El fenómeno social preponderante es la volatilidad. Existe un nuevo mapa posible de los vínculos humanos, que obviamente incluye a las representaciones. La experiencia de una sociedad líquida, el rol que adquieren las redes desde el punto de vista de identidades y también desde la gnoseología, la fuerza del principio de influencia social son parte de un conjunto de novedades que conforman las diferentes propuestas. Así, para ser efectivos los mensajes deben apelar no solo a la inteligencia, sino también a la sensibilidad de quienes emitirán su voto.

Fuente: Perfil.com
La aplicación rigurosa del método científico exige verificar hipótesis a través de múltiples casos. Sin embargo, como señalaba Jorge Fontevecchia, es complejo estudiar rigurosamente los procesos electorales, por su baja ocurrencia y la escasa disponibilidad de materiales. La única vía para alcanzar conclusiones científicas es el análisis comparado, de lo ocurrido en varios países en un mismo período de tiempo.
Lo haremos examinando cuatro procesos electorales que tuvieron lugar en los últimos seis meses, en donde las encuestas fallaron estrepitosamente.
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Chile: Franco Parisi pudo estar en la segunda vuelta, obtuvo el tercer lugar, muy cerca de Antonio Kast, pese a que los sondeos lo ponían muy abajo. Anticiparon también un crecimiento de Kaiser y una victoria contundente de Jara que tampoco se produjeron.
Ecuador: En la consulta popular, las proyecciones auguraban el triunfo del Sí en las cuatro preguntas, pero el No se impuso en todas.Bolivia: Mientras se preveía una segunda vuelta entre Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina, a última hora Rodrigo Paz desplazó a Doria. Fue inusual que el 80% de los votantes afirme haber elegido la papeleta de Paz por el candidato a la vicepresidencia, el capitán Edmand Lara.Argentina: En septiembre, contra todo pronóstico, el Gobierno sufrió una dura derrota. Apenas un mes después, en octubre, cuando las encuestas anticipaban una nueva caída, el oficialismo logró un triunfo contundente.
La sociedad líquida y la indecisión
Resulta absurdo atribuir estos errores a una conspiración de las encuestadoras para desbaratar su prestigio por favorecer a un candidato. La explicación es estructural: los estudios tradicionales no logran predecir el futuro en la “sociedad líquida”. Las encuestas siguen siendo útiles, indispensables, pero para otros fines.
El fenómeno central de nuestro tiempo es la volatilidad. Los sondeos que se aplican la víspera del día de las elecciones han registrado niveles de indecisión inéditos, alcanzando un récord del 49% en Bolivia antes de la primera vuelta y superando el 30% en los demás países. Esto significa que, en todos los casos, el resultado se ha definido el mismo día de la votación.
Anteriormente, los indecisos solían distribuirse proporcionalmente entre los candidatos. Hoy, provocan resultados inesperados cuando se vuelcan masivamente hacia opciones que, por lo general, no figuran entre los favoritos.
El éxito de figuras tales como Javier Milei radica en liderar ejércitos virtuales que retroalimentan su narrativa y movilizan a sus seguidores en torno a valores e imágenes, más que a argumentos
La conectividad y el cerebro político
En la “sociedad de la red”, la hiperconectividad permite que exista una movilización ilimitada, veloz y horizontal, que supera los movimientos que fueron posibles en la antigua sociedad. Miles de personas pueden transitar de una opción política a otra en 24 horas, sin depender de aparatos partidistas, ni de consignas de líderes políticos.
No se trata simplemente de tener presencia en las redes sociales haciendo disparates –como intentaron sin éxito varios candidatos en Instagram o X–, sino de comprender a un nuevo elector activo que se decide, primordialmente, usando el hemisferio derecho del cerebro. Mientras el izquierdo procesa la lógica y el lenguaje, el derecho gestiona la intuición, las emociones y las señales no verbales, que son los ejes de la nueva comunicación.
El éxito de figuras como Javier Milei radica en liderar “ejércitos virtuales” que retroalimentan su narrativa y movilizan a sus seguidores en torno a valores e imágenes, más que a argumentos. En el futuro, la batalla será por la movilización, y triunfarán quienes logren canalizar la energía participativa de su entorno.
Hacia una “física social”
Para entender este escenario, es necesario referirse a la “física social” desarrollada por el profesor del MIT, Alex Pentland. Basada en big data, inteligencia artificial y matemáticas, esta disciplina busca superar las carencias predictivas de la sociología, la psicología y la economía tradicionales.
La teoría de Pentland se sustenta en el “principio de influencia social”: supone que los individuos no se deciden por argumentos racionales, temores o coacción, sino por imitación y la influencia de sus pares.
Dinámica de la influencia y volatilidad del poder
Para ser efectivos los mensajes deben sintonizar profundamente con la sensibilidad del receptor, quien actúa motivado por el temor al rechazo de su entorno social. Las investigaciones confirman que la viralidad no detona con grandes despliegues discursivos ni el trabajo de “influencers”, sino que opera mediante la capilaridad de grupos de muchas personas. Este nuevo paradigma altera no solo las tácticas y estrategias electorales, sino que obliga a reconfigurar la comunicación de gobierno y la dinámica de los partidos políticos.
Habitamos un mundo posinternet intrínsecamente dinámico, participativo e imprevisible. En la vertiginosa realidad actual, es un error creer que un resultado electoral define el futuro a largo plazo; los grandes triunfadores de hoy pueden convertirse, con pasmosa facilidad, en los derrotados de mañana.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.
Fuente: Perfil.com