Álvaro Riveros Tejada
No debe existir, entre los tiranos, mayor temor que el Humor. Esa actitud o forma de expresión y percepción que provoca risa, simpatía o diversión y que puede ser entendida desde varios tipos de enfoque.
Recordamos, por ejemplo, que en la España de Francisco Franco no se podía caricaturizar al Caudillo, ni hacer la broma más inocente en torno al personaje. La famosa y recordada revista “La Codorniz”, un semanario humorístico derechista, inteligente, travieso y punzante, como corresponde al género, fue multado por publicar un parte meteorológico que decía: “en España reina un fresco general proveniente de Galicia”. Galicia era la cuna del caudillo, con quien no se podía jugar.
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De la misma manera, recordamos la clausura de la famosa revista cubana “Zig-Zag”, un gracioso semanario, ilustrado con excelentes caricaturas, que en 1959, a los pocos meses de inaugurado el manicomio castrista, entre risas y bromas hacía las críticas más severas a la dictadura que se iniciaba en la isla comunista.
Por casi los mismos motivos, un magnífico actor del teatro cubano, homónimo, de nuestro caro y muy respetado amigo Leopoldo Fernández, tuvo que exiliarse, porque en una obra de teatro bufo aparecía en escena, en la que se exponían diversos cuadros de personajes célebres, entre los cuales había una foto de Fidel Castro. Leopoldo la tomó entre sus manos y riendo exclamó: “déjenmelo, que a éste lo cuelgo yo”. A raíz de ello tuvo que escapar a rienda suelta y sin mirar atrás.
Hacemos referencia a pasajes verdaderamente graciosos, con ánimo de infundir en los protagonistas de la actual campaña electoral, una pizca de esa actitud que dosifique su tarea, la apacigüe y la haga más donosa y amigable.
Sin ánimo racista o discriminatorio recordamos que, si de algún atributo carecía
el exmandatario cocalero era del don del humor. Han pasado dos décadas de su gestión y con obstinación, porfía en ese género, pretendiendo, infructuosamente, hacernos reír; con todas las consecuencias negativas que ya conocemos.
No olvidamos ese abril de 2009, cuando, en medio de tensiones diplomáticas entre Bolivia y Perú, de manera despectiva y haciendo gala de su etnohumor, se refirió al presidente Alan García con una soltura de cuerpo impertinente y confianzuda, llamándolo: “un gordo poco antiimperialista“, a tiempo de criticarlo por su cercanía con los Estados Unidos a través de su política de libre comercio.
De persistir en aplicar esta práctica humorística en sus actos, no estaría de más solicitar el asesoramiento de corporaciones especializadas en la materia como: Chaplin Show; Tra,La,La; Fico´s Show etc. O, en lo individual, a personajes como: Folleque, Tintorro, Capulina o Bicho Colorado. Caso contrario, estaríamos expuestos a que, por una mala comprensión de nuestras “buenas intenciones”, estemos condenados a retornar a los tiempos del Humor y la Tiranía.