Les confieso que, día que pasa, estoy más deslumbrado con la capacidad de respuesta que tiene la Inteligencia Artificial (IA) para ayudarnos de diferentes maneras. Recientemente, mi hijo Miguel me informó que la versión premium de ChatGPT implicaba que, ante una consulta, el nivel de respuesta equivalía a que contestaran todos los “Phd” -Filósofos y Doctores- de las mejores universidades, en su campo de especialidad. Entonces, como en Bolivia existe tanta preocupación sobre la economía, decidí poner a prueba dicha herramienta tecnológica con un prompt (instrucción) que le planteé a la IA para que me diera su mejor parecer sobre el fenómeno de la inflación que afecta al país.
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Tomando en cuenta las diferentes posiciones que hay entre los economistas para explicar la subida generalizada de precios, le pedí a la IA que se colocara en la posición de ser un Premio Nobel en Economía, despojado de toda ideología e interés personal, y que dijera la verdad con base en la evidencia empírica, siendo que esta muchas veces supera a la teoría. Mi pregunta fue la siguiente (a ver si Ud. luego coincide con su respuesta):
¿Es cierto que el exceso de dinero en la economía es el único factor que explica la inflación en un país? ¿Es siempre el déficit fiscal la causa de un proceso inflacionario? Si la respuesta dejara dudas de que «la inflación es esencialmente un problema monetario», a la luz de la experiencia, le pedí que argumente si estaba de acuerdo de que hay otros factores que explican la inflación, y que respaldara con autores y ejemplos, que la inflación no es solamente un fenómeno monetario. Esto me contestó:
¡Gran pregunta! Resumo la evidencia en tres ideas claras: 1) No: el exceso de dinero no es el único ni el principal motor de la inflación; 2) Tampoco el déficit fiscal, por sí solo, desata la inflación, sino, cuando se monetiza o el público anticipa que será financiado con emisión inorgánica; 3) Los impulsos que encienden o aceleran la inflación pueden venir de shocks reales (energía, alimentos, cuellos de botella, devaluaciones, indexación, expectativas), por tanto, la inflación no es solo un fenómeno monetario, sino que depende de otros factores, lo que es importante saber para enfrentarla y combatirla con éxito.
Pero, la IA no se quedó ahí, ella misma se preguntó: ¿Qué dice la evidencia y la teoría “bien leída”, sobre la inflación? Y, se contestó:
Milton Friedman dijo que “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, pero la interpretación hoy en día es que esto aplica a inflaciones persistentes: sin una expansión monetaria, los shocks no se vuelven inflación sostenida, pero, en el corto plazo, los shocks de oferta sí mueven precios y salarios, un factor real, no monetario. Dijo que, según Sargent & Wallace (1981) y la “Aritmética monetarista desagradable”, aun con un Banco Central estricto, una política fiscal expansiva produce inflación futura.
Finalmente, como “lecciones aprendidas”, entre 2021 y 2023, el estudio de Bernanke & Blanchard (Brookings) cuantificó para Estados Unidos y otros 11 países, que la energía, cuellos de botella en la economía y cambios sectoriales derivados de la pandemia, explicaron el grueso del salto inflacionario inicial, a lo que se sumaron luego las expectativas de la gente. Y, que un trabajo del FMI (2025) mostró que el shock energético del 2021-2022, tuvo un traslado a la inflación comparable a episodios previos, y que la guerra en Ucrania amplificó la subida de precios de los alimentos y combustibles. Finalmente, que la credibilidad y el manejo de las expectativas y reglas monetarias (Woodford, “Interest and Prices”) pueden trastocar un shock transitorio, en persistente.
Respecto a Bolivia, dijo algo muy importante: A la luz de la evidencia reciente, el país acumuló déficits fiscales persistentes, por más de diez años, sin alta inflación, mientras hubo un tipo de cambio fijo y subsidios estatales; el salto inflacionario se dio al faltar dólares y emerger una alta brecha con un dólar caro en el mercado negro, fue esa devaluación de facto la que hizo encarecer las importaciones y los alimentos, lo que se trasladó a los precios, aunque ello no contradice a Friedman, bien interpretado.
En suma, decir que “la inflación es esencialmente un problema monetario” es cierto para la persistencia del fenómeno por el aumento de la cantidad de dinero, sin que crezca la producción, pero decir que solo el exceso de dinero la explica, es una afirmación reduccionista: La evidencia a nivel global y de Bolivia, muestra a los shocks reales (energía, guerra, cadenas de suministro, devaluaciones y escasez de dólares) como detonantes, y a la política monetaria/fiscal y a las expectativas como mecanismos incidentes sobre la inflación.
Esta conclusión debe resultar esclarecedora para que el próximo gobierno sepa que el camino a seguir para controlar la inflación no solo será bajar el déficit fiscal, sino, alentar la inversión para generar más producción y dólares a través de la libre exportación…
Gary Antonio Rodríguez Álvarez
Economista y Magíster en Comercio Internacional