Racismo y mentiras de segunda vuelta


 

Hernán Terrazas E.



El racismo no es una cuestión de edad, ni mucho menos. El que es racista a los 15 o a los 20 no deja de serlo solo por crecer o “madurar”. Lo hecho, hecho está, y lo dicho también y no hay poder humano capaz de borrar lo que queda registrado, mucho menos en las redes sociales.

Es muy serio que un candidato a la vicepresidencia se exprese de esa forma – no importa cuán lo haya hecho -, mucho más en Bolivia, un país en el que todavía cuesta superar las heridas que dejaron siglos en los que los blancos o mestizos se creían con más derechos que los indígenas, bajo la misma lógica que prevaleció en tiempos de la conquista española, cuando estaba en debate si los indios también era hijos de Dios.

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Más grave aún es negar lo que está más que comprobado. Un rastreo simple de los mensajes de tuiter del candidato muestra que efectivamente dijo que a los collas había que “matarlos” y que lo hizo precisamente unos días después de que fuera aprobada una Ley contra el Racismo que tipifica ese tipo de expresiones como un delito que, inclusive, puede tener pena de cárcel.

Del MAS se pueden decir muchas cosas y de sus gobiernos también. Pero si algo se debe reconocer es que durante esos años se produjo un fenómeno de inclusión social no registrado hasta entonces y que sectores que antes tenían un protagonismo marginal en la vida nacional, se vieron por fin empoderados.

Dejar atrás el país de los ciudadanos de primera y de segunda fue un logro importantísimo. No fue una concesión, ni mucho menos, sino que se trató de años de lucha por la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas que, finalmente, se codificaron en las normas constitucionales.

No son lejanos los días en los que las señoras de vestido exigían a las de pollera que les dejen el asiento en el transporte público y, en algunos casos, muy pocos afortunadamente, todavía existen expresiones como “hombrecito” o “mujercita” para hablar de esos ciudadanos “collas” a los que ahora un candidato vicepresidencial dice querer matar.

Ha pasado mucha historia, muchos cambios, revoluciones de medio siglo, cambios en el amanecer de un nuevo milenio, como para volver atrás en tantas conquistas alcanzadas y para que el deseo de revancha de unos cuantos convierta el país nuevamente en un escenario de confrontación al que nadie quiere volver.

Aquí no hay “guerra sucia” de por medio, sino la evidencia de que uno de los personajes que anima la segunda vuelta electoral, quiere borrar con el codo lo que escribió en el twiter y, peor aún, que el líder que quiere llegar a la presidencia en la misma fórmula, se esfuerce en negar algo de lo que existen pruebas contundentes.

Racismo, mentiras y encubrimiento, son los tres elementos de esta historia que ha puesto en serios apuros a uno de los binomios. No es un tema menor. Es algo que seguramente va a influir cuando la gente que no quiere más racismo, de ningún lado, vaya a emitir su voto el 19 de octubre.