¿Qué dirá el Presidente en su Mensaje a la Nación?


 

 



 

Un nuevo ciclo político se avecina en Bolivia a partir del 8 de noviembre de 2025, cuando Rodrigo Paz Pereira asuma como Presidente, para, Dios mediante, gobernar por 5 años gracias al 54,5% de apoyo que logró en el balotaje. Enorme responsabilidad, la del Primer Mandatario electo y sus colaboradores, la de no defraudar a los millones de ciudadanos que ansían vientos de cambio, de ahí que, lo que anuncie en su Mensaje a la Nación será vital para dar esperanza. Como estoy pendiente de ello, entre sueños le oí discursear algo así:

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Bolivianos y bolivianas: Hoy iniciamos un tiempo nuevo con la Unidad en la Diversidad como nuestro sello. Unidad, para que ningún boliviano vuelva a sentirse extraño en su propia tierra y el mundo entero vea que en nuestra Patria se convive entre diversos.

Las diferencias son parte de nuestra riqueza como Nación. Tenemos diferencias en origen, acento, cultura y paisaje, pero jamás debimos permitir que esa diversidad sea una excusa para dividirnos, para enfrentarnos hermanos contra hermanos, región contra región, visión contra visión. Ese capítulo acaba hoy. A partir de este momento, solo existirá un nosotros, una bandera y un país unido.

Bolivia tiene muchos recursos naturales, pero su mayor riqueza no está bajo la tierra, está en su gente. Nuestros empresarios, trabajadores, estudiantes, todos sueñan con un país que los apoye, no que los frene; una Bolivia donde el éxito ajeno no despierte envidia, sino, reconocimiento e inspiración.

Lamentablemente, se confundió igualdad con emparejar hacia abajo, como si aspirar a tener más, fuera una falta moral. Y no lo es. En realidad, crear riqueza es un acto de responsabilidad social, y eso hacen con su esfuerzo nuestros productores, comerciantes y prestadores de servicios. Sin generación de valor no hay derechos que garantizar, ni Estado al que sostener, ni un futuro a heredar.

El verdadero desarrollo surge del ingenio privado -no de la dádiva estatal con cálculo político- y el crecimiento de un país es fruto de la libre iniciativa que se multiplica cuando hay reglas claras de juego. Por eso la urgencia de un nuevo pacto donde el Estado, en vez de estorbar, acompañe, impulse y facilite.

Hemos estado atrapados demasiado tiempo en discusiones estériles. Por años se enfrentó al Estado con la iniciativa privada, como si producir fuese un pecado o una amenaza. Se confundió “justicia social” con castigar al que crea riqueza y oportunidades, siendo que cuando un país desalienta el emprendimiento y la creatividad, hipoteca sus posibilidades de avanzar y crecer.

Hoy reiteramos una verdad sencilla y poderosa: La ideología no da de comer. Lo que alimenta a un país es la producción, la innovación, el trabajo, el esfuerzo de cada persona, de ahí que el deber del Estado es abrir caminos, nunca cerrarlos.

Para ello, Bolivia debe mirar hacia afuera. No como quien busca limosna, sino como quien ofrece talento, recursos y visión. La integración al mundo no será más un tema ideológico, sino una decisión pragmática y estratégica para conquistar mercados, traer inversión, lograr cooperación técnica y financiera, y convertir nuestro potencial en oportunidades de empleo digno y sostenible.

De ahí que, este Gobierno trabajará con el sector privado como aliado de primera línea. Empresario y Estado ya no serán adversarios, sino socios para el desarrollo. El que apuesta por Bolivia será respaldado. El éxito será celebrado, el emprendimiento, reconocido, y la burocracia no será más un obstáculo.

Un país no se construye sobre el miedo, la seguridad ciudadana es fundamental. No hay progreso con carreteras bloqueadas, con calles tomadas, propiedades avasalladas, cuando la ilegalidad se campea y hay “tierras de nadie”. Un país que se respeta a sí mismo cuida a su gente. Garantizaremos la propiedad privada para generar inversión, producción, exportación de bienes y servicios, comercio, turismo y otros, para que nunca más falten dólares ni combustibles, como hasta ahora.

En este nuevo tiempo, la educación será una fuerza transformadora. Pasaremos de lamentar lo que pasó hace 500 años, a un sistema educativo que mire hacia el futuro. El colegio, el Instituto y la Universidad estarán conectados al mundo productivo y tecnológico, ¡basta de oponer los saberes ancestrales a la ciencia y la tecnología! Un modelo que siembra libertad, emprendedurismo, competitividad, cooperativismo e integración, cosecha productividad y futuro.

Solo con ello el desarrollo pasará a sentirse en la mejora de la calidad de vida de nuestra gente: En la salud que llega, en el agua que no falta, en el acceso a la vivienda, en el empleo formal y una movilidad social real, no discursiva, sin prejuicios, cadenas mentales y barreras inventadas que nos hicieron tanto daño.

¡Esta es la hora de Bolivia! Una Bolivia que se levanta con la fe puesta en lo que podemos llegar a ser. Con la ayuda de Dios y el esfuerzo de todos lo podemos y lo vamos a hacer: ¡Que viva Bolivia! ¡Que viva la unidad del pueblo boliviano!

 

Gary Antonio Rodríguez Álvarez

Economista y Magíster en Comercio Internacional