Hernán Terrazas E.
La política también es una cuestión de sensaciones y las campañas precisamente tienen el objetivo de promover una sensación de victoria asociada a uno de los candidatos y una contraria para el adversario. “El mío va arriba y el tuyo está de caída”: aunque simplificada, esa es más o menos la idea. La cosa es comenzar a ganar antes de votar, para que el ciudadano vaya a las urnas con un mensaje adicional: “mejor yo que voy primero”.
Pero las cosas ya no son tan sencillas en tiempos de las redes sociales, porque las sensaciones, por decirlo de alguna manera, están parceladas en cada una de las múltiples burbujas – la tuya, la mía, la de los otros – que forman el espacio en el que se debaten todos los temas y se buscan afanosamente los “likes”.
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En otras palabras, lo que siente y opina el grupo al que pertenezco, no necesariamente coincide con lo que sienten y opinan en otros grupos de los que no formo parte, aunque también tenga una cuenta de Instagram, de X o de Facebook y me la pase navegando por los menos de dos a tres horas por día.
Para graficarlo más. Algunos navegan en el “Caribe”, otros en el “Titicaca” y no tienen contacto entre sí. Por eso, cuando los del Caribe creen una cosa o están seguros de otra, no necesariamente ocurre lo mismo con los del Titicaca, pese a que los dos están, digamos, en la misma red.
Eso explica, por ejemplo, que, en las elecciones del 17 de agosto, la seguridad que tenían los del Caribe de una victoria de su candidato se haya convertido en sorpresa y frustración cuando ganó el del Titicaca.
En una burbuja las cosas se sienten de una manera muy distinta a la otra, porque quienes la comparten, comparten también ideas, segmento social, eventualmente edades, ingresos similares, aspiraciones comunes y, obvio, preferencias políticas.
¿Cómo es posible que fulanito no haya ganado si todo mundo lo apoyaba?, se preguntan, como si solo su burbuja existiera y no viviéramos en una sociedad de múltiples burbujas, algunas masivamente habitadas y otras no tanto.
Y en esos días ocurre algo similar. Los “caribeños” ya tienen su candidato y, otra vez, pese a los resultados de la elección pasada, están convencidos y quieren convencer a todos de que el suyo va delante del “titicaco”. Son de los que aseguran que su burbuja es una bola de cristal que “no falla”.
La guerra sucia, aunque agresiva, a veces no logra permear todas las burbujas y solo da vueltas en la más afín en sensaciones. Es decir, la efectividad de los golpes bajos en el Caribe no llega al Titicaca o, si llega, no causa mayores olas y va desapareciendo.
Entre los del “Titicaca” la confianza también se mantiene. Saben que no pueden convencer a los del Caribe, porque para eso tendría que haber un vaso comunicante que no existe entre “burbujas”, pero al menos cierran filas entre los suyos para que sea finalmente su sensación la que se imponga.
La moraleja a todo esto es: no confíes solo en las sensaciones de tu burbuja y, si puedes, intenta saber lo que se siente más allá. No vaya a ser que te cruces con nuevas sorpresas y más frustraciones. Si estás de acuerdo, ponme un “like”.