Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), “mercenario” es aquel soldado que, a cambio de un estipendio (salario), sirve en la guerra a un poder extranjero. Asimismo, en su cuarta acepción, la RAE establece como sinónimo la palabra asalariado; por lo que en palabras sencillas “mercenario” es una persona contratada para acabar con la vida del enemigo de turno. Por otra parte, la RAE define la palabra “comunicar” como descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo.
Tomando en cuenta estos conceptos, podríamos determinar que un mercenario de la comunicación es aquella persona contratada con la finalidad de comunicar algo conforme a los intereses de su contratante, ya sea promoviendo su imagen o destruyendo la de su adversario, sin importar si para ello se exageran datos, se incurre en falsedades o se sacrifica incluso su propia imagen y ética profesional.
Este tipo de individuos, pagados para engrandecer o disminuir a un tercero, son generalmente personas sin escrúpulos. Se venden al mejor postor; no les interesan los antivalores que se promuevan ni el efecto negativo que puedan generar sus acusaciones. Lo importante para ellos es brindar el servicio prometido a cambio del monto pactado.
Los mercenarios de la comunicación pueden ser periodistas, reporteros, influencers o incluso personas sin formación profesional, contratadas simplemente para aplaudir o atacar cuando el contratante lo requiera.
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Tiempo atrás, la comunicación era exclusiva del periodismo. Este noble oficio siempre estuvo comprometido con la verdad y con la responsabilidad hacia la sociedad. Su deber era informar sin omitir datos principales, evitando falsear documentos o publicar material engañoso o de dudosa procedencia. Un periodista comprometido con la ética era aquel que —de manera responsable e imparcial— publicaba una noticia basada en la verdad, no en suposiciones u opiniones sugestivas.
Hoy, la comunicación ya no es exclusiva de un estudio de televisión, radio o de medios de prensa escrita. Cualquier persona puede generar información o desinformación. Las redes sociales han provocado impactos positivos y negativos, pero si algo hay que reconocer es lo fácil que resulta promover —masivamente— información falsa o dañina.
En época electoral, podemos diferenciar a periodistas de calidad que actúan conforme al periodismo tradicional, frente a los mercenarios de la comunicación, quienes solo buscan controversia o ataques dirigidos, hablando repetitivamente de un tema sin importar si hay otras noticias relevantes. En esta era digital, lo que se sube a internet permanece en internet; por ende, venderse y atacar como mercenario para luego negarse y esconderse son acciones incompatibles.
Mientras tanto, como ciudadanos, sepamos identificar y valorar aquel periodismo ético y tradicional, y evitemos intoxicarnos de lo que vociferan o publican aquellos mercenarios de la comunicación vendidos al mejor postor.