Existen canales oficiales para transportar ayuda humanitaria a Gaza.

Más de 1.200 camiones con insumos han ingresado a la Franja desde Israel. Además, la Fundación Humanitaria de Gaza ha distribuido cerca de 11 millones de comidas directamente a los civiles.

Entiendo que los activistas de la flotilla pueden desconfiar de la ayuda que llega desde Israel, pero también ha llegado ayuda desde Egipto y Jordania. En solo cuatro días de julio, ambos países enviaron convoyes de ayuda humanitaria y médica que transportaron casi 1.000 toneladas de alimentos y suministros.



Esto fue confirmado por la Media Luna Roja, y no creo que nadie sospeche que esta organización sea precisamente proisraelí.

La Iglesia Católica también se ofreció a llevar ayuda desde Chipre. Cabe señalar que en Gaza sigue activa una iglesia católica que alberga a 500 palestinos refugiados.

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Es importante recordar que la zona marítima frente a la costa de Gaza, al ser un área de conflicto activa, está cerrada a embarcaciones no autorizadas debido a un bloqueo naval legal, conforme al derecho internacional. Se trata de una zona de exclusión. Y no olvidemos que Hamás ha utilizado las rutas marítimas para perpetrar ataques terroristas, incluida la masacre del 7 de octubre.

Las numerosas celebridades que subieron a los barcos de la flotilla sabían perfectamente que esa ayuda humanitaria nunca iba a llegar y que todo era un paripé destinado a generar publicidad. Un paripé que ha costado, al menos, tres millones de euros.

Sí, en los yates se ha encontrado comida, pero en cantidades mínimas. En realidad, esos tres millones se han invertido en combustible y en alimentar tanto a las tripulaciones como a las celebridades que viajaban a bordo.

En las trece embarcaciones de la Global Sumud Flotilla viajaban unas 200 personas de distintos países: España (30), Italia (22), Turquía (21), Malasia (12), Túnez (11), Brasil (11) y Francia (10).

Hanan Alcalde no es, precisamente, una persona pobre. Sus redes sociales muestran que maneja mucho dinero. No solo mantiene, y bien, a seis hijos, sino que disfruta de vacaciones de lujo. Reside en Ceuta, donde el 42,9 % de la población estaba en riesgo de pobreza o exclusión social en 2024. Me sorprende que le preocupen tanto los niños de Gaza y tan poco los que tiene debajo de casa.

Hasta 2023, Ada Colau cobraba 100.000 euros al año. Reside en Barcelona, ciudad en la que, según datos recientes, casi la mitad de la población infantil (40,6%) se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE, 2022–2023), un aumento respecto al año anterior. Lo mismo digo: quizá debería preocuparse más por lo que sucede en su propia ciudad.

Serigne Mbaye cobraba 62.000 euros al año. Ahora su partido no informa cuánto cobra. Pero me resulta llamativo que, viniendo de un país con una de las tasas de pobreza más altas del mundo y con un conflicto armado activo (el de Casamance, que se libra desde 1982), no quiera llamar la atención sobre lo que sucede allí, y prefiera centrar sus esfuerzos en lo que ocurre en Palestina.

Quizá habría sido más inteligente destinar esos tres millones de euros a Jordania o a la Media Luna Roja, para que la ayuda humanitaria entrara a Gaza vía Egipto o Jordania, en lugar de montar un paripé de pijos que, en mi modesta (y, si se quiere, molesta) opinión, solo ha desautorizado la causa que pretendían promocionar.

Por Lucía Etxebarria, escritora y psicóloga española. Premio Planeta (2004) y Nadal (1998) de novela.