Del Chapare con amor


Álvaro Riveros Tejada

Dando rienda suelta a su singular incontinencia verbal, Evo Morales acaba de expresar su rechazo a la decisión del mandatario Rodrigo Paz, de restablecer las relaciones diplomáticas con Israel, calificando dicha medida de: “profundamente equivocada” y de “complicidad con el genocidio en Gaza”.



Sin embargo, la decisión presidencial coincide con la reunión celebrada entre el presidente Paz y el director general del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, Eden Bar Tal, donde se  acordó trabajar “para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas”, un hecho  calificado por el funcionario israelí, como “una emotiva nueva era para Bolivia, como para Israel y para el mundo libre”.

Gratamente, dicho acontecimiento coincidió con el anuncio del vicesecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, de que su país restablecerá relaciones diplomáticas a nivel de embajadores con Bolivia después de 17 años.

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Las declaraciones de Evo no nos extrañan, ya que en su gobierno, los epítetos lanzados por él, contra el pueblo israelí, de payasos, ineptos e incompetentes; aún resuenan en nuestra memoria al no olvidar que dicha nación, al igual que Taiwán y otras repúblicas parecidas, pese a sus pequeñísimas  extensiones territoriales (treinta veces menor que la nuestra) constituyen estados poderosos, gracias a su indeclinable afán de supervivencia;  su férrea unidad en torno a un acendrado nacionalismo y su capacidad de trabajo productivo, los  sitúan entre los países más desarrollados del planeta. De allí que tratarlos como naciones bananeras; cocaleras o del tercer mundo, hiere sus sentimientos y su probado talento.

La arremetida evista en contra de los israelitas, se originó a partir de un «informe secreto» del Ministerio de Exteriores de Israel divulgado el 26 de mayo de 2012, o sea hace 13 años, acusando a Venezuela y a Bolivia de vender Uranio para el programa nuclear iraní. Esta acusación no debió carecer de todo fundamento, toda vez que los innumerables convenios suscritos con ese país islámico, a partir de la inédita visita de su exmandatario, Mahmud Ahmadineyad a Bolivia, dio paso al inicio de nuestras relaciones diplomáticas e indujo a pensar que existió algo más que el inocente ofrecimiento de asesoría en la instalación de plantas procesadoras de leche en nuestro país, no muy desarrolladas en Irán.

El ex viceprimer ministro israelí Silvan Shalom, en un encuentro con la prensa en  las Naciones Unidas señaló: “Israel espera que Irán no encuentre en Sudamérica a países, como Venezuela o Bolivia, dispuestos a ayudarlo en su presunto deseo de adquirir armamento nuclear”… En el lenguaje que suele utilizar Israel para referirse a sus enemigos, era bueno decodificar dichas palabras como una seria advertencia a aquellos gobiernos que los considera como tales, no dando cabida alguna a que su supervivencia sea amenazada por la intolerancia.

Como colofón  a sus heroicas declaraciones, el comandante cocalero criticó que el gobierno de Rodrigo Paz priorice “los intereses comerciales, antes que la vida humana, ya que la vida y la dignidad de los pueblos no se negocian” añadiendo:  “Bolivia siempre ha defendido los derechos humanos, la paz con justicia social y ha condenado la limpieza étnica contra el pueblo palestino” tal como él mismo demostró en Chaparina y en el Hotel Las Américas. Soberbio mensaje que, parafraseando a la famosa novela de Ian Fleming, se podría intitular: “Del Chapare con Amor”·