Los últimos días, el oro empezó arriba de $us 3.820 la onza, subió bordeando los $us 3.900, de esplomó y volvió a recuperarse.
Por Pablo Deheza
Fuente: La Razón
Una tormenta perfecta de incertidumbre económica, expectativas cambiantes de la Reserva Federal y una demanda incesante de los inversores han convertido la última semana en uno de los períodos más volátiles y dramáticos para el mercado del oro en la historia reciente. El metal precioso, tradicionalmente un refugio seguro, hizo honor a su reputación. Por su parte, los inversores lidiaban con señales económicas contradictorias y pronósticos audaces en Wall Street.
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La semana comenzó con el oro cotizando a $us 3.822 dólares por onza el lunes pasado, ya en un nivel elevado tras un sólido rendimiento durante todo el año. Para el martes, el impulso era innegable, con el precio subiendo $us 49 en un solo día. Este aumento sentó las bases para una semana de intenso enfoque del mercado en los factores que impulsaron el repunte. El miércoles, el metal amarillo continuó su rally hasta los $us 3.894,02, para desplomarse el jueves borrando la ganancia semanal. A partir de ahí se recuperó nuevamente y cerró el viernes a $us 3.858,6.
Por qué el frenesí
El principal catalizador de la volatilidad de la semana fue la anticipación del mercado a los datos clave del mercado laboral estadounidense. Un informe reciente ya había señalado un «fuerte enfriamiento» del mercado laboral. Las nóminas no agrícolas de agosto registraron un aumento neto de tan solo 22.000 puestos de trabajo. Esta debilidad alimentó las expectativas de que la Reserva Federal pudiera acelerar su ciclo de recortes de tipos de interés.
Como explicó un analista de Bloomberg, la reacción del mercado es muy sensible a estos datos. «Si la cifra es muy inferior a las expectativas, el dólar se debilita, los rendimientos de los bonos del Tesoro caen y el oro probablemente sube». Por el contrario, una cifra más fuerte podría presionar al metal, ya que la Fed podría «retrasar o ralentizar los recortes». Este resultado binario puso a los operadores del oro en alerta máxima, lo que provocó importantes oscilaciones de precios previas a los datos y la volatilidad característica de la semana.
Perspectivas
Los expertos del mercado señalan una combinación de factores estructurales y especulativos detrás de la semana de altibajos del oro.
Demanda Institucional: Goldman Sachs, mantiene una postura alcista constante. Sugiere que el interés de los inversores privados podría impulsar el precio del oro mucho más allá de las previsiones actuales. «Las entradas sorprendentemente fuertes en fondos cotizados en bolsa (ETF) respaldados por lingotes han superado los modelos previos del banco», señaló Daan Struyven. Cree que la diversificación significativa en oro por parte de los inversores privados «presenta un riesgo alcista considerable para sus proyecciones», que ya prevén que el oro alcance los $us 4.300 por onza para finales de 2026.
Influencia de los bancos centrales: Otro factor crítico es el resurgimiento de las compras del sector oficial. Los analistas de Goldman Sachs destacaron «la posible reaceleración de la compra de oro por parte de los bancos centrales» tras una desaceleración estacional durante el verano. Esta demanda constante de las instituciones que buscan diversificar sus reservas más allá del dólar estadounidense proporciona una base sólida para el mercado.
El oro, objeto del deseo
Perspectiva alcista más amplia: Los eventos de la semana se enmarcan en una narrativa alcista a largo plazo para el oro. JP Morgan Research se ha hecho eco de esta opinión, afirmando que “seguimos profundamente convencidos de que el oro mantiene un escenario estructural alcista”. Prevén que los precios subirán hacia los $us 4.000 a mediados de 2026, citando una combinación de “estanflación, recesión, devaluación y riesgos para la política estadounidense”.
El rendimiento del oro este año ha sido asombroso, disparándose casi un 50% y superando el récord ajustado a la inflación establecido en 1980. Este aumento se ha visto impulsado en gran medida por las compras concertadas de los bancos centrales y la reanudación de los recortes de tipos de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense.
Fuente: La Razón