El Papa León XIV implora a la Virgen María “reina de la paz” durante la vigilia de oración por el fin de los conflictos armados en el mundo; en la que también recordó las palabras de Jesús en el Evangelio: «Envaina tu espada» (Jn 18, 11)” que son una invitación a “desarmar el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz”.
Johan Pacheco – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican New
Al caer la tarde del 11 de octubre, el Papa León XIV dirigió la oración del Santo Rosario pidiendo por la paz en el mundo. “Todos unidos, perseverantes y con un mismo sentir, no nos cansamos de interceder por la paz, don de Dios que debe convertirse en nuestra conquista y nuestro compromiso”, dijo.
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En el saludo introductorio, el Papa motivó la oración a la Virgen María diciendo: “A ella, madre amorosa, dirigimos nuestra oración para que conserve en nosotros la imagen de su Hijo y, bajo su protección, vivamos como hermanos y hermanas, llegando a ser así, en un mundo desgarrado por las luchas y las discordias, artesanos de paz”, expresó el Pontífice ante la imagen original de la Virgen de Fátima que peregrina a Roma para el Jubileo de la Espiritualidad Mariana. Luego fueron rezados los Misterios Gozosos del Santo Rosario.
Devoción mariana
En su reflexión el Papa León XIV invitó a contemplar en la Virgen María «sus virtudes humanas y evangélicas, cuya imitación constituye la más auténtica devoción mariana”, como lo enseña el capítulo VIII de la constitución dogmática Lumen gentium, cuyos textos también fueron leídos como meditaciones durante el Rosario.
“Como ella -dijo el Papa-, la primera discípula, supliquemos el don de un corazón que escucha y se vuelve fragmento de un cosmos que acoge. A través de ella, Mujer dolorosa, fuerte y fiel, pidamos que nos alcance el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre, y hacia todas las criaturas”.
Hagan lo que él les diga
El Papa subrayó las palabras de la Virgen en el Evangelio: «Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2,5). Reflexionando así que “María, como una señal indicadora, orienta más allá de sí misma, muestra que el punto de llegada es el Señor Jesús y su Palabra”.
Y León XIV en medio de su súplica por la paz, señala que “entre las palabras de Jesús que no queremos dejar pasar, una resuena especialmente hoy, en esta vigilia de oración por la paz: la dirigida a Pedro en el huerto de los olivos: «Envaina tu espada» (Jn 18, 11)”.
La paz desarmada y desarmante
“Desarma la mano y, antes aún, el corazón -exhorta el Papa-. Como ya he mencionado en otras ocasiones, la paz es desarmada y desarmante. No es disuasión, sino fraternidad; no es ultimátum, sino diálogo. No llegará como fruto de victorias sobre el enemigo, sino como el resultado de sembrar justicia e intrépido perdón”, dice.
Reitera el Pontífice que las palabras de Jesús: “Envaina la espada”, hoy va dirigida a quienes guían los destinos de los pueblos: «¡tengan la audacia de desarmarse!»; y también a cada persona: “para hacernos cada vez más conscientes de que no podemos matar por ninguna idea, fe o política. Lo primero que hay que desarmar es el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz”.
Plegaria a la virgen María por la paz
“Nos hemos reunido esta noche en oración alrededor de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, como los primeros discípulos en el cenáculo. A ella, mujer profundamente pacífica, reina de la paz, nos dirigimos”. Luego el Papa recitó la siguiente plegaria:
“Ruega con nosotros, Mujer fiel, sagrado seno del Verbo. Enséñanos a escuchar el grito de los pobres y de la madre Tierra, atentos a las llamadas del Espíritu en el secreto del corazón, en la vida de los hermanos, en los acontecimientos de la historia, en el gemido y en el júbilo de la creación. Santa María, madre de los vivos, mujer fuerte, dolorosa, fiel, Virgen esposa junto a la Cruz, donde se consuma el amor y brota la vida, sé tú la guía de nuestro compromiso de servicio. Enséñanos a detenernos contigo junto a las infinitas cruces donde tu Hijo sigue crucificado, donde la vida está más amenazada; a vivir y dar testimonio del amor cristiano acogiendo en cada hombre a un hermano; a renunciar al oscuro egoísmo para seguir a Cristo, verdadera luz del hombre. Virgen de la paz, puerta de la esperanza segura, ¡acoge la oración de tus hijos!”
El momento de oración concluyó con la adoración y bendición de la Santísima Eucaristía, que impartió el Santo Padre.
En el Jubileo de la Espiritualidad Mariana, León XVI ofrendó una Rosa de Oro como signo de devoción a la venerada imagen de la Virgen de Fátima, y de reconocimiento a su Santuario en Portugal.
Fuente: Vatican New