Álvaro Riveros Tejada
A raíz de los resultados del balotaje, que dio como triunfador al Partido Demócrata Cristiano, encabezado por la fórmula de Rodrigo Paz Pereira y Edman Lara, Evo Morales, mandatario de la republiqueta del Chapare, en su característico, como incontenible verborragia manifestó: “el pueblo de los barrios populares y del área rural, como no tenían su candidato (obviamente a él) no tuvo otra opción que votar por Paz y Lara. Pero eso no les da un cheque en blanco”.
Luego enfatizó, que dicha victoria fue gracias al voto “evista”, el voto de los indignados por la proscripción y exclusión, para luego concluir con su venenosa, como infaltable admonición contra el postulante de Alianza Libre, Tuto Quiroga, a quien calificó de “eterno perdedor, hijo de Banzer y aliado de Jeanine Añez”.
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En ese su incorregible ataque de narcisismo, el líder agroquímico deja entrever a los vencedores de la justa electoral, su obligación hacia él, emplazándolos a pagar, como si de un “concurso de acreedores con liquidación” se tratara, donde un juez supervisa la venta de los bienes de una persona, hasta hacerla pagar sus deudas.
Es más, a través de sus representantes en la actual Asamblea Plurinacional y los círculos evistas, sin ruborizarse los reconviene a cumplir con sus compromisos y acuerdos firmados con ese sector, antes del verificativo de las últimas elecciones. Olvida el ex autócrata que gracias a su desastrosa gestión, que aún asola a nuestra patria, a la que no solo le cambió el acta de nacimiento, sino hasta las costumbres. Y, desde hace dos décadas, los bolivianos transitamos por la senda del caos y la desesperanza, debido a su irrefrenable afán de despilfarro y rapacidad.
Esconde solapadamente a sus socios y fautores que lo llevaron hasta ese alto solio presidencial, como el Foro de Sao Paulo, actual Foro de Puebla y el Socialismo del Siglo XXI, la transnacional del crimen organizado que. al margen de beneficiarse con nuestros recursos, condujo a la ruina a países que, desde México hasta la Argentina, fueron víctimas de esa pandemia política, recordándonos la inolvidable fábula del escorpión que quería cruzar un río, pero no sabía nadar.
Entonces, vio a una rana en la orilla y le pidió ayuda: -Rana, ¿podrías llevarme al otro lado del río sobre tu espalda? La rana lo miró desconfiada y respondió: ¿Estás loco? Si te llevo sobre mi espalda, me picarás y me matarás. El escorpión le dijo: -No tiene sentido que te pique, porque si te mato, yo también moriría ahogado. La rana pensó que tenía razón y accedió. El escorpión subió a su espalda y empezaron a cruzar el río. A mitad del trayecto, el escorpión picó a la rana. Mientras el veneno hacía efecto y ambos comenzaban a hundirse, la rana alcanzó a decir: ¿Por qué lo hiciste? ¡Ahora moriremos los dos! Y el escorpión respondió:-No pude evitarlo… está en mi naturaleza. Moraleja: La misma naturaleza del MAS y la misma tragedia.