En los últimos años, ha cobrado relevancia un fenómeno financiero que, aunque silencioso, está generando un impacto creciente en el acceso al crédito formal: la morosidad hormiga, también denominada en algunos contextos como “morosidad dispersa” o “morosidad acumulativa de bajo monto”, que al ser reportadas pueden afectar la calificación crediticia del cliente financiero.
Fuente: Prensa INFOCRED
Se trata de un patrón de incumplimiento caracterizado por la acumulación de pequeñas deudas impagas que, si bien son de bajo valor individual, en conjunto representan un deterioro significativo del comportamiento crediticio del cliente.
Este tipo de morosidad se manifiesta principalmente en productos financieros y comerciales de baja cuantía, como servicios de telefonía móvil, microcréditos personales, tarjetas de crédito de tiendas minoristas, o acuerdos de pago con entidades no bancarias. Aunque ninguna de estas deudas representa un gran monto por separado, juntas pueden afectar el historial crediticio del cliente, especialmente si estos impagos son recurrentes o prolongados.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
La particularidad de este fenómeno es que no existe una gran deuda concentrada, sino múltiples obligaciones de escaso monto con diversos acreedores. Esta dispersión dificulta su detección temprana tanto por parte del deudor como de las entidades de control, lo que permite que el problema crezca de manera inadvertida.
“Un caso típico puede involucrar a un cliente financiero que incumple con una cuota mensual de Bs50 de su plan telefónico, mantiene un saldo impago de Bs80 en una tarjeta de una tienda retail y deja en mora un microcrédito por Bs200. Ninguno de estos compromisos representa un riesgo alto por separado, pero en conjunto configuran un patrón negativo que, una vez reportado a INFOCRED, Buró de Información Crediticio, afecta directamente la calificación del cliente y su capacidad para acceder a productos financieros más robustos”, comenta Julio De Bonadona, Gerente General de Infocred.
La morosidad hormiga plantea varios desafíos para el sistema financiero. En primer lugar, provoca un deterioro progresivo del historial crediticio del cliente, y estas faltas de pagos, por mínimas que sean, pueden ser reportadas por las entidades proveedoras de servicios o crédito. Esta acumulación de reportes disminuye la confianza del sistema financiero formal, limitando el acceso del cliente a nuevas líneas de financiamiento. Incluso en casos en los que se apruebe una solicitud de crédito, las condiciones pueden resultar considerablemente más restrictivas, tanto en términos de tasas de interés como de montos o plazos aprobados.
De la misma manera, al no corregirse oportunamente, estas pequeñas deudas pueden generar intereses por mora, cargos administrativos y recargos contractuales, haciendo que la obligación final exceda el valor original. Esto no solo tensiona el presupuesto personal del cliente, sino que puede contribuir al ciclo del sobre endeudamiento y a su exclusión del sistema financiero formal.
Es importante destacar que la morosidad hormiga no se presenta en todos los productos crediticios por igual. Su aparición es más frecuente en operaciones de bajo monto y alta masificación, como las ofrecidas por entidades de retail, telecomunicaciones, etc.
Frente a este escenario, las recomendaciones giran en torno a una mayor educación financiera del usuario final, la promoción de prácticas responsables de consumo y pago, y el seguimiento activo del historial crediticio. La morosidad hormiga es un ejemplo claro de cómo la acumulación de pequeñas decisiones puede tener consecuencias estructurales en la salud financiera de los hogares.
“Desde una perspectiva regulatoria, este fenómeno subraya la necesidad de fomentar una cultura de reporte responsable entre todos los actores del ecosistema financiero, incluidos proveedores de servicios, casas comerciales, empresas de tecnología financiera y otras. La inclusión de estas instituciones en los mecanismos de reporte crediticio es clave para generar un sistema más transparente y prevenir riesgos de exclusión, impulsando prácticas del buen pagador”, concluye De Bonadona.
Como parte de una estrategia preventiva frente a la morosidad hormiga, se recomienda que los consumidores financieros mantengan un registro actualizado de todas sus obligaciones financieras, incluso aquellas de bajo monto, ya que su acumulación puede generar consecuencias significativas. Es fundamental priorizar el pago puntual para evitar retrasos que deterioren el historial crediticio. Asimismo, se aconseja revisar periódicamente con el buró de crédito para detectar posibles errores o deudas olvidadas, y, en caso de enfrentar una carga financiera difícil de manejar, buscar asesoría especializada que permita tomar decisiones informadas y responsables.