La mayoría de las investigaciones previas y posteriores al 17 de agosto en Bolivia, coinciden en que una cuarta parte del electorado decidió su voto en la semana previa a la votación en primera vuelta. Estos ciudadanos se hallaban indecisos y no sabían si votarían nulo, por Andrónico Rodríguez o por Rodrigo Paz y Edman Lara. Al final, se decantaron por estos últimos, probablemente porque pensaron que debería cerrarse el ciclo del MAS de una vez por todas y sin matices.
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Una vez más, quedó en evidencia el impresionante poder de las corporaciones sindicales en Bolivia. Demostraron que no son solamente las calles y los caminos, los terrenos donde pueden expresar su poderío, sino también que con los votos pueden definir el devenir de la política.
La capacidad de comunicación y difusión de las consignas, se vieron multiplicadas exponencialmente, gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, especialmente las redes sociales virtuales. Como en la primavera árabe de 2010/2012 o la insurgencia de los indignados en Europa en mayo de 2011, la del 17 de agosto en Bolivia fue una revolución del WhatsApp.
Luego de debatir ampliamente durante semanas, las corporaciones sindicales, de las ciudades y del campo, finalmente decidieron votar por el binomio Paz/Lara. Con enorme lucidez, entendieron que el voto nulo, convocado por Evo Morales, los llevaría al desastre de la ausencia de representación en los Órganos del Estado. Por su lado, Andrónico no les dio la confianza suficiente y terminaron viéndolo como una versión remozada, pero insuficiente del MAS … más de lo mismo, en empaque renovado. Sin embargo, la decisión no fue sencilla y tomó mucho tiempo. Recién, una semana antes de las elecciones, salió la consigna y de allí se propagó con intensidad de incendio.
Este proceso, que se produjo lejos de la política formal, nos confundió a analistas y encuestadoras, que no supimos captar lo que se discutía en las entrañas de la sociedad y de la Bolivia profunda. De nuevo constatamos la evidencia, de que la informalidad no sólo explica la estructura y características de nuestra economía, si no también el funcionamiento de la política.
He ahí el poder de las corporaciones sindicales, que lograron cambiar la historia de una elección que parecía definida. Para no subestimarlas nunca más … ni en las calles, ni en las urnas.
Por Ricardo V. Paz Ballivián