Precios altos y ventas en ‘picada’, el drama de una economía que no crece


Los mercados son el termómetro donde se mide el impacto de la inflación, la escasez de combustible y la caída del poder de compra de los consumidores. El incremento en los costos de los alimentos provoca malestar e impotencia

 

Por Juan Carlos Salinas



En los mercados las personas deben llevar de forma adecuada sus finanzas personales si buscan que el dinero que tienen pueda cubrir de los gastos de primera necesidad. Foto: Ricardo Montero

 

Fuente: eldeber.com.bo

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Un kilo de arroz no baja de los Bs 15, la unidad de huevo en las tiendas es de Bs 2 y una docena de plátanos se vende en Bs 14. Así uno de los platos más económicos demanda un mayor gasto. Un lujo que muchos ya no se pueden dar.

Alejandra Suárez, no esconde su enojo e impotencia cuando muestra su pequeña bolsa con unas cuantas cebollas y un puñado de zanahorias.

Asegura que la cebolla le costó Bs 10, cuando antes pagaba Bs 5 y que por la zanahoria tuvo que pagar Bs 7, cuando antes no gastaba más de Bs 4.

“Todo está más caro y la cebolla, la papa y las verduras son más pequeñas. Los vendedores dicen que la producción se ve afectada por la falta de diésel. Que es más caro hacerla llegar a los mercados de las ciudades y por eso deben subir de precio. Todo sube, mientras nuestros sueldos ya no alcanzan para nada”, observó Alejandra.

Para Susana, que atiende un puesto de venta de pollo en el antiguo Abasto, los precios de los alimentos cada día van subiendo, debido a que los productores deben pagar a un precio más alto los insumos alimentarios y que para llegar a los centros de abastecimientos de la ciudad pagan a un precio mayor el litro de diésel que compran en el mercado negro.

“Por ejemplo, el precio del kilo de pollo no baja de los Bs 18 y ha llegado hasta los Bs 24. Esto provoca que las personas compren menos, que elijan los cortes más baratos, aunque nada es barato. Como vendedores debemos escuchar las quejas de las caseras que se agarran con nosotros que no tenemos la culpa de que no haya diésel o dólares”, sostuvo Susana.

Para la señora Agustina que tiene un puesto de venta de verduras y hortalizas en el antiguo Abasto, la menor venta le provoca menores ingresos, un aspecto que impacta en la cantidad de ayudantes que contrata.

“Se vende menos, las caseras preguntan y preguntan por los precios y ya no compran como antes. Cuidan el centavo, piden solo lo necesario y eso nos está perjudicando”, se lamentó Agustina.

Sobre el tema, Carlos Aranda, economista de Populi, explicó que la actual situación económica del país y el no crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), se debe a varios factores.

Para Aranda el origen del problema está en el desequiibrado gasto fiscal, que ha provocado que el Estado tenga iliquidez, que hay una falta de dólares, provocando su encarecimiento, costos que se trasladan a los insumos que se importan y que se traduce en una mayor inflación.

“La economía no crece por diferentes factores, no hay dólares, hay cupos a la exportación privada, los insumos que se importan son más caros, las personas prefieren no gastar y ver que pasa, al igual que los inversores, eso genera que la economía del país se enfríe”, señaló Aranda.

Para el presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz (Fepsc), Óscar Mario Justiniano, el país enfrenta “una crisis profunda, resultado de decisiones políticas e ideológicas que se negaron a corregir cuando aún era posible hacerlo”. En el programa Dinero, del Streaming TV ED24, el líder empresarial sostuvo que este escenario es consecuencia directa de la falta de divisas, la intermitencia en el abastecimiento de combustibles y las restricciones a las exportaciones, que paralizaron las cadenas productivas.

“No es que la economía cayó, estamos en decrecimiento. La falta de dólares ha generado escasez de combustibles y eso afectó desde la producción hasta el transporte y las exportaciones. Todos los sectores lo están sintiendo”, afirmó.

Justiniano recordó que, desde hace más de un año, los análisis de las instituciones empresariales advertían la desaceleración económica. Sin embargo, dijo, que el Gobierno “ignoró las alertas” y priorizó la ideología sobre las medidas técnicas. “En economía no hay misterio: si no se toman las medidas correctivas, el desenlace es inevitable. Hoy estamos viendo ese resultado”, lamentó.

El dirigente advirtió que la recesión reducirá el empleo formal y golpeará con más fuerza a los sectores productivos y de servicios. “Cada familia boliviana siente que lo que gana ya no alcanza. Aumentar los ingresos no sirve si la inflación crece al mismo ritmo. Es como correr en una rueda sin llegar a la meta”, graficó.

 

Parálisis productiva

El titular de los empresarios cruceños remarcó que la escasez de dólares es el origen del actual congelamiento económico. La falta de divisas ha encarecido las importaciones, afectando al agro, la industria y el comercio. “Sin combustible y sin dólares, no se puede producir. El sector forestal, por ejemplo, cayó más del 50% en exportaciones, no porque no haya madera, sino porque no había diésel para operar en el momento oportuno”, explicó.

También criticó los cupos y restricciones a las exportaciones de carne, soya y derivados. “Más de 100 días se paralizó la exportación de carne. Eso acelera la recesión. El Estado se volvió una tranca para el que produce”, sentenció.

Justiniano reveló que el sector privado propuso al Gobierno recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos multilaterales para reordenar las cuentas fiscales y reactivar la economía. “Era necesario dejar la ideología de lado y acudir al FMI. No es el único ente, pero es la llave que abre la puerta para acceder a financiamiento del BID, Banco Mundial o la CAF”, explicó.

A su juicio, el país debe buscar créditos a largo plazo, con años de gracia, que permitan invertir en sectores productivos y no seguir llenando huecos. “Bolivia está como una empresa sin liquidez: necesita financiamiento responsable y sostenido para reactivar su economía”.

Otro golpe a la economía

Hambre, impotencia y cansancio, es el común denominador de los usuarios que llevan hasta tres días en la fila, esperando su turno para cargar diésel en algún surtidor. Se trata de choferes de flotas y camiones que exigen una solución inmediata al Gobierno nacional.

Edwin Zelaya, chofer de flota, reveló ayer que está haciendo fila desde hace tres días. “Debería estar viajando a Oruro, pero estoy esperando mi turno para llegar a la bomba y poder cargar diésel”, remarcó.

Asimismo, otro colega suyo de la empresa Trans Copacabana resaltó que él lleva desde el sábado esperando un cupo en el surtidor de la zona de Polanco. “Como somos dos choferes por flota, uno descansa y el otro hace fila; luego de un determinado tiempo, cambiamos”, apuntó, a tiempo de afirmar que también debería estar viajando a La Paz, pero la situación en otras regiones es peor que en Santa Cruz.

A unos metros estaba don Delfín, que con un tono molesto, manifestó que lleva tres días esperando combustible.

“Estamos sin bañarnos, sin comer. Vivimos prácticamente en condiciones inhumanas”, reclamó.

El ingreso de unas 600 cisternas a las instalaciones de YPFB Logística representa un alivio temporal para los surtidores de Santa Cruz, que podrán operar con mayor normalidad durante al menos una semana. Sin embargo, la situación en el resto del país continúa siendo crítica, con largas filas en estaciones de servicio de La Paz, Cochabamba y varias ciudades intermedias, donde el diésel y la gasolina siguen racionados.

El presidente de la Federación de Empresarios Cisterneros del Oriente, Sergio Kosky, confirmó que los camiones comenzaron a descargar combustible, pero advirtió que la normalización no será inmediata.

“Después de tanto sacrificio del pueblo, pueden empezar a descargar estas cisternas. Estaban acá alrededor de 600 cisternas que estaban cargadas en la puerta de Palmasola, tanto con diésel como con gasolina”, explicó.

Para Germán Molina, economista, un país son energía, es una economía que lentamente se va muriendo.

“Imagínese cómo la industria puede ser eficaz si su principal aliado que es el transporte está parado por falta de diésel. Eso es un despropósito que con seguridad se va reflejar en el comportamiento del PIB y en las futuras proyecciones”, dijo Molina.