Suyku Pujio, una comunidad que apuesta por la agroecología


Suyku Pujio demuestra que la agroecología es más que un discurso: es práctica cotidiana que genera alimentos sanos, suelos fértiles y comunidades más dignas. Lo que está en disputa no se limita a una parcela, sino a la defensa de las semillas nativas, de la memoria colectiva y de la posibilidad de construir un futuro donde la soberanía alimentaria sea un derecho real y no una excepción.

Fuente: La Nube



En el municipio de Sacaba (Cochabamba), se encuentra la comunidad de Suyku Pujio, un territorio donde el aire puro y la tierra fértil son un refugio contra los agrotóxicos. Allí, familias campesinas han encontrado en la agroecología y en la defensa de las semillas nativas una alternativa para garantizar su derecho a producir y consumir alimentos sanos.

En esta comunidad se cultiva cebolla, zanahoria, limón, laurel, orégano, apio, acelga, repollo y perejil, entre otros. Lejos de los químicos y pesticidas que dominan en la agricultura industrial, aquí se apuesta por bioinsumos y prácticas tradicionales que revitalizan la tierra y fortalecen la soberanía alimentaria.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Hablar de seguridad alimentaria es referirse al acceso de la población a comida suficiente y saludable. La soberanía alimentaria, en cambio, implica que los pueblos decidan qué y cómo producir sus alimentos, protegiendo sus semillas y sus formas de cultivo.

En Bolivia, los pequeños productores que abastecen de alimentos frescos a los mercados urbanos son los menos beneficiados por las políticas públicas. La expansión de monocultivos, el uso de agroquímicos y la introducción de transgénicos amenazan con desplazar las semillas nativas y, con ellas, la memoria, la cultura y la autonomía alimentaria de los pueblos.

La comunaria Sandra Almaraz conoce en carne propia la diferencia entre consumir verduras llenas de químicos y producir alimentos agroecológicos.

“Me ha cambiado bastante. Yo más antes en la ciudad vendía verduras y ahí es donde he visto que todo viene con químicos. Hasta lo verde que compramos se tiene con químicos. Pero aquí la ingeniera Lidia nos ha enseñado a sembrar sanamente, a comer sanamente y a fumigar con bioinsumos… Con biol, bocashi y esas cosas que nos han enseñado, estamos empezando a sembrar”, comenta.

Semillas nativas libres de plaguicidas y transgénicos conservadas por las familias de Suyku Pujio

Sandra cuenta con orgullo cómo en su terreno ha cultivado cebollas, zanahorias, vainitas y hasta frejoles que nunca creyó posibles en la zona. Las semillas nativas que conserva en frascos son su tesoro. “Ahora quiero mis terrenos, los amo, porque en un suelo pequeño puedo sembrar maravillas y comer variedades”, dice con una sonrisa, mientras muestra también árboles frutales.

Retomar la tierra olvidada

La historia de Remberto Terrazas Mejía es distinta pero complementaria. Por motivos laborales, no siempre puede dedicarse al cultivo diario, pero ha decidido recuperar poco a poco la tierra de su familia a través de la agroforestería.

“Más que todo por el tiempo corto que tengo me estoy dedicando más a las plantas frutales que requieren menos cuidado… Ya están volviendo a dar uso a esa tierra que tiempo atrás quedó olvidada. Ahora estamos retomando poco a poco. También es una distracción: salir de la ciudad, la contaminación, y venir aquí es aire puro, es un desestresante total”, afirma.

Su vínculo con la tierra no es solo productivo: también es un refugio emocional, un espacio de reconexión con la naturaleza que contrasta con el ritmo y la contaminación de la vida urbana.

El acompañamiento de CENDA

La transformación de Suyku Pujio está ligada al acompañamiento del Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (CENDA), que desde 2022 trabaja en la comunidad con procesos de formación en agroecología y rescate de semillas nativas. La ingeniera Lidia Hidalgo, parte del equipo técnico, explica que el esfuerzo no solo se centra en la producción agrícola, sino también en el cuidado de los recursos naturales.

Uno de los proyectos destacados ha sido la reforestación con especies nativas como la jacarandá, realizada de manera colectiva con la comunidad. “El año pasado hemos empezado una reforestación con especies nativas. La jacarandá está en toda esta área y es para cuidar también la zona de recarga hídrica porque, quieras o no, cuando llueve esto se transforma en un colchón. Pero lo que hemos hecho es respetar la vegetación nativa. Entonces la comunidad entera ha trabajado aquí y de una forma muy comprometida… hasta niños ayudaban llevando arbolitos. Posteriormente será un área muy bonita, porque jacarandás florecen lilas y se ven desde la ciudad”, relata Hidalgo.

Este tipo de iniciativas, impulsadas por CENDA, buscan fortalecer la organización comunitaria y garantizar que las semillas, la tierra y el agua sigan siendo patrimonio colectivo. Más allá de lo técnico, su acompañamiento ha permitido consolidar un modelo de soberanía alimentaria que inspira a otras comunidades andinas.

Suyku Pujio demuestra que la agroecología es más que un discurso: es práctica cotidiana que genera alimentos sanos, suelos fértiles y comunidades más dignas. Lo que está en disputa no se limita a una parcela, sino a la defensa de las semillas nativas, de la memoria colectiva y de la posibilidad de construir un futuro donde la soberanía alimentaria sea un derecho real y no una excepción.

Como resume Sandra, con la mirada fija en su huerto:

“En un suelo pequeño puedo hacer maravillas, sembrar maravillas y volver a amar mi tierra”.