Selección boliviana de talla baja celebra su histórica clasificación al Mundial de Marruecos 2026


La historia de uno de los más jóvenes conmovió particularmente, es estudiante de último año.

Ligia Portillo



Fuente: Red Uno/Que no me pierda

La emoción desbordó aeropuertos y pantallas. Los integrantes de la Selección Boliviana de Talla Baja retornaron al país entre aplausos, abrazos y lágrimas contenidas tras concretar una proeza: clasificar por primera vez al Mundial de Marruecos 2026. Un logro que no solo lleva el nombre del país a la élite de esta disciplina, sino que refleja historias de sacrificio, esfuerzo y un profundo amor por la camiseta.

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Durante un enlace en vivo, los jugadores que residen en La Paz aterrizaron en Santa Cruz, donde compartieron su alegría y los desafíos que debieron enfrentar. Se conversó con tres de los protagonistas, un delantero clave, un jugador conocido por su particular apodo y un joven estudiante con una historia singular. Sus nombres se mantienen en reserva por solicitud expresa, pero su entrega habla por sí sola.

“Estamos contentos por llegar a cuartos y clasificar al mundial. Agradecidos con Dios y con todas las personas que nos apoyaron por redes sociales”, dijo uno de los jugadores, aún con la voz cargada de emoción luego del arduo camino recorrido.

Otro integrante recordó los momentos más tensos, cuando el equipo necesitaba recursos económicos. “Nos faltaban para las amarillas. Pero con la ayuda que se difundió, llegó el apoyo, llegó el dinero. Gracias por expandir la noticia”, expresó.

La historia de uno de los más jóvenes conmovió particularmente. Estudiante de último año, confesó que dejó actividades escolares clave para representar al país. “Hice todo por la selección y por Bolivia. Pero sí, voy a pasar de curso, aseguré mis trimestres y este año salgo del colegio”, relató entre risas y alivio.

Otro de los delanteros, figura destacada del torneo, pidió públicamente a sus docentes un poco de paciencia para ponerse al día con tareas y evaluaciones. “No he ido de fiesta, fui a representar al país. Ojalá me den plazo para entregar todo”, pidió mientras resaltaba lo difícil que fue enfrentar a rivales como Paraguay, con complicaciones incluso antes del pitazo inicial.

El compromiso del grupo también se refleja en quienes ya trabajan para sostener a sus familias. Uno de los jugadores contó que tiene un taller mecánico y que lo dejó para competir. “Mañana vuelvo al trabajo. Esto es lo que me da de comer, pero siempre voy a dejar todo por la selección”, afirmó con humildad.

De cara al futuro, el equipo anunció que retomará entrenamientos después de Año Nuevo. El objetivo es claro, llegar competitivos a Marruecos 2026 y seguir dejando al país en lo más alto.

El cierre no pudo ser más emotivo. Antes de despedirse, los jugadores lanzaron su grito de guerra, el mismo que los acompaña desde que pisan la cancha: “¡A ganar, a ganar, a ganar!”

Un eco que hoy resuena en todo Bolivia. Porque estos gladiadores no solo consiguieron un boleto mundialista, demostraron que con unidad, disciplina y corazón, los sueños son posibles.