En política, cada día cuenta. Y mucho más cuando se está a tan solo veinte días de asumir el mando de un país que atraviesa una de sus etapas más complejas de su historia. El nuevo gobierno que se prepara para tomar las riendas de Bolivia no puede permitirse el lujo de llegar “a improvisar”. La transición debe ser activa, estratégica y profundamente consciente de los desafíos que nos esperan.
Este breve periodo no es un tiempo de celebración ni de espera pasiva. Es, en cambio, una ventana crítica para preparar el terreno de lo que vendrá. La administración entrante debe comprender que el éxito o el fracaso de los primeros meses de gobierno se juega en estos días previos.
En el criterio de especialistas, estas son las prioridades ineludibles:
Primero, se debe conformar un equipo de transición sólido y técnicamente preparado, capaz de dialogar con el gobierno saliente y obtener información clave del estado real, de las instituciones, las finanzas públicas y los principales programas sociales. La transparencia y el diagnóstico honesto serán esenciales para no construir promesas sobre terrenos inestables.
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Segundo, es fundamental realizar un diagnóstico rápido pero riguroso del país. La situación económica no admite demoras: caída de reservas internacionales, presión inflacionaria, escasez de dólares, contrabando y un sistema productivo ahogado por la incertidumbre. A esto se suma la urgencia de revisar la situación del sector hidrocarburos, la seguridad ciudadana y los servicios básicos como salud y educación.
En tercer lugar, el nuevo liderazgo debe tener ya diseñado un plan de acción para los primeros 100 días, con medidas claras y ejecutables. La ciudadanía no espera milagros, pero sí señales firmes de que el timón cambió de rumbo y que hay un gobierno decidido a gobernar, no simplemente a sobrevivir.
La importancia de la gobernabilidad y un relato consistente
No menos importante será la construcción de la gobernabilidad. Bolivia necesita una nueva narrativa que supere la polarización, que convoque a los distintos sectores, incluyendo a quienes no votaron por la opción ganadora, y que recupere la confianza en las instituciones. Gobernar no es imponer, es saber articular intereses diversos en torno a un proyecto común.
Asimismo, es hora de pensar el lugar de Bolivia en el mundo. Un relanzamiento de las relaciones internacionales, especialmente con países vecinos, organismos multilaterales y mercados estratégicos, será vital para atraer apoyo financiero y técnico.
Una oportunidad que no se puede desperdiciar
Lo que haga, o deje de hacer, el nuevo gobierno en estos 20 días marcará su punto de partida. O se prepara desde ahora para enfrentar la compleja realidad del país con responsabilidad y visión de futuro, o caerá en la improvisación que tantos costos ha tenido en el pasado.
No hay tiempo que perder. La ciudadanía espera señales claras. Y el futuro empieza hoy, no el día de la posesión.
Fernando Crespo Lijerón