El inédito balotaje que hoy se celebra en Bolivia deja al país frente a una paradoja política. Por primera vez, desde hace casi dos décadas, la polarización electoral no se estructura entre izquierda y derecha, sino dentro del amplio espectro del centro y la derecha.
Fuente: https://larazon.bo
Hasta las elecciones de 2020, la pugna política se ventiló entre los partidos y alianzas de derecha y el Movimiento Al Socialismo (MAS) —máximo representante de la izquierda en Bolivia—. Sin embargo, en los últimos comicios, el partido de gobierno apenas salvó su personería jurídica con 3,17% de la votación nacional.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y Jorge Quiroga, de la alianza Libertad y Democracia (Libre), pugnan en urnas la Presidencia, en una contienda de intensa confrontación discursiva, identitaria y emocional, pese a que ambos comparten un perfil ideológico opositor.
Polarización electoral
La segunda vuelta electoral, prevista en el artículo 166 de la Ley 026 de Régimen Electoral, se definirá entre ambos postulantes debido a que lograron la mayor votación en la elección del 17 de agosto, cuando Paz obtuvo un 32,06% y Quiroga, 26,7%. “Se proclamará Presidenta o Presidente del Estado la candidata o el candidato que obtenga más del 50% de los votos válidos emitidos, o que haya obtenido al menos el 40% de los votos válidos emitidos con una diferencia de al menos 10% en relación con la candidata o el candidato ubicado en segundo lugar”, dispone la norma.
Uno de los escenarios más “activos” de la campaña fueron las redes sociales, donde quedó claro que la configuración amigo-enemigo está tan vigente como en las elecciones generales anteriores. En medio de acusaciones mutuas de guerra sucia y hasta alusiones familiares, los candidatos pidieron el voto del electorado.
Tres analistas consultados por La Razón coincidieron en que la polarización de este proceso no obedece a diferencias programáticas reales, sino a la necesidad de ambos bloques de construir una identidad adversaria que los diferencie ante un electorado desencantado y huérfano de representación progresista.
Balotaje
Para la politóloga María Teresa Zegada, el origen de la polarización actual no se encuentra en las ideas, sino en la estrategia electoral. “Si uno se fija en los programas de gobierno, son bastante afines. No hay ninguna distancia ideológica considerable que permita ver realmente polarización”, explicó.
Sin embargo, aclaró que en momentos de crisis o de alta competencia, los polos tienden a agudizarse. “En este caso, lo que hacen los candidatos y las opciones políticas es justamente polarizar para lograr diferenciarse del otro”, señala. La polarización, entonces, no responde a un conflicto doctrinal, sino a un uso calculado de los símbolos y emociones que movilizan al electorado.
Esa construcción de antagonismos reactivó viejos fantasmas. Zegada identifica dos ejes principales que hoy alimentan la disputa: el racismo y la corrupción. “El reposicionamiento del racismo, en este caso como victimización de parte de uno de los candidatos, ha vuelto a convertir este tema en un elemento polarizante en términos discursivos y políticos”, sostuvo.
Análisis
El segundo factor, añadió, es la corrupción. “Son temas que forman parte de la vida política, pero que han sido utilizados e instrumentalizados discursivamente para diferenciarse uno del otro.” En la campaña, ambos candidatos han recurrido a esas narrativas: uno como promesa de renovación moral, el otro como reivindicación de los sectores populares históricamente marginados.
Así, se refirió a la polémica en torno a los tuits racistas que se atribuyeron a Juan Pablo Velasco, candidato vicepresidencial de Libre, en las últimas semanas de campaña, y que, desde su publicación, el PDC hizo del racismo bandera de su propaganda.
También se aludió las denuncias de supuesta corrupción que envolvieron a Paz en su gestión como alcalde de Tarija.
Candidatos
Por su parte, el abogado y analista político Paul Coca coincidió en que la polarización del balotaje no responde a una clásica disputa ideológica. “Es la primera vez que Bolivia tiene una figura del balotaje. Por ende, pensamos que una polarización tendría que ser entre izquierda y derecha. No necesariamente es así”, afirmó.
En su criterio, el fenómeno es natural. “En cualquier país con segunda vuelta se da una polarización político-electoral entre quienes apoyan a un candidato y quienes respaldan al otro. Es un fenómeno absolutamente normal”. La diferencia, añadió, es que este proceso se produce en ausencia de la izquierda, cuya representación electoral “quedó sepultada en la primera vuelta”.
Con la ausencia MAS y sus aliados del espacio competitivo dejó un vacío que, paradójicamente, no eliminó las tensiones sociales que sostenían la polarización, sino que las trasladó a otros actores.
Tensiones
Desde su análisis, el comunicador y consultor político Manuel Mercado consideró que la polarización boliviana trasciende las etiquetas ideológicas. “Las tensiones políticas no se explican sólo por ideologías, sino ante todo por identidades regionales, desconfianza institucional y clivajes muy profundos como el racismo y el regionalismo”, afirmó.
Desde su perspectiva, aunque el balotaje enfrenta a dos candidatos de centro y centroderecha, el país “sigue dividido alrededor de la figura del expresidente Evo Morales y del movimiento socialista”. Esa persistencia de la memoria política del MAS y de su narrativa de inclusión y resistencia ha fragmentado incluso el voto que antes se identificaba con el denominado proceso de cambio. Parte de esa base, según los analistas, ha migrado al PDC de Rodrigo Paz, mientras que otro sector, más conservador y empresarial, se ha alineado con Jorge Quiroga.
Zegada lo explicó en términos de continuidad electoral. “Si uno analiza los mapas de geografía electoral y sobrepone el voto del MAS con el voto del PDC, hay una clarísima relación”, señaló.
Campaña
A su juicio, “el apoyo electoral del MAS se ha desplazado ahora al PDC, vistos estos candidatos como quienes representan mejor las expectativas de lo popular en el país”. Ese desplazamiento responde tanto a afinidades discursivas como a la ausencia de una alternativa progresista.
“La izquierda hoy está pasando probablemente por su peor momento. No ha surgido una candidatura de izquierda en las elecciones”, apuntó. La consecuencia es que “la militancia de izquierda, que antes se articulaba alrededor del MAS, está hoy desintegrada y sin representación clara”.
Coca coincidió con ese diagnóstico. “La militancia de izquierda quedó desencantada, con el gobierno del MAS y el agotamiento del denominado proceso de cambio tras casi 20 años”, afirmó. Si bien reconoce que “sí existe militancia de izquierda”, sostiene que esta se encuentra dispersa y sin liderazgo.
Liderazgo
“El MAS ha destrozado el sistema de partidos políticos. Hoy ningún partido tiene una militancia ideológicamente formada y fuerte”, sentenció.
El resultado es una competencia electoral dominada por estructuras frágiles, con apoyos volátiles y coaliciones coyunturales que buscan más contener que representar. “Sería iluso decir que no hay militancia de izquierda, pero esa militancia no tiene hoy un canal institucional ni una referencia de poder”, agregó.
Mercado coincidió en que el voto del MAS no desapareció, sino que se redistribuyó. “El PDC de Rodrigo Paz ha sido el principal receptor del voto popular, porque ha mostrado mayor cercanía con el ideario del movimiento popular”, explicó.
Sin embargo, advirtió que esa transferencia no fue homogénea.
Electorado
“La votación que acompañaba a Samuel Doria Medina también ha migrado hacia Jorge Quiroga, por afinidad ideológica y por la lógica de la polarización.” En otras palabras, el balotaje fracturó también las antiguas lealtades y obligó a los electores a definirse más por rechazo que por convicción.
Esa lógica de oposición se repite en los movimientos de los liderazgos tradicionales. Zegada observa que el respaldo de Doria Medina a Paz obedece más a un antagonismo personal que a una afinidad programática.
“Las definiciones políticas se dan mucho por la oposición a alguien más que por la afinidad con alguien”, afirmó.
“En el caso de Doria Medina, es muy clara la oposición y el rechazo que tiene ahora a Jorge Quiroga”, justificó Zegada.
Esa misma motivación explica, según la analista, la migración de varios de sus antiguos asesores al equipo de Paz. De igual modo, sectores empresariales, cívicos y de clase media que se oponían al MAS se han alineado con Quiroga, no tanto por convicción liberal, sino por la reactivación del “rechazo al MAS” como elemento identitario.
El ganador del balotaje asumirá la Presidencia el 8 de noviembre, en una transición “democrática” y “en paz”, como lo anunció el presidente Luis Arce.
Le tocará “blindar” su gestión con alianzas de gobernabilidad.