«Hezbollah no es IRA»: el análisis de una experta sobre el desarme del grupo terrorista libanés


Kim Ghattas advierte que, aunque debilitado, la organización extremista sigue siendo clave para Irán y su desarme depende de un acuerdo regional que incluya a Israel y Teherán

 

El jefe del grupo terrorista

El jefe del grupo terrorista Hezbollah en Líbano, Naim Qassem, pronuncia un discurso televisado desde un lugar desconocido en esta captura de pantalla obtenida de un video difundido el 15 de agosto de 2025 (Reuters)



 

Fuente: infobae.com

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El que crea que Hezbollah va a capitular, reconocer la catástrofe que trajo sobre Líbano, entregar sus armas y desmovilizar a sus combatientes, está profundamente equivocado”, sostuvo Kim Ghattas en una columna para Financial Times, donde analizó la compleja situación de Líbano como campo de batalla de intereses entre Estados Unidos e Irán, y la imposibilidad de equiparar a Hizbollah con el IRA.

La autora, reconocida por su libro “Black Wave”, describió cómo la reciente visita de enviados estadounidenses e iraníes a Beirut, con mensajes y estilos opuestos, puso en evidencia la persistente condición de Líbano como territorio de disputa indirecta. “Bronceado, sonriente y con una corbata rosa, el diplomático estadounidense Tom Barrack llegó acompañado de su adjunta, Morgan Ortagus, vestida con un traje de falda de manga corta y larga melena cobriza. Su estribillo ha sido el mismo durante meses: Hezbollah debe desarmarse”, relató Ghattas. En contraste, “el sombrío Ali Larijani, jefe del Consejo de Seguridad Nacional de Irán, apareció pálido, barbudo, vestido con el uniforme revolucionario iraní: traje negro, camisa negra, sin corbata. Su mensaje fue igualmente tajante: las armas de Hezbollah no se tocan”.

La autora subrayó que la amenaza de violencia por parte de la organización terrorista no es una mera retórica. “Si alguien dudaba de su seriedad, el secretario general de Hezbollah, Naim Qassem, amenazó con violencia en un discurso que se resumía en: o conservamos nuestras armas o quemamos el país”, escribió Ghattas. Aunque consideró que Qassem podría estar “faroleando, presionando con demandas maximalistas para obtener el máximo beneficio”, advirtió que “los libaneses preferirían no averiguarlo por las malas”. En este contexto, describió un ambiente “lleno de peligro” mientras Líbano navega el “tira y afloja entre Teherán y Washington —y por extensión, Israel”.

Un niño sostiene una bandera

Un niño sostiene una bandera de Hezbollah en Saná, Yemen, el 8 de agosto de 2025 (Reuters)

La columnista cuestionó la euforia que se vivió en Washington, Israel y otros lugares tras el asesinato del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, el año anterior, y el debilitamiento de Irán durante la guerra de 12 días en junio. “Como podría haber dicho Mark Twain, los informes sobre la muerte de Hezbollah han sido enormemente exagerados”, ironizó Ghattas.

Según la autora, las predicciones de que Líbano se sumaría pronto a los Acuerdos de Abraham o que Arabia Saudita normalizaría relaciones con Israel revelaron un pobre entendimiento de los actores y la región”. A su juicio, la principal preocupación de Riad hoy es “la beligerancia de Israel y el creciente número de muertos en Gaza”. No obstante, reconoció que “ha habido cambios profundos en la región: Hezbollah ha sido severamente debilitado militarmente, aislado políticamente dentro de Líbano y cortado de sus rutas de suministro tras la caída del régimen de Assad en Siria”.

Por primera vez en la historia, “el gabinete libanés votó a principios de agosto para desarmar al grupo y ordenó al ejército elaborar un plan, todo en línea con varias resoluciones de la ONU”.

Paralelamente, describió a Irán a la defensiva, con sus cielos expuestos a los aviones israelíes, muchos de sus altos funcionarios asesinados y sus filas de seguridad profundamente infiltradas, lo que aumenta la paranoia dentro del régimen”.

El mandatario libanés Joseph Aoun,

El mandatario libanés Joseph Aoun, derecha, saluda al secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional del régimen de Irán, Ali Larijani, en el palacio presidencial, en Baabda, en el este de Beirut, Líbano, el miércoles 13 de agosto de 2025 (AP)

Sin embargo, Ghattas remarcó que “no han aparecido grandes grietas en la cúpula, condición esencial para el colapso del régimen o un golpe interno”. El objetivo último, según la autora, “sigue siendo la supervivencia del régimen —e incluso un Hezbollah disminuido sigue siendo una herramienta vital en el menguado arsenal de la República Islámica mientras anticipa otro enfrentamiento con Israel”.

Ghattas insistió en que quienes esperaban una rendición de Hezbollah se equivocan de raíz. “Esto no es el Ejército Republicano Irlandés (IRA), luchando una guerra local y territorial de resistencia contra un ocupante. No hay un Acuerdo de Viernes Santo que obtener a cambio únicamente de concesiones políticas —aunque Hezbollah sin duda exigirá un precio por cada arma que entregue”, afirmó.

Para la autora, la diferencia fundamental radica en la naturaleza y los objetivos de la organización libanesa: “En última instancia, Hezbollah responde al líder supremo de Irán. Con la mayor parte de la cúpula del grupo asesinada, ha vuelto a quedar bajo estricto control iraní. Hasta que Irán no forme parte de un entendimiento regional con Israel, Hezbollah no podrá alcanzar su propio acuerdo con el Estado libanés para desarmarse completamente”.

En el artículo, Ghattas señaló que, mientras tanto, existen márgenes de acción. “El ejército libanés ha estado trabajando de manera constante para incautar las armas pesadas de Hezbollah y desmantelar su infraestructura al sur del río Litani, como exige el alto el fuego de noviembre”, explicó.

Para la autora, “el enfoque más sensato sería que el Estado libanés utilizara la presión financiera y el poder judicial para asfixiar el margen de maniobra de Hezbollah”. A su juicio, “aún más crucial es un acercamiento genuino y la provisión de servicios públicos a la población chiita de Líbano para disminuir el control de Hezbollah. Durante demasiado tiempo, la milicia ha prosperado convenciendo a la comunidad de que solo ella puede proveerles y protegerles”.

Según la autora, “a medida que el gobierno libanés reúne el coraje para afirmar su autoridad y defender el país, le corresponde a Israel ayudar a demostrar que las armas de Hezbollah ya no cumplen ninguna función”.

En la parte final de su columna para Financial Times, Ghattas reiteró que “incluso un Hezbollah disminuido sigue siendo una herramienta vital en el menguado arsenal de la República Islámica”, y que la clave para un cambio real pasa por un acuerdo regional que incluya a Irán. La autora concluyó que, mientras tanto, la presión interna y la mejora de los servicios estatales son las vías más efectivas para debilitar el control de la milicia sobre la comunidad chiita y, por extensión, sobre el destino de Líbano.