El 20 de enero de 1961, Jackie Kennedy apareció en la investidura de su marido con un chaquetón melton de lana crudo diseñado por Oleg Cassini, un conjunto que se quedó grabado a fuego en la población estadounidense. Lo que pocos saben es que si Kennedy hubiera perdido las elecciones, la frustrada primera dama se hubiera quedado en casa viendo la investidura con su chaquetón y su sombrero redondo a juego. Elegancia de andar por casa. Eso es lo que le confesó Jackie a su amiga y asesora Diana Vreeland, la persona que le aconsejó que llevara puesto ese vestido.
Diana Vreeland (París, 1903-Nueva York, 1989) fue la primera que vió en Jacky el referente de moda que después llegó a ser. También fue la primera en descubrir la luz de una estrella de Hollywood que acaba de apagarse, la irrepetible Lauren Bacall. Vreeland fue pionera en muchos campos. Desde su mesa de dirección (primero de Harper’s Bazaar, después de Vogue)inventó la profesión de editora de moda y fundó las bases sobre las que se asientan las revistas de tendencias actuales. Trascendió el papel de periodista para convertirse en un icono en sí misma.
La editora de moda Diana Vreeland
Cada historia tiene su principio, y la de Vreeland se remonta a una noche de fiesta en el Saint Regents de Nueva York. Fue ahí donde la periodista de moda Carmen Snow se fijó en el porte y la ropa de Vreeland y le ofreció trabajo en su revista. Sin más formación que la que le había dado una vida itinerante y un conservatorio de danza, Vreeland se lanzó al mundo editorial con una columna en la que daba consejos tan disparatados como “lave el pelo de sus hijos con champagne pasado, como hacen en Francia” o “vista a su hijo como un bebé en una fiesta de disfraces”. En una época de recesión económica, había una voz discordante en medio de un coro de lamentos. Y esta voz se hizo rápidamente con el papel de solista. Los cincuenta fueron años de crisis y post-crisis, a raíz de aquello se redefinieron muchos de los modelos económicos y de relación social que existían. De aquel replanteamiento nació la sociedad de consumo y la cultura del ocio. Y en medio de todo aquello estaba Vreeland.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Original y fantasiosa, esta parisina de constitución menuda y carácter fuerte alcanzó la cima con rapidez. Ella no vivía de la moda, vivía PARA la moda, y veía en ella mucho más que un conjunto de prendas bonitas. “Un vestido nuevo no te conduce a ninguna parte” solía decir, “lo que importa es la vida que llevas con ese vestido”. Esta forma de ver el mundo creó escuela, Vreeland fue una auténtica pionera de la contemporaneidad, y ,en cierto modo, moldeó una parte de la sociedad que hoy conocemos.
Cuando nadie apostaba por los bikinis, ella lo hizo. “América no estaba preparada, pero yo sí” reflexionaba al respecto. Introdujo a modelos de todas las razas en sus páginas y las convirtió, con Twiggy a la cabeza, en celebridades. Pero el viaje fue recíproco, y actrices como Cher , Barbra Streisand o Sofía Loren se convirtieron, gracias a Vreeland, en maniquíes. “No tienes que darle a la gente lo que cree que quiere, tienes que darle lo que aún no sabe que quiere” solía decir. Con esta afirmación como lema, Vreeland hizo a los lectores soñar, patentó el concepto “aspiracional” y trajo la modernidad a las páginas satinadas de las revistas. Y lo compaginó con otro concepto, este más estético, que definió la forma y distribución de los editoriales de todo el mundo: “el ojo [del lector] tiene que viajar”.
Precisamente esta es la afirmación que acompaña al nombre de Diana Vreeland en el mejor documental que se ha hecho sobre ella hasta la fecha, y que en España se ha traducido libremente como ‘Diana Vreeland, la mirada educada’. El viernes 19 de septiembre a las 22:30 se estrenará en la Cineteca del Matadero de Madrid dentro del ciclo American Portraits que nos presenta Seagram´s Gin. Este ciclo repasará la vida y la obra de algunas de las personalidades más influyentes de la América de los años cincuenta. El documental también estará disponible a partir del 1 de septiembre en la plataforma digital Filmin. Un documental, varios formatos y un personaje para recordar. Porque hoy, quizás más que nunca, sea necesario reivindicar el genio de figuras como la de Vreeland.
Fuente: www.revistavanityfair-es