Hay una reforma pendiente muy grande y es el servicio del servicio público. Para aquello debemos tener cuerpos y equipos de gerentes y autoridades mejores. La poca capacidad de gestión del gobierno central y los gobiernos regionales y locales han ahondado las carencias en la población, el talón de Aquiles es la poca capacidad de las autoridades que se caracterizan por la baja ejecución presupuestaria de la inversión pública, sea por temor o por desconocimiento. Bolivia es una es una región con poca población, pero con muchos municipios y lo que se ha hecho es fragmentar la inversión pública. Como tenemos un montón de municipalidades abrimos el espacio para actos indebidos y a una casi nula gestión pública, en grandes y pequeños. El repensar en la mejora, abre el camino a la descentralización y a la jerarquía de las autoridades. Por una parte, al reconocer que hay un exceso de municipalidades, también registramos un exceso de burocracia, y para peor, ineficiente. Por otra parte, también hay que reconocer que la mayoría de las autoridades no ejecutan sus competencias para poder implementar proyectos de desarrollo, porque no son los mejores ni cuentan con las condiciones para serlo, el déficit es en cascada, desde el gobierno central hasta el nivel distrital.
El traspaso de recursos y de responsabilidades, debe tener implicancias, en el largo plazo, con la descentralización, como solución final para conseguir los objetivos. Y en el corto o inmediato plazo, con la calidad de las autoridades que designamos o venimos eligiendo para acompañar la buena gestión de gobernanza en cada uno de los niveles. Esa capacidad de gestión es la respuesta al abanico de necesidades, esas carencias que se extienden a lo largo y ancho del país. Y están vinculadas a diferentes aspectos, a las capacidades de los servidores públicos, más de la mitad de los funcionarios dedicados a la cosa pública no tienen la preparación necesaria para poder desempeñarse de manera adecuada. En términos de contrataciones, dos de cada tres funcionarios públicos está contratado por favores políticos. Por lo tanto, es difícil esperar jerarquía, en conocimiento y en ejecución. Entonces hay que profesionalizar el servicio público, no puede estar atado al embrión político.
Es difícil tener continuidad de programas, políticas, proyectos, programas e intervenciones. El exceso de municipios, donde muchas de estos no cumplen con los criterios técnicos necesarios para ser parte de la cadena productiva, con población y territorios pequeños, atomizan la inversión pública. El montón de proyectos chiquitos son difíciles de llevarlos a cabo, y más bien abre espacios para actos de corrupción, es lamentable que, con tantas necesidades, tengamos un avance tan lento.
Parte de la solución tiene que ver con profesionalizar el servicio público, tratar de separar los vaivenes políticos con los de la gestión pública. En los cambios de gobierno, en todos sus niveles, cambia casi la totalidad de los funcionarios y por lo tanto tenemos trabajadores que genuinamente tienen que aprender de la función pública, y otros que básicamente quieren reinventar la rueda. Por lo tanto, el público perjudicado es el ciudadano, porque a la ciudadanía no le importa el color de la tela, no le importa si una obra la hace la municipalidad, la gobernación, el gobierno o el ministerio, lo que le importa es que finalmente tengas, de manera oportuna, el colegio, el parque, el hospital, etc. Un proyecto que salga después de 10 años, básicamente es un proyecto que no sirve, esa demanda fue pensada para hace 10 años. Probablemente, al ritmo al que vamos, va a ser imposible cerrar brechas sociales, porque vamos planificando en función de la Bolivia de hoy, pero las respuestas no entran en operaciones en el acto, las carencias son claras, entonces hay que cambiar el rumbo para poder atender de manera adecuada a la población.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Y no tenemos que cambiar todo, muchos de los problemas de la gestión pública tienen que ver con que queremos una solución perfecta, y normalmente lo perfecto es el enemigo de lo bueno. El exceso de burocracia ha generado es más bien cuellos de botella; en lugar de ganar escalones, en lugar de tener un sistema, una red de proyectos, tenemos montón de cortapisas que diluyen lo urgente o lo importante, entonces no sirve. La iniciativa tiene que venir del ejecutivo, pasar por la Asamblea, necesitamos que haya consensos mínimos. No vamos a tener soluciones perfectas, pero si no encontramos una solución para la ciudadanía, sigamos explorando. Si no funciona, que se corrija, pero no podemos no hacer nada. No es la solución.
Mgr. Fernando Berríos Ayala / Politólogo
