Bolivia un país de todos


 

 



 

El año electoral tuvo sus altas y bajas. Una campaña larga que comenzó meses antes de la convocatoria a elecciones. Diciembre de 2024 fue un mes decisivo: la primera encuesta conocida dio de baja en la política a la figura de Carlos Mesa, y Manfred Reyes Villa, el gran favorito durante semanas sin competidores, bajó en la preferencia. El bloque de unidad parecía tener una lectura favorable de la realidad, pero fue roto por Jorge Quiroga, quien definió, desde que lanzó su candidatura, ir por separado. Aquellos que se creían dueños de los votos de los sectores populares, como el androniquismo y el masismo, demostraron su nula conexión con la realidad social y económica del país.

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¿Qué se necesitó para ganar la elección? Campaña de territorio, recorrer el país y conocer la forma de vida de cada uno de los bolivianos. El presidente electo, Rodrigo Paz, desde que asumió como senador, más allá de su trabajo parlamentario, visitó varias localidades del país. Esta fue la ventaja frente al resto de competidores, que, a pesar del gasto en propaganda en radio, televisión, redes sociales, medios digitales y demás, no lograron llegar a las emociones del votante. La guerra sucia explotó en redes, en plataformas como TikTok, aunque la realidad demostró que los errores propios fueron grandes detonantes. Ejemplo de ello fue el apoyo de Alejandro Almaraz a Doria Medina, los tuits racistas de Juan Pablo Velasco y el error de uno de los diputados electos de Libre, con declaraciones que acentuaron el carácter discriminatorio en un país que ya no tolera divisiones.

El anecdotario dirá que en nuestro país el conocido estratega político Jaime Durán Barba asesoró la campaña de Jorge Quiroga Ramírez. En diversas entrevistas en medios argentinos mencionaba que muy pocas veces perdió elecciones, que la derrota más cercana fue con Macri porque no tenían el control completo de la campaña y que en Bolivia esperaba ganar. También afirmó que, en una contienda electoral, la economía es lo que menos importa y que lo importante era el vínculo del candidato con la gente. Puede que en esto último tenga algo de razón, ya que Rodrigo Paz ganó gracias a don Benjamín, un taxista que conoció y con el que tuvo una larga conversación, y un chicle que fue un pequeño aporte de campaña. Entre sus errores, Durán Barba no contó con un apoyo boliviano; pasaron por alto a René Zavaleta, Sergio Almaraz, Luis H. Antezana, H. C. F. Mansilla, Guillermo Francovich, por mencionar algunos. No conocer el país y pensar que el Urubó, Equipetrol, San Miguel, Cotacota o la zona norte de Cochabamba eran representativos fue otro desacierto. El resultado de la segunda vuelta mostró la inmensidad de Bolivia.

Las primeras acciones del nuevo gobierno sorprendieron: recuperar el escudo nacional como emblema del Estado y abrir el país al mundo fue un movimiento estratégico. El capitalismo para todos se va forjando en el horizonte con el objetivo de acabar con todas las trancas para la generación de riqueza. Las oportunidades para todos, de norte a sur y de oriente a occidente, donde la educación y la salud son pilares fundamentales. Entre las tareas más importantes se encuentra integrar la bolivianidad: entender al otro, escucharlo y compartir la mesa, porque, a pesar de las diferencias, todos nos encontramos al amparo del rojo, amarillo y verde.

Bolivia nos revela que, una vez más, se encuentra más allá de las divisiones ideológicas o étnicas. Somos un país de fe y esperanza que cree en días mejores, con grandes sectores de la población que buscan ser integrados, cuyo anhelo de ciudadanía está intacto y que tienen mucho que dar por sus regiones y su país. Reencontrarnos, reconocernos y entendernos en la diversidad: la Bolivia de todos, sin dejar a nadie atrás.

 

 

Jorge Roberto Marquez Meruvia

Politólogo