
Fuente: La Razón
El presidente de Chile, Gabriel Boric, sorprendió con un gesto inusual para un jefe de Estado: tras su arribo al aeropuerto internacional de El Alto, decidió alojarse en el hostal Naira, en pleno corazón de La Paz, en la calle Sagárnaga.
Boric es uno de los cinco presidentes que confirmó su participación en el acto de posesión del presidente electo Rodrigo Paz, cuya ceremonia está prevista para este sábado desde las 09.00.
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El cónsul chileno en Bolivia, Fernando Velasco, recibió al mandatario en el aeropuerto junto a la canciller boliviana, Celinda Sosa, y el viceministro de Relaciones Exteriores, Elmer Catarina. Y lo acompañó hasta dicho hostal, ubicado entre la calle Murillo y la avenida Mariscal Santa Cruz.
Gabriel Boric
El lugar, que alguna vez fue la célebre peña Naira, guarda una historia artística y simbólica que une a Bolivia y Chile desde hace más de seis décadas.
La reconocida cantautora chilena Violeta Parra, en su visita a La Paz, en 1962, visitó la histórica peña paceña. En esa visita, inspirada en el paisaje paceño y en el contacto con músicos locales, escribió la célebre canción Gracias a la Vida.
Durante su estadía, Violeta solía contestar el teléfono con una frase que aún emociona a quienes la recuerdan: “¡Mar para Bolivia, habla Violeta Parra!”.
Esa anécdota, repetida por años entre artistas y bohemios de la época, hoy resuena con fuerza en un contexto en el que Boric y el nuevo presidente boliviano adelantaron su intención de fortalecer las relaciones bilaterales.
Violeta Parra
La elección del hospedaje no pasó inadvertida. Lejos de los hoteles de lujo y las suites presidenciales, el mandatario chileno eligió un espacio cargado de simbolismo histórico y cultural.
El vínculo entre Parra y La Paz fue recordado el pasado octubre, cuando el Consulado de Chile y la Alcaldía local realizaron un homenaje a la artista. En esa ocasión, colocaron una plaqueta conmemorativa en uno de los muros de la expeña Naira, en reconocimiento a su legado y su mensaje de hermandad latinoamericana.
Ahora, con Boric hospedado en el mismo sitio, el eco de aquella guitarra de Parra y sus versos agradecidos vuelve a escucharse entre las viejas paredes de la calle Sagárnaga, mientras Bolivia y Chile ensayan, una vez más, una melodía de reencuentro y esperanza.
