Manila intensifica vínculos de seguridad con la isla democrática, incrementando intercambios y ejercicios conjuntos, mientras crecen las tensiones con Beijing y se fortalece la alianza con Estados Unidos y otros socios regionales.
FOTO DE ARCHIVO: Soldados filipinos participan en una ceremonia de izamiento de bandera en la isla Mavulis durante una visita del jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Filipinas, en Batanes, Filipinas, el 29 de junio de 2023. Batanes, un grupo de islas idílicas en el extremo norte del país, se encuentra a solo 140 kilómetros (87 millas) de Taiwán (Reuters)
Fuente: infobae.com
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El fortalecimiento de los lazos de defensa no oficiales entre Filipinas y Taiwán avanza de manera discreta, según ha revelado un alto funcionario del gobierno filipino a The Japan Times. Aunque Manila mantiene su adhesión formal a la política de “Una sola China”, la cooperación en materia de seguridad con la isla democrática se ha intensificado, una tendencia que podría provocar la desaprobación del régimen de China.
La evolución de esta relación responde a la percepción en Manila de que la geografía, las alianzas y los intereses económicos terminarán involucrando a Filipinas en cualquier eventual conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán. El régimen conducido por Xi Jinping considera a la isla como una provincia rebelde que debe ser reunificada con el continente, incluso por la fuerza si fuera necesario.
Un funcionario del gobierno filipino, que solicitó anonimato para tratar temas delicados, explicó a The Japan Times que “Filipinas está incorporando lenta y extraoficialmente a Taiwán en la arquitectura de defensa del país y de la región”.
El mismo funcionario detalló que Manila ha incrementado los intercambios con autoridades de seguridad taiwanesas, no solo a nivel de guardacostas, sino también con la “alta dirigencia militar” de la isla. Según sus palabras, “actualmente existen vínculos militares mucho más sólidos con Taiwán”, y mencionó que se han realizado reuniones no oficiales, sin uniforme, bajo el pretexto de visitas turísticas a la isla democrática.
Aunque la cooperación en seguridad con Taipéi no es nueva —Filipinas ya ha participado en ejercicios trilaterales de guardacostas junto a Japón—, el contacto bilateral en el ámbito militar parece haberse intensificado bajo la administración del presidente Ferdinand Marcos Jr. más de lo que se ha hecho público. El funcionario subrayó que “ahora existe un impulso más fuerte, un esfuerzo más deliberado”.
La presencia de observadores militares taiwaneses en la edición de este año de los ejercicios conjuntos Balikatan entre Estados Unidos y Filipinas, celebrados del 21 de abril al 9 de mayo, evidencia este acercamiento. En esos ejercicios, las fuerzas japonesas participaron por primera vez como contribuyentes oficiales de personal y equipo. Aunque no está claro si las fuerzas taiwanesas y filipinas han entrenado formalmente juntas, informes de prensa señalan la participación de personal taiwanés en la planificación de simulacros.
El presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. participa en un acto conmemorativo de la Segunda Guerra Mundial el martes, 9 de abril de 2024, en la provincia filipina de Bataan. EFE/EPA/FRANCIS R. MALASIG
Manila ha intensificado su vigilancia sobre la cuestión de Taiwán y busca reforzar su postura defensiva en las zonas más próximas a la isla. Entre las medidas adoptadas figuran proyectos de infraestructura en las islas septentrionales más remotas, especialmente Batanes y Babuyan, donde se prevé la construcción de pistas de aterrizaje y puertos marítimos.
Estas acciones se enmarcan en la nueva estrategia de defensa archipelágica de Filipinas, orientada a la disuasión y centrada en áreas dentro de su zona económica exclusiva, en respuesta al aumento de las tensiones territoriales con Beijing en el mar de China Meridional.
El cambio de postura de Manila respecto a Taiwán ha cobrado notoriedad internacional, sobre todo después de que Marcos declarara en una entrevista reciente que su país se vería arrastrado “a la fuerza y a regañadientes” a un conflicto en el estrecho, lo que provocó una dura reacción de China y el agradecimiento público de Taipéi.
El presidente filipino argumentó que, dada la ubicación geográfica de su país, “no hay forma de que Filipinas pueda mantenerse al margen” si se produce una confrontación entre China y Estados Unidos por Taiwán. Añadió que, aunque Manila no se prepara para la guerra, está dispuesta a cooperar con socios que enfrentan la “amenaza china”. “¿Por qué rechazaríamos a socios que enfrentan la amenaza china? No actuamos como un estado títere. Es nuestro deber defender nuestro país”, afirmó.
La respuesta del régimen chino no se hizo esperar. El Ministerio de Asuntos Exteriores advirtió que “la proximidad geográfica y la presencia de grandes poblaciones en el extranjero no son excusas para interferir en los asuntos internos de otros”, e instó a Filipinas a “dejar de jugar con fuego”.
Las relaciones entre Beijing y Manila se han deteriorado rápidamente en los últimos años, especialmente a medida que la postura de Marcos sobre las disputas territoriales en el estratégico mar de China Meridional se ha endurecido por no dejarse intimidar ante las acciones agresivas de China. El mandatario ha respaldado este giro con medidas concretas, reforzando las capacidades defensivas del país y profundizando los vínculos militares con Estados Unidos y otros socios afines como Japón, Australia, Canadá, India, Nueva Zelanda y varios países europeos.
En este contexto, han surgido rumores sobre la posibilidad de que Filipinas reconozca formalmente a Taiwán como país, una estrategia que buscaría presionar a China para que retire sus embarcaciones de las aguas que Manila considera bajo su soberanía.
Marcos ha señalado la necesidad de repatriar a unos 200.000 trabajadores filipinos en Taiwán como principal motivo para una eventual intervención en caso de emergencia. Autoridades militares han asegurado que no solo disponen de tropas en las islas septentrionales cercanas, sino que también están preparadas para ejecutar operaciones de evacuación no combatiente para repatriar a civiles filipinos. “Las Fuerzas Armadas de Filipinas están preparadas para eso. De hecho, es uno de los escenarios para los que nos hemos entrenado en los ejercicios Balikatan”, indicó el funcionario.
Un aspecto fundamental, aunque poco mencionado en el debate público, son las obligaciones de Manila en virtud de su alianza de defensa con Washington. El funcionario explicó que “nos veríamos involucrados por el tratado de defensa mutua”, y añadió que el desenlace dependerá en gran medida de la respuesta de Estados Unidos conforme a la Ley de Relaciones con Taiwán.
Desde 1979, Washington trasladó su reconocimiento diplomático de Taipéi a Beijing, pero ha mantenido relaciones “no oficiales” con Taiwán, incluida la provisión de armamento defensivo, aunque sin garantías formales de seguridad.
El funcionario filipino advirtió que tanto Manila como otros aliados estadounidenses en la región, como Tokio y Seúl, podrían verse implicados, ya que China “probablemente no dudaría en atacar instalaciones militares estadounidenses en estos países”.
La proximidad geográfica también juega un papel clave: la isla de Mavulis, el territorio más septentrional de Filipinas, se encuentra a menos de 160 kilómetros de Taiwán. “Somos conscientes de que cualquier acontecimiento en el estrecho de Taiwán afectará la seguridad y estabilidad de Filipinas”, afirmó la fuente gubernamental.
Estados Unidos también ha tenido presente este factor, lo que explica la presencia rotativa de tropas estadounidenses en algunas islas cercanas a Taiwán. Estas fuerzas pueden permanecer en el país hasta 179 días al año y participan en ejercicios militares casi consecutivos para familiarizarse con el terreno, probar nuevas capacidades y mejorar la interoperabilidad con sus homólogos filipinos.
El Acuerdo de Cooperación de Defensa Mejorada (EDCA) de 2014 facilita estos despliegues. Aunque el pacto no permite bases permanentes, sí autoriza a Washington a rotar tropas en Filipinas durante estancias prolongadas, construir instalaciones y preposicionar equipos y suministros.
Bajo la presidencia de Rodrigo Duterte, el acuerdo estuvo paralizado, pero con la llegada de Marcos se concedió acceso a cuatro sitios militares adicionales —además de los cinco previamente acordados—, incluidos tres en el norte de Luzón, la masa terrestre filipina más cercana a Taiwán, y uno en Palawan, cerca de zonas en disputa en el mar de China Meridional.
Aunque el discurso público ha girado en torno al uso de estas instalaciones para responder a desastres naturales, es probable que también sean los puntos de apoyo para tropas y equipos en caso de un conflicto regional. Según el funcionario consultado por The Japan Times, “desde la perspectiva estadounidense, se trata de tener presencia en el país; contar con tropas, equipos y capacidades listas en el teatro de operaciones”.