Desde este primero de septiembre de 2025, Santa Cruz enfrenta un nuevo desafío histórico.
Durante los últimos 20 años, la vida política e ideológica de nuestro departamento quedó marcada por el estancamiento: Santa Cruz se convirtió únicamente en oposición a un gobierno de izquierda y socialista.
Como método de resistencia, nos aferramos al civismo para contener —aunque fuera parcialmente— el avance de un modelo dictatorial y abusivo que intentó destruir una sociedad acostumbrada a respirar libertad, que defiende su independencia económica y que cree en la capacidad del individuo para generar riqueza y mejores condiciones de vida para todos: para los que viven, los que llegan y los que se quedan.
Nuestra respuesta ante ese ataque constante fue resistir: primero conquistamos las autonomías, luego la elección directa de gobernador, más tarde la lucha contra el fraude de Evo Morales. De esa resistencia emergieron liderazgos, nacidos de la urgencia y no de la planificación: primero con los Verdes, que se transforman en Demócratas, después con Creemos y, finalmente, con partidos departamentales que nunca lograron consolidar un proyecto nacional.
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Así, la política cruceña se ha definido más por la emergencia de resistir al MAS y a sus abusos que por la construcción de una visión de largo plazo. Esa improvisación ha sido, y sigue siendo, uno de nuestros mayores problemas.
Hoy, el escenario político es distinto: ya no basta con ser oposición al MAS. Muchos actores políticos se acomodaron en ese rol, sin ideología, sin partidos sólidos y sin proyectos estructurados. Pero el próximo gobierno —sea cual sea— no será del MAS, y ahí surge una oportunidad y un desafío histórico para toda la sociedad.
Santa Cruz ya no puede limitarse a resistir. Necesita madurar políticamente, planificar su participación con visión, ideología y estrategia. Es tiempo de pasar de la esperanza cívica a la construcción de alternativas políticas reales para Bolivia. La izquierda boliviana, tarde o temprano, se rearticulará y volverá a presentarse como opción electoral. Por eso, el desafío de Santa Cruz no es solo oponerse, sino construir proyectos políticos capaces de conquistar votantes, generar contenido programático y ofrecer al país una alternativa seria, coherente y sostenible.
El momento ha llegado: dejar atrás la improvisación y asumir la responsabilidad de construir política con visión de futuro.
Arriba cruceños, hagamos historia.
Arturo Mendivil
Abogado y Asesor Político