El viceministro Gustavo Torrico, de la gestión saliente, en la puerta del Palacio Quemado criticó el supuesto pedido de un presupuesto de 10 millones de bolivianos (alrededor de 870.000 dólares al cambio real a la fecha) del equipo de transición del presidente electo Rodrigo Paz Pereira, para cubrir los gastos inherentes a la presencia de 45 delegaciones internacionales y los actos de posesión y transmisión de mando.
Fuente: https://ideastextuales.com
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No lo hizo desde la puerta de la «Casa Grande del Pueblo», el adefesio de 28 pisos que irrumpe en el centro histórico de la ciudad de La Paz, deteriorando la calidad del patrimonio histórico alrededor de la Plaza Murillo, en el cual su gobierno despilfarró 38,6 millones de dólares sin contar el gasto adicional en equipamiento y tecnología.

Tampoco tuvo la delicadeza de quejarse en la puerta del Ministerio de Economía, otra torre de 21 pisos en la intersección de la Av. Mariscal de Santa Cruz y calle Loayza, construida por 10 millones de dólares sin contar los 2,8 millones de dólares de alfombras persas y equipamiento instruidos por el ministro de Economía y Finanzas de Evo Morales, el actual jefe del viceministro y presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora.

Diez millones de bolivianos puede ser poco o mucho, según el rasero con que se mida. Lo inadmisible es que el MAS comience a despedirse de su infausta gestión endilgando un derroche a los nuevos mandatarios. La hipocresía del viceministro del MAS raya en el cinismo descarado.
El Decreto Supremo Nº 28444 de 17 de noviembre de 2005, firmado por el entonces presidente saliente Eduardo Veltzé Rodríguez, autorizó el desembolso de 10 millones de bolivianos (20 años atrás) para los mismos gastos inherentes a los actos protocolares de la posesión del gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera. El mismo decreto instruye un presupuesto de 1,5 millones de bolivianos «para cubrir los gastos que demanden la preparación, elaboración y publicación de toda la información necesaria para el nuevo Gobierno Nacional…»
Culmina la última gestión del ciclo de dos décadas del MAS con las mismas narrativas engañosas sobre las que construyeron una administración plagada de irregularidades, delitos, abusos, sindicaciones y persecuciones, sobre las cuales la amplia mayoría parlamentaria que ganó las elecciones del 17 de agosto y el gobierno de Paz Pereira – Edmand Lara deberán considerar que -a la par de trabajar en la reingeniería del Estado con austeridad, desburocratización y meritocracia y la liberación de la ciudadanía de los obstáculos intervencionistas del autoritarismo- será necesario instalar una Comisión de la Verdad para desmontar y transparentar el aparato y las redes de corrupción de todo tipo.
Por Gabriela Ichaso.
