El partido que protagonizó la política boliviana en las últimas dos décadas pasó de un histórico 64% a menos del 4% en la última elección.
Por María Silvia Trigo
Fuente: Infobae
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El partido hegemónico de Bolivia en las últimas dos décadas dejará el poder en noviembre, tras haber perdido en las últimas elecciones y obtenido una representación marginal en el Legislativo. El Movimiento Al Socialismo (MAS), con el que el ex presidente Evo Morales llegó a la Presidencia en 2005, implosionó con las disputas internas que cerraron un ciclo de desgaste iniciado diez años atrás.
El MAS fue la sigla con la que varios movimientos sociales, entre ellos los cocaleros, canalizaron su vida institucional en la década de los noventa. En su primera elección nacional como MAS-IPSP (Instrumento Por la Soberanía de los Pueblos), en el año 2002, Morales logró el segundo lugar con solo dos puntos porcentuales debajo del primer candidato y en 2005 alcanzó la victoria con mayoría absoluta: 53,7% de los bolivianos le dieron el voto.
A partir de entonces, el MAS se convirtió en un fenómeno electoral. En 2008 arrasó en un referendo revocatorio con el 67,4% de aprobación que precedió a la victoria de 2009 con el 64,2%. Ese año, se implementó la nueva Constitución Política del Estado que establecía solo dos mandatos consecutivos pero Morales logró postular a un tercer periodo con una maniobra que sacó de la cuenta a su primer mandato, considerándolo parte del viejo Estado. En 2014, sacó el 61,3%.
Esas victorias en las urnas tenían relación con la bonanza económica que atravesaba el país gracias a la industria de los hidrocarburos. Bolivia logró superávits fiscales, un crecimiento económico sostenido y se redujo significativamente la pobreza. A pesar de algunas críticas a sus primeros años de gestión sobre la forma en la que enfrentó a la oposición o un escándalo de corrupción vinculado a sobornos en un proyecto de inversión pública, el presidente y jefe del partido logró afirmarse en el Gobierno y disipar los desgastes tempranos de su imagen.
Si bien en las elecciones nacionales el MAS parecía imbatible, a nivel regional mostraba menos fuerza. Los mapas de votación a nivel municipal y departamental revelan votos cruzados: en lugares que apoyaban decididamente a Morales podían votar por un candidato a alcalde o gobernador de otro partido. Aún así, el MAS era el único frente con presencia territorial en todo el país.
La analista política Ana Velasco explica que el agotamiento con el partido inició en 2016 cuando se desconoció el resultado de un referendo popular que negó la ampliación de mandatos presidenciales. Fue la primera vez que Morales perdió en las urnas desde su llegada al poder con algo más de 135 mil votos de diferencia. Pese a ese rechazo, los seguidores de Morales forzaron una nueva candidatura a través de un fallo judicial que validó su postulación alegando que era un derecho humano.
Esa elección marcaría el fin de su Gobierno. Morales renunció 21 días después de la votación en medio de protestas ciudadanas y acusaciones de fraude electoral, a las que se sumaron un motín policial que precipitó su caída. Tras un año de Gobierno interino, el MAS retomó el poder en 2020 cuando el ex ministro de Economía, Luis Arce, ganó la Presidencia con el 55% de apoyo.
Las disputas tempranas entre el nuevo gobernante y su antiguo jefe terminaron por dinamitar el partido más numeroso del país, que quedó bajo control legal de los aliados de Arce.
Con más de un millón de militantes inscritos, en 2025 el MAS no llegó a obtener ni a 160 mil votos, que equivalen al 3,1% de la votación, y se salvó por décimas de perder la sigla. El candidato fue Eduardo Del Castillo, el ex ministro de Gobierno (Interior) de Arce y uno de los enemigos visibles de Morales tras el quiebre del MAS.
El frente también pasó de tener mayorías legislativas a lograr solo un diputado para el próximo quinquenio.
Pero la derrota no fue solo para el MAS como sigla política sino para la izquierda en general. Andrónico Rodríguez, un antiguo delfín de Morales que postuló a la Presidencia con otro frente político, obtuvo el 8,2% de los votos y una presencia marginal en el congreso.
El voto nulo, que había instruido Morales a sus militantes en las semanas previas a la votación como un acto de rechazo a su inhabilitación y el “robo” de la sigla, obtuvo cerca del 19%, una cifra alta -pero solo simbólica- si se compara con el promedio de votos anulados en comicios anteriores que rodeaba el 4%.
Para Velasco, a lo largo de estos 20 años hubo múltiples crisis y cosas que funcionaron mal en la gestión del Gobierno, pero la “gota que rebalsó el vaso” fue la crisis económica, marcada por el encarecimiento del costo de vida y la escasez de dólares y combustible. “Hay un agotamiento en la capacidad de gestión de la izquierda que ha posicionado a la derecha o centro derecha como una alternativa”, explicó la experta.
En la elección del domingo, Rodrigo Paz, un centrista crítico del MAS, y el ex presidente Jorge Quiroga, de tendencia liberal, obtuvieron la mayor cantidad de votos y disputarán el primer balotaje presidencial el 19 de octubre, lo que marcará el fin de la hegemonía del MAS y el inicio de un nuevo ciclo en la política boliviana.