Luis Fernando Camacho estuvo casi tres años recluido en la cárcel de Chonchocoro con detención preventiva.
Naira Menacho
Fuente; Red Uno
El gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, reveló en el programa Que No Me Pierda (QNMP) todas las ‘torturas blancas’ a las que fue sometido durante los casi tres años de reclusión en la cárcel de Chonchocoro, en La Paz. Entre ellas mencionó haber estado sin agua durante cinco días, negársele la salida a tomar sol y restringírsele la comida, lo que provocó una alarmante pérdida de peso.
Fueron casi mil días que Luis Fernando Camacho, el gobernador electo de Santa Cruz, estuvo con detención preventiva en la cárcel de Chonchocoro. A pesar de todo lo que sufrió, señaló que nunca dejó que el Gobierno lo quebrara, ya que sentía que debía cumplir con el mandato del pueblo y defender la democracia en el país.
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“Cuando uno es preso político tiene fecha de ingreso, pero no de salida”.
Con esta idea en mente, Camacho aseguró que, en lugar de victimizarse, trabajó su mente para continuar con su lucha, ya que en el “tema político se da la tortura blanca, la tortura psicológica que venía de los médicos”.
“Tenía un joven que me ayudaba y sacaba las notas que yo escribía (…) Cuando el pronunciamiento era muy duro, incluso llegaron a cortarme el agua hasta cinco días (…) Nunca reclamé, tenía bidones de agua en mi celda y lo regulaba, pero darles el gusto de decirles ‘¿por qué me cortan el agua?’, jamás lo hice”, comentó el gobernador.
Otra forma de intento para quebrarlo, según Camacho, fue negarle la salida al sol, un derecho básico de los privados de libertad.
“La primera vez que salí me di cuenta que por una hora de sol no les iba a dar el gusto (…) así que decidí no salir”, sostuvo Camacho, quien también relató que los policías se dirigían a él como ‘febrero’, en alusión a su mes de nacimiento.
Durante la reveladora entrevista en QNMP, Camacho indicó que durante los primeros meses tampoco se le permitía comer las raciones normales.
“Era una dieta estricta que lo que buscaba es ver cómo torturarme. Llegué a pesar cerca de 51 kilos (…) Es una lucha, ellos quieren quebrarte para negociar y yo no les iba a dar el gusto”, explicó.