Dante N. Pino ArchondoSabíamos que viejos gobiernos de la democracia eran financiados en sus campañas por viejas empresas, muchas de ellas conformadas por viejos militantes de partidos viejos. Desde el gobierno se adjudicaban obras que devolvían esos financiamientos. Con este procedimiento quedaban canceladas las deudas y, abiertos nuevos financiamientos en una rueda sin principio ni final.Estas formas de «hacer política» son tan viejas como el imperio Romano, así que no se trata de algo privativo de la manera criolla que se tiene de financiar campañas. Lo que pasa es que en un medio tan pequeño como el nuestro los recursos que salen de un bolsillo se pagan con el otro y la comedia se conoce de principio a fin. Los partidos tuvieron esa rara aptitud para callar, unos con otros, toda la maquinaria y todo el «saber hacer» dentro de este mundo de compromisos empresariales y políticos. No era bueno denunciarlos, porque una cosa traía la otra, y una denuncia podía provocar una avalancha en dominó que al final descubriría el juego de todos. Y eso nadie quería.Hasta que un grupito de políticos «sin pasado» comenzó a desgranar la idea de la pureza y la pulcritud como manera de «hacer política» No sólo se ufanaban de denunciar los «negociados» de aquellos políticos del pasado, sino de calificarlos de maleantes y vende patrias. Gritando a voz en cuello que ellos renegaban de esas prácticas y que buscaban el gobierno para eliminarlas por completo, dando de esta manera una vuelta de hoja a esa negra historia de prebendas políticas y financiamientos oscuros.En medio de este griterío, que hay que decirlo, asustó a los viejos marrulleros de la política criolla, comenzaron a conocerse denuncias de unos contra otros y a revelar a su propio electorado que la política era posible solo si había financiamiento por medio. El último episodio de estas prácticas tradicionales lo tuvo el señor Carlos Mesa, que nos relata en sus memorias, que pensó en sustituir la candidatura de Goni por la suya, dados los resultados de las encuestas electorales que lo situaban por encima del él. «Es una buen idea» le respondió Goni, «espero que tengas el dinero para financiar tu campaña» Y eso fue todo. Mesa aceptó la vicepresidencia.Hoy día Evo Morales en cuanto escenario nacional e internacional puede, compara su gobierno con los neoliberales. Denuncia y dice que siente «esos cambios profundos» sobre los cuales reparte bendiciones de todo tipo. Ya no hay más corrupción y para muestra se rebaja el sueldo de Presidente y con ello disminuye los haberes de todo el sector público. Los Ministros ganan lo mismo que un director en los anteriores gobiernos. Se jodieron los burócratas.¡No es cierto! Porque Evo cumple. Y entonces empresas extranjeras constructoras hacen su aparición en le nueva escena. Pero para financiar lo que los menguados sueldos de la burocracia no pueden, se necesitan nuevas reglas de adjudicación, si es posible sin límites y sin competencias absurdas. El «cambio profundo» emerge de los decretos masistas y da curso libre a contrataciones millonarias sin otro requisito que la buena voluntad presidencial.Si los nuevos sueldos no pueden financiar partidos que las nuevas adjudicaciones lo hagan, en nombre del cambio profundo. Dicho y hecho. Para el referéndum revocatorio hay que dar a una empresa brasilera un tramo y listo el pollo. Los fondos para la campaña aparecen y Evo puede mostrarse a través de los medios como el pulcro y limpio político que reniega de las viejas prácticas neoliberales. Villa Tunari San Ignacio de Moxos 415 millones o más de dólares adjudicados a la única empresa que se presentó. En otros tiempos una adjudicación de este vuelo habría causado un terremoto político de alta intensidad y seguro que juicios de responsabilidades a granel. Ahora no. Porque son producto de esos cambios profundos, de la nueva manera de «hacer política» en otras palabras del neo socialismo masista del siglo XXI.No se pierda esa fotografía donde aparecen juntitos los tres. Lula, Chávez y Evo unidos por lo único que puede unir, intereses y dinero.