El bicentenario no es solo una fecha en el calendario.
Ligia Portillo
Fuente: Red Uno
En cada esquina de Bolivia late un corazón distinto, pero todos palpitan al mismo ritmo cuando se habla de la patria. El bicentenario no es solo una fecha en el calendario; es un eco que viaja desde las montañas nevadas del occidente hasta los llanos verdes del oriente, uniendo voces, idiomas y costumbres en un mismo suspiro de historia y esperanza.
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En Potosí, Don Aurelio, minero de 63 años, mira el Cerro Rico y dice: “Dos siglos después, seguimos luchando como nuestros abuelos. La patria es trabajo, es tierra y es memoria”. En Beni, sobre una canoa que se desliza por el río Mamoré, Doña Carmen, mujer mojeña, sonríe: “Para nosotros la patria huele a agua y a selva. Celebrar es cuidar lo que tenemos para los hijos”.
En Santa Cruz, entre el bullicio de un mercado La Ramada, María Fernanda, joven vendedora ambulante, cuenta que el bicentenario es una oportunidad de unión: “Aquí nos juntamos todos: cambas, collas, chapacos. Bolivia es eso, mezclarse y seguir adelante”. Desde Tarija, el aroma del vino se mezcla con las voces de los estudiantes que cantan el himno. “La patria es alegría y futuro”, dice Emiliano, un niño de 10 años con la cara pintada de rojo, amarillo y verde.
En La Paz, el viento frío acaricia la tricolor mientras Juana Mamani, comerciante de pollera, afirma: “La patria es nuestra voz en aymara, nuestra lucha en las calles y nuestra fe en los hijos que vienen”. En Cochabamba, un anciano que vende chicharrón agrega con nostalgia: “El bicentenario es un abrazo entre el ayer y el mañana”.
En Oruro, los tambores de una morenada ensayan su propio homenaje, mientras que, en Chuquisaca, cuna de la independencia, las campanas de la Catedral repican como si despertaran a los próceres para ver la Bolivia que ayudaron a soñar. Y en Pando, el calor amazónico envuelve a los niños que izan la bandera frente a su escuela rural.
Nueve departamentos, nueve voces y una misma patria que celebra 200 años de historia. El bicentenario es un puente entre culturas, una canción tejida en muchas lenguas y una promesa que viaja de generación en generación: la de seguir construyendo juntos una Bolivia donde cada voz tenga un lugar y cada región sea parte del mismo corazón.