Chequea Bolivia combate los bulos que contaminan la elección y la democracia


Juan Carlos Uribe y Enid López, de Chequea Bolivia, explican el impacto de la desinformación, el desafío de los deep fakes, la eficacia de las normas, la verificación de discursos y los consejos para evitar ser víctimas del engaño.

El 19 de octubre, casi ocho millones de personas volverán a las urnas en el primer balotaje presidencial de la historia.
El 19 de octubre, casi ocho millones de personas volverán a las urnas en el primer balotaje presidencial de la historia. | Fuad Landívar

 

Fuente: El Deber



La primera vuelta electoral en Bolivia no estuvo exenta de rumores, cadenas virales y acusaciones infundadas. Entre los temas dominantes, la sombra del fraude volvió a aparecer como narrativa recurrente en redes sociales. “La gente siempre ha hablado de fraude y eso marcó una tendencia en esta elección”, explica Juan Carlos Uribe, coordinador general de Chequea Bolivia. Aunque el volumen de desinformación no alcanzó las dimensiones que se temían, sí tuvo efectos negativos en el debate público y en la toma de decisiones de los votantes.

Chequea Bolivia, plataforma de verificación que opera desde hace varios años, ha consolidado una metodología rigurosa para enfrentar este fenómeno. Según Enid López, fact checker en jefe, el trabajo se inicia con la identificación de los contenidos más virales y la disección de sus elementos. “Revisamos datos, nombres y fuentes, consultamos a los directamente afectados y contrastamos con evidencia. Recién cuando tenemos un caso sólido y editado pasa a publicarse”, detalla. El proceso, aunque minucioso, rara vez logra competir con la velocidad de propagación de los bulos, por lo que el equipo complementa su labor con alfabetización mediática e informacional.

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Uno de los grandes desafíos actuales son los deep fakes. López detalla que la detección combina observación crítica y uso de herramientas tecnológicas. “Nos fijamos en sombras, gesticulaciones, acentos o pixelaciones, pero también usamos software especializado. Ninguna herramienta es 100% certera, por eso contrastamos con fuentes adicionales antes de publicar”, explica. Los audios manipulados son los más complejos de verificar y requieren un doble esfuerzo para evitar errores.

El marco normativo, aunque novedoso en este proceso electoral, no convence a los verificadores. Uribe considera que la regulación estatal difícilmente resolverá el problema. “Las redes sociales son enormes y no tienen límites. Las leyes sobre desinformación han fracasado en otros países. Regular es peligroso porque ¿quién define qué es desinformación? Al final lo haría el gobierno de turno”, advierte. Para él, la clave está en fortalecer la ciudadanía crítica.

En el terreno de la verificación de discurso, Chequea Bolivia identifica una dificultad central:  la falta de acceso a información pública y la imposibilidad de verificar promesas a futuro. Aun así, entrenan a su equipo para escuchar debates, discursos y entrevistas, identificando los datos contrastables. “Sólo verificamos lo que puede comprobarse con evidencia”, aclara López.

La apuesta final, coinciden ambos, pasa por la alfabetización mediática. Enseñar a la gente a cuestionar lo que recibe en sus redes, a reconocer sesgos y a romper la burbuja de los algoritmos. “La desinformación manipula sentimientos y sesgos. El pensamiento crítico ayuda a frenar eso”, enfatiza López. Uribe complementa: “Lo que hacemos es frenar un poco a quienes quieren engañar. No somos dueños de la verdad, pero buscamos la verdad”.

Para la segunda vuelta, Chequea Bolivia prepara nuevas estrategias y un convenio con el Tribunal Supremo Electoral para acceder a información oficial en tiempo real.

Fuente: El Deber