El colapso de la firma de autopartes First Brands, de Ohio, deja a bancos y fondos con pérdidas millonarias, reavivando el debate sobre la transparencia y la supervisión en el sector del crédito privado.
Fuente: Infobae
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Miles de millones de dólares han desaparecido tras la quiebra de First Brands, un fabricante de autopartes con sede en Cleveland, Ohio, que hasta hace poco era considerado un caso de éxito en la industria. El colapso de la compañía, presentado ante un tribunal de Texas a finales del mes pasado, ha dejado a bancos internacionales, fondos de inversión y prestamistas de crédito privado con pérdidas inesperadas, generando inquietud en Wall Street por la opacidad de las prácticas financieras y el riesgo sistémico que esto representa para el sector.
La magnitud del colapso de First Brands ha sorprendido a los mercados financieros. Documentos judiciales y fuentes involucradas en las negociaciones estiman que las pérdidas podrían alcanzar varios miles de millones de dólares, según consigna The New York Times.
En una reciente audiencia, un representante de los acreedores afirmó que hasta USD 2.300 millones en activos “simplemente desaparecieron”. La empresa, que emplea a 26.000 personas y reportó ventas por USD 5.000 millones el año pasado, se había expandido rápidamente en la última década mediante la adquisición de 15 competidores, incluyendo marcas reconocidas como FRAM y Autolite. Sin embargo, la estrategia de crecimiento agresivo se sustentó en una estructura de deuda compleja y poco transparente, que terminó por colapsar cuando los acreedores comenzaron a exigir mayor claridad sobre las finanzas de la compañía.
Entre los principales afectados por la quiebra figuran actores de peso en el sistema financiero global. Jefferies, el banco de inversión neoyorquino que estructuró gran parte del financiamiento de First Brands, enfrenta pérdidas significativas a través de su filial Point Bonita Capital, la cual prestó USD 715 millones para abastecer inventario a minoristas como Walmart y Advance Auto Parts. La entidad reconoció que no ha recibido pagos por esos préstamos desde el 15 de septiembre y que investiga si los fondos se destinaron a saldar otras deudas. La cotización de Jefferies cayó un 17% en la última semana, aunque la entidad sostiene que su exposición ha sido “exagerada por muchos”.
UBS, el banco suizo, también se encuentra entre los más perjudicados, con fondos privados que reclaman más de USD 500 millones. BlackRock, otro gigante de la gestión de activos, canalizó recursos a través de un intermediario y figura entre los acreedores, aunque no ha precisado el monto exacto de su exposición. Además, fondos como CarVal y Ellington Management Group, junto a decenas de prestamistas de crédito privado y hedge funds, se suman a la lista de damnificados. Incluso los brazos financieros de Ford Motor y General Motors aparecen entre los acreedores, aunque desde General Motors aseguran que no prevén “interrupciones materiales” en sus operaciones.
Prácticas financieras opacas y deuda fuera de balance
El caso de First Brands ha puesto en evidencia prácticas financieras opacas que han alarmado a los participantes del sector. La empresa acumuló USD 6.000 millones en deuda de alto riesgo registrada en su balance, una cifra considerable pero no inusual en Wall Street. Sin embargo, la verdadera preocupación surgió cuando los acreedores descubrieron la existencia de miles de millones en deudas fuera de balance, ocultas mediante una red de entidades legales y compromisos superpuestos con diversos prestamistas de crédito privado, algunos de ellos vinculados a Jefferies.
Uno de los mecanismos más controvertidos fue el uso de facturas como garantía para obtener financiamiento. Si bien este tipo de préstamos a corto plazo es habitual, los acreedores detectaron que First Brands había comprometido los mismos cobros a varios prestamistas, multiplicando artificialmente el valor de las garantías. Al tratarse de acuerdos fuera de balance, los acreedores no tenían conocimiento de que las mismas facturas se habían utilizado en más de una ocasión. Cuando la empresa intentó refinanciar su deuda este verano, la falta de transparencia y la complejidad de la estructura financiera quedaron al descubierto, lo que precipitó el colapso.
La reacción en Wall Street y el sector financiero fue inmediata. El interés por el caso ha sido intenso, con más de 500 personas conectadas a la primera audiencia judicial, según el juez encargado. La situación ha reavivado el debate sobre los riesgos del crédito privado, un mercado que ha crecido exponencialmente en la última década gracias a la entrada de fondos de pensiones, dotaciones universitarias y otros grandes inversores institucionales. A diferencia de la banca tradicional, los prestamistas de crédito privado operan con menor supervisión y pueden asumir riesgos mayores, lo que ha permitido la proliferación de prácticas poco transparentes y estructuras financieras difíciles de rastrear.
Contexto regulatorio y advertencias para el sector
El contexto regulatorio ha contribuido a este auge. Recientes cambios normativos en Estados Unidos han permitido que los planes de jubilación 401(k) inviertan en fondos de capital privado que otorgan crédito a empresas, incrementando la exposición de los ahorros de los trabajadores a este tipo de riesgos. Mientras tanto, la defensa de First Brands atribuye la quiebra a factores macroeconómicos y a los aranceles impuestos durante la administración Trump, que habrían incrementado los costos de importación. Los abogados de la empresa niegan cualquier irregularidad y sostienen que la caída se debió a circunstancias fuera del control de la dirección. Por su parte, los acreedores describen la estructura financiera de la compañía como una “caja negra” y reconocen que “hay mucho que no sabemos, para decirlo claramente”.
El caso de First Brands se ha convertido en una advertencia para el sector financiero sobre los peligros de la opacidad y la falta de regulación en el crédito privado. La atención se centra ahora en la posibilidad de que otras empresas del sector automotriz puedan enfrentar dificultades similares, lo que mantiene en vilo a inversores y analistas ante la perspectiva de nuevas turbulencias en el mercado.