociales que afianzaron su identidad y sus conquistas históricas con los gobiernos del MAS, y no llegar a ellos ni reconocer estos cambios es una campaña de una derrota anunciada.