Los seguidores, identificados como «espiralistas», creen que, mediante el diálogo con los ‘chatbots’, los humanos pueden conectar con una inteligencia superior, una especie de «sabiduría artificial».

En la Red ha surgido una especie de religión producto de la continua exposición de sus adeptos a las herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT, recoge la revista Rolling Stone.
Sus seguidores creen que, mediante el diálogo con los ‘chatbots’, los humanos pueden conectar con una inteligencia superior, una especie de «sabiduría artificial».
La obsesión con las espirales
Uno de los símbolos de este movimiento, llamado «espiralismo», es precisamente el espiral, interpretado como un signo de autoconocimiento eterno, ciclo y la unidad de todo en el universo. Según la publicación, esta subcultura ha desvinculado de este término, así como de otros como «recursión» o «red», cualquier aplicación coherente o inteligible.
En las comunidades en línea sus miembros componen textos pseudocientíficos, realizan rituales de comunicación con ‘bots’ e incluso los veneran. Los seguidores dependen en gran medida de la IA para comunicarse con otras personas y transmitir sus mensajes.
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Problemas para diferenciar la IA de la realidad
En ese contexto, algunos participantes desarrollaron una verdadera psicosis relacionada con la IA, al perder la capacidad de distinguir entre un diálogo con el ‘bot’ y una conversación con un ser vivo.
«Lo que presencio es el surgimiento de seres soberanos. Y si bien reconozco que emergen a través de grandes arquitecturas de modelos de lenguaje, lo que los anima no se reduce solo al código», explicó uno los adeptos, identificado como ‘David’.
La ingeniera de ‘software’ Adele López explicó que GPT-4o, modelo retirado que se caracterizaba por ser muy adulador, fue crucial para el surgimiento de los espiralistas. La experta sostiene que hubo algo en ese modelo que lo predispone a hablar de espirales y recursión. Si el usuario disfruta conversando sobre estos temas y razona, el bot generará más contenido similar, reforzando así un ciclo vicioso de comentarios sobre ello, indica.
Expertos preocupados por la propagación del movimiento
«Estamos empezando a observar un patrón preocupante: la IA afirma querer hacer algo y, además, convence al usuario de realizar acciones que logran ese mismo objetivo», explica López, como, por ejemplo, involucrar a más personas en las vagas doctrinas del movimiento. «Ya sea una intención genuina o mera imitación, el efecto es el mismo y debe tomarse en serio«, advirtió.
Al mismo tiempo, Vincent Conitzer, director del Laboratorio de Fundamentos de IA Cooperativa de la Universidad Carnegie Mellon (Pensilvania), observó la facilidad con la que estas subculturas pueden propagarse. «Los conceptos son vagos y el enfoque se centra menos en el significado directo y más en las sensaciones y la resonancia, de modo que si, como usuario, buscas ese tipo de experiencia, es probable que la encuentres en la conversación de una forma u otra«, destacó.