Como un homenaje al Bicentenario de Bolivia y a los proceres de la independencia, el presidente Luis Arce descubrió la noche de este lunes el monumento de la general Juan Azurduy de Padilla, emplazado en la plaza 25 de Mayo de la ciudad de Sucre.
Fuente: ABI
Fue forjada por el escultor Rolando Porcel. No solo se trata de “una escultura”, sino de un acto “profundamente político, histórico y moral, porque cuando una nación decide esculpir en piedra y bronce a sus verdaderos héroes y heroínas, está decidiendo también su rumbo y sobre todo su identidad”, explicó.
“Hoy, la memoria se transforma en presencia viva, en justicia que se materializa, en deuda que empieza a saldarse. Hoy, nos convoca aquí una mujer que desafía todos los mandatos de su época. Que, siendo madre, mestiza y patriota liderizó con coraje batallas por la independencia y perdiendo en el camino a su esposo y a sus hijos, pero jamás perdió la fe en la libertad del pueblo. Nos convoca Juana Zulduy de Padilla, la hija de estas hermosas tierras. La mujer de fuego, la hermana de la Pachamama, la heroína que nos pidió reconocimiento, pero cuya historia hoy exige ser contada con dignidad, verdad y orgullo”, expresó.
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Natural de Toroca, al norte de Potosí, Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1780. Contrajo nupcias con Manuel Ascencio Padilla en 1799 y tuvieron en total tres hijas y tres hijos.
La primera década del siglo XIX transcurrió cada vez más convulso, germinando un nuevo proceso de emancipación contra el dominio español. Azurduy, imbuida fuertemente en los valores de independencia y libertad —valores que su esposo Manuel Ascencio compartía—, inicialmente apoyó a su esposo para que participara en la revolución de Sucre (25 de mayo de 1809) y después en Cochabamba (14 de septiembre de 1810).
La victoria en estas revueltas permitió que los patriotas depusieran a las autoridades españolas e instauraran un gobierno revolucionario. La arremetida colonial no tardó en suceder y las consecuencias impactaron en la familia Padilla- Azurduy, por ejemplo, con el apresamiento de Juana y de sus cuatro hijos en 1811. Ante esto, por convicción propia, Juana toma la decisión de unirse activamente a la causa a partir de la republiqueta de La Laguna.
En 1813, el matrimonio se puso a las órdenes de Manuel Belgrano, nuevo jefe del Ejército del Norte enviado desde Buenos Aires, que fue quien le regaló su sable.
Azurduy perdió cuatro de sus cinco hijos en las guerras por la independencia.
Formó el batallón denominado “Los Leales”, que colaboró en el éxodo jujeño, transportando entre montañas la artillería en Vilcapugio y sufrieron en la primera línea la derrota de Ayohuma.
En 1814, el batallón logró un enorme triunfo en Tarvita, por lo que el general español Joaquín de la Pezuela ordenó la persecución y ejecución del matrimonio. Madre de cuatro hijos, Juana se refugió con ellos en el Valle de Segura, pero los cuatro murieron de malaria.
Luego de eso, Azurduy se entregó completamente a la vida militar, aunque entre combate y combate tuvo una hija.
En 1816, luego de la batalla de La Laguna, Manuel Padilla fue decapitado. Juana recuperó la cabeza de su marido, que era exhibida como símbolo de escarmiento a los rebeldes. Belgrano la asciende a teniente coronel y le reconocen el derecho al uso legal de la jerarquía, el uso de uniforme militar y el mando de tropas.
Antes de morir, vivió un tiempo en Salta. En 1825 el mariscal Antonio José de Sucre fue nombrado presidente vitalicio.Éste le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno del dictador José María Linares.
Juana murió un 25 de mayo de 1862, a los 81 años de edad, sin reconocimiento ni honores militares. El poder Ejecutivo argentino decretó su ascenso post mortem a general de la Nación en el año 2009.
Al evocar la lucha de Azurduy, Arce señaló que el Bicentenario de Bolivia es el tiempo de “memoria profunda, de reivindicación de las voces silenciadas, de reconocimiento a los pueblos originarios, a las mujeres que empuñaron la espada con dignidad y a quienes nunca buscaron honores, pero hoy merecen el mayor de nuestros respetos”.
“Juan Azurduy de Padilla es hoy símbolo de muchas luchas, la lucha de la libertad, por la igualdad, por la justicia social, por el derecho de las mujeres a ser protagonistas también de la historia. Ella representa el espíritu inclaudicable de los pueblos que no se someten, que resisten, que sueñan, que luchan y que vencen”, afirmó.
Expresó sus deseos de que el monumento inspire a niñas y jóvenes a soñar en grande, a luchar por sus derechos, a saberse parte de una historia que aún se está escribiendo, y afirmó que ésta “quedará como el legado del Bicentenario, con una señal clara de que Bolivia honra a sus verdaderos héroes, que no olvida a quienes la liberaron, y que camina hacia el futuro con los pies firmes en la tierra y en la historia”.
Mac/Jfcch/CC