Santa Cruz: Donde quien trabaja, prospera y mejora su futuro


 

 



 

El Departamento de Santa Cruz pasó a ser desde los años ´50 un destino de esperanza para quienes, dejando sus lugares de origen, llegaron a la tierra oriental para cumplir sus sueños y dignificarse con su trabajo. Esta mirada al pasado lleva a Santa Cruz a ver su futuro sin miedo, sabiendo que lo que se hizo bien se puede repetir y mejorar, y para que no se diga que esto es un cuento, aquí va la evidencia.

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En 2010, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicaron un libro que se hizo película -“Historias de Migrantes Bolivianos Exitosos en la Agricultura Cruceña”- recogiendo 33 testimonios que contradijeron a quienes queriendo sembrar sombras en el imaginario colectivo, dicen que los migrantes son discriminados, que no progresan y otras posverdades, cuando el documental dio cuenta de todo lo contrario: mejora de su calidad de vida, pacífica convivencia con los lugareños y respeto entre los diversos.

La película, por boca de sus 33 protagonistas, demostró que quien llega con poco, pero con ganas de trabajar y respetar a Santa Cruz, puede “hacer” en lo económico, “ser” en lo social y convertirse en exitosos productores: pequeños, medianos o grandes. La historia de la región siempre fue la de abrir sus brazos, ofrecer tierra fértil, institucionalidad, mercado e integración a personas de bien, aunque, de un tiempo a esta parte, cierta gente ligada a la política trajo la cultura del bloqueo y el avasallamiento, contaminando a los oriundos con sus actos delincuenciales.

El documental mostró cómo la superación personal, gracias al esfuerzo, la honestidad y la perseverancia, hizo que los migrantes de bien -aquellos que no tenían nada- llegaran a comprar tractores, camiones, sembradoras y cosechadoras para trabajar en cientos o miles de hectáreas, evidenciando que el éxito del modelo cruceño, pese al centralismo secante, no es ficticio, sino, una objetiva realidad.

Y es que, décadas después, los migrantes bolivianos exitosos en la agricultura cruceña utilizan sistemas de GPS, semillas de calidad, buenas prácticas agrícolas -como la rotación de cultivos, siembra directa y técnicas sustentables- para que luego la agroindustria agregue valor a lo producido. Este salto tecnológico exige visión, know how e inversión, de ahí que el tildar a la agropecuaria y la agroindustria como una actividad extractivista solo puede venir de alguna mente afiebrada.

El que la migración haya hecho surgir pequeños, medianos y grandes empresarios demuestra que las oportunidades de progreso que ofrece el Modelo de Desarrollo Cruceño no son solo para unos pocos privilegiados, sino que, es lo más democrático que puede haber en términos de acceso. A quienes ven espectros donde no hay, la película les ofrece la evidencia de que los migrantes no solo producen sino que se integran institucionalmente en Cooperativas, Uniones, Federaciones, Asociaciones y Directorios empresariales. ¿No es ésta, acaso, una forma de inclusión, que los detractores insisten en negar?

La realización personal de los nuevos cruceños les posibilita enviar a sus hijos a la escuela, profesionalizarse, integrarse socialmente y ser reconocidos por su trabajo en empresas y organizaciones, a diferencia de unos pocos -siempre los hay- que no queriendo asimilar el modelo de desarrollo cruceño, persisten en su ostracismo, queriendo dividir y restar, en vez de sumar y multiplicar.

El aporte de los migrantes al desarrollo del país a partir de la agricultura cruceña ha sido colosal en cuanto a la seguridad alimentaria, agroexportación, sustitución de importaciones y creación de empleo, sobre la base de una alta movilidad social.

La tenacidad de los migrantes frente a las condiciones muy duras del campo, malos caminos o inexistencia de los mismos, falta de servicios, etc., no lograron doblegar a quienes tenían la convicción de que “otra Bolivia es posible”, que, como reseña el documental, la encontraron en Santa Cruz confirmando lo que dice un amigo: Nadie va a un lugar sin la esperanza de mejorar, y nadie se queda donde lo tratan mal.

Con las declaraciones de los 33 migrantes se pudo constatar que su desplazamiento hacia Santa Cruz no fue algo obligatorio, más bien, una elección personal de quienes se asentaron acá al hallar la oportunidad de progresar, aprender, asimilar valores, formar una familia, integrarse a la sociedad cruceña, participar de sus instituciones y ver cómo su esfuerzo les devengaba un buen retorno.

Frente a la negativa de alguna gente, de reconocer las bondades  del modelo de desarrollo cruceño, los vívidos testimonios dan cuenta que, aunque existieron obstáculos, fueron superados.

Pero, como la excepción confirma la regla, siempre habrá unos pocos que no amalgaman en esta tierra, y no porque ésta no sea generosa con ellos pasando por alto las diferencias, sino, porque al no superar sus traumas, fantasmas y monstruos en los que piensan, los alimentan cada día con sus propios mitos, temores y fantasías.

Gary Antonio Rodríguez Álvarez 

Economista y Magíster en Comercio Internacional