Bolivia tiene menor esperanza de vida


La alimentación juega un rol importante, pero en los últimos años, el consumo de comida “chatarra” aumentó.

Fuente: El Diario



Bolivia se encuentra en el puesto 153 de 163 naciones analizadas, con un promedio de vida de 68,91 años, dentro de los países clasificados por esperanza de vida, elaborado por “worldometers.info”. Pero está por encima de países africanos.

El ranking también muestra que las mujeres tienen un mayor promedio de vida de 71,51 años contra 66,42 de los hombres.

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En junio de 2024, el Gobierno aseguraba que la esperanza de vida de la población subió a 74 años, de 64 que registraba en 2005, de acuerdo con las declaraciones del presidente Luis Arce, en Rusia, y lo atribuyó a la aplicación de su Modelo Económico Social Comunitario Productivo.

Hábitos de consumo

Una de las causantes que señala el investigador y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Lucio Tito, para que la esperanza de vida sea menor a comparación de los países de la región, se debe a la alimentación.

“Nuestra canasta familiar en Bolivia, al 2024 respecto a consumo de alimentos agropecuarios por habitante boliviano, cada vez se va estrechando a menos productos. Actualmente llegan a 46 productos agropecuarios, pero en el 2000 alcanzaba a 76”, detalla el entrevistado.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) 2024, en los últimos 10 años, por ejemplo, el consumo de papa se elevó un 14% (de 104 a 113,5 kg/hab/año), este incremento está ligado a la comida rápida.

La cebolla de 7,1 a 9,2 unidades, lo que representa una elevación de consumo en un 23,49%, el tomate se elevó a 6,71 Kg/hab/año, la zanahoria a 6,1 unidades, 19.61%. Entre las carnes, el consumo de pollo se ha elevado en un 36,02% (de 32.6 a 44,26 kg/hab/año). Carne de res se elevó de 20,2 a 22,59 kg/hab/año, que representa un 13,98% y un incremento en el consumo de pescado, quinua, cañahua, camote, papaliza, yuca y racacha.

El experto en temas agropecuarios informa que Bolivia generará 21.575.211 toneladas de alimentos en la campaña agrícola 2024-2025, lo que es considerado año exitoso, pese a las adversidades climatológicas y problemas con temas del dólar e hidrocarburos.

Según el balance de los principales productos de la canasta familiar, tenemos autosuficiencia alimentaria teórica en la mayoría a excepción de harina (recurrente) y en algunos meses hay deficiencias en papa, cebolla, tomate y zanahoria (agosto a octubre), detalló.

“Pero es teórica ya que hay preferencias alimentarias por cada región del país (Amazonía, Llanos, Valles, Chaco, Altiplano) de acuerdo a sus hábitos de consumo. Así también por departamento donde La Paz es el más vulnerable a la inseguridad alimentaria”, apuntó.

En cultivo de arroz tendríamos un superávit (+) de 24.879 tn, de papa 33.652 tn, zanahoria 7.418, tomate 4.824 tn. En carne de pollo se tiene un superávit (+) de 5.484 tn, carne bovina 14.222 tn. Hasta la campaña 2022-2023 existía superávit de arroz, sin embargo, la campaña 2024 no logró cubrir la demanda nacional, por diversos factores, explicó.

Según los resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda de diciembre de 2012, la proyectada al 2023 se estimaba más de 12 millones de habitantes, aunque la cifra oficial alcanzó a más de 11 millones. Para Tito, la mayor parte de la población se concentra en el área urbana y por ende, hay mayor demanda de alimentos para su seguridad alimentaria.

Gran parte de la población del país está concentrada en las ciudades capitales y en los municipios del eje conformado por los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Inseguridad alimentaria

El experto plantea un posible escenario de inseguridad alimentaria por desesperación de familias bolivianas por conseguir alimentos básicos agropecuarios en las urbes y también en áreas rurales; posible especulación y ocultamiento por intermediarios y una elevación de precios.

A eso hay que sumar la posible especulación y ocultamiento de alimentos enlatados y de importación por intermediarios y una elevación de precios, aunque ya subió el valor de los productos importados por el alza del dólar paralelo.

También la inseguridad alimentaria se podría registrar por la falta de hábito de alimentos de alto valor proteínico de origen agropecuario, recolección y pesca, (quinua, cañahua, tarwi, amaranto, papaliza, isaño, yacon, carne de pescado, carne cute, castaña, asaí, majo y otros), puntualiza.

Regionalización

Plantea una regionalización de las zonas productivas para la producción de alimentos, así como para su transformación. “(…) nos permitirá establecer un sistema de producción, transformación, gestión de recursos; nos orientará a generar oportunidades para organizarnos, establecer ideas, planes, proyectos, participativamente y establecernos desafíos territoriales evidentes, que permitan la sostenibilidad de los sistemas alimentarios y, por ende, la seguridad alimentaria; pero debemos trabajar en la territorialización y establecer impactos en la seguridad alimentaria y causas hasta su nivel de raíz y desde ahí trabajar en puntos clave de apalancamiento que nos permita generar una estrategia real para afrontar la seguridad alimentaria”, reflexionó Tito.

Esa regionalización fortalecería las cadenas alimenticias (Cadenas de Valor), articulación con mercados para los productos provenientes de la agricultura familiar, optimización de la logística alimentaria, vinculación de mercados intra e interregionales, complementó.

Por ello, opina que se debe aprovechar mejor las normas vigentes referidas a políticas agropecuarias y diseñar una integral que ordene el escenario rural, así como centralizar territorialmente las investigaciones e información técnica (línea base productiva), también reconocer prácticas exitosas para su inmediata multiplicación a territorios con vocación similar.

Desafíos

El experto señala desafíos que debe superar el país para avanzar en seguridad alimentaria y mejorar la calidad de vida de la población, a través del consumo de alimentos sanos y orgánicos, además reducir la ingesta de comida chatarra.

Tito señala que se debe mejorar el área de la salud de la población urbana y rural, al investigar que consumen. Asimismo, sostiene que el consumo está influenciado por el valor económico bajo o ignorancia.

También menciona el manejo de la cadena de frío para el manipuleo de los alimentos, así como una adecuada logística alimentaria y un manejo adecuado y transformación de los alimentos perecibles.

Ordenar y controlar el rol de los intermediarios (comercializadores) por que actualmente es como si tuvieran carta libre para abusos; optimizar las compras estatales de productos provenientes de la agricultura familiar, planteó.

Destacar el rol y apoyar a los mayoristas a través de adecuadas normas que permitan el beneficio mutuo (Productor, Comerciante, Población); y también sugiere que se debe crear una comisión de alto nivel que trabaje exclusivamente en seguridad alimentaria y desarrollo rural intersectorial.

Por último, el especialista propone que se debe aplicar incentivos a consumidores para que puedan cambiar sus hábitos de consumo y cambiar la medicación de los parámetros de la seguridad alimentaria de consumo de calorías a consumo de vitaminas y proteínas.

Fuente: El Diario