Cohabitación


Por Ricardo V. Paz Ballivián

 



La disociación entre el presidente Rodrigo Paz y el vicepresidente Edman Lara, marcada por una fricción política extrema (cuasi-ruptura) a pesar de haber ganado como binomio, exige un esquema de cohabitación sui generis para salvaguardar la gobernabilidad y estabilidad del Estado boliviano.

 

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La clave de la negociación radica en la funcionalización de sus atribuciones constitucionales, convirtiendo la tensión en una división funcional del trabajo y una vigilancia mutua constructiva.

 

Esquema de cohabitación funcional

 

El esquema propuesto se basa en una reinterpretación pragmática de las facultades que la Constitución Política del Estado de Bolivia (CPE) otorga a cada mandatario (Artículos 173 y 175, principalmente).

 

  1. El rol del presidente (Rodrigo Paz): ejecutor principal

 

El presidente Paz, como jefe de Estado y de Gobierno (Art. 173), mantiene la autoridad ejecutiva indelegable y la responsabilidad de la dirección política general, concentrándose en las áreas donde sus atribuciones son exclusivas:

 

  • Política general y de Estado: El presidente debe dirigir la Administración Pública y las políticas de gobierno (Art. 173.3 y 173.4). Esto incluye el diseño de la estrategia económica y social, la dirección de los ministros de Estado y la presentación del Plan de Desarrollo.

 

o             Acuerdo de liderazgo: El presidente conserva la última palabra en la designación y remoción de su Gabinete, pero se compromete a priorizar la idoneidad técnica y la transparencia de sus colaboradores para mitigar las críticas de corrupción, un punto central de la discordia con Lara.

 

  • Política exterior: La dirección de la política exterior y la suscripción de tratados (Art. 173.5) deben ser su foco, buscando el reposicionamiento internacional prometido.

 

  • Gestión presupuestaria: La administración de las rentas estatales y la inversión (Art. 173.9) le corresponden, obligándolo a la máxima rendición de cuentas y fiscalización interna.

 

  1. El rol del vicepresidente (Edman Lara): coordinador y fiscalizador legislativo

 

El vicepresidente Lara debe asumir plenamente sus roles constitucionales de coordinación y participación, capitalizando su perfil de lucha contra la corrupción para asegurar la transparencia sin paralizar la gestión.

 

  • Coordinación legislativa y autonómica (función primordial): El vicepresidente preside la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) (Art. 174.I) y coordina las relaciones entre el Ejecutivo, la ALP y los gobiernos autónomos (Art. 175.2). Este es su campo de acción más potente:

o             Coadyuvar en la gobernabilidad: Lara debe asegurar la aprobación de las leyes clave propuestas por el Ejecutivo, sirviendo como puente político y facilitador. Su bancada y legitimidad son vitales para evitar un vacío legislativo.

  • Participación y vigilancia constructiva: La Constitución le permite participar en las sesiones del Consejo de ministros (Art. 175.3) y coadyuvar en la dirección de la política general del Gobierno (Art. 175.4).

o             «vicepresidente anticorrupción»: Lara puede liderar una «vicepresidencia de transparencia ejecutiva» de facto. Su participación en el Consejo de ministros debe enfocarse en la vigilancia de la ejecución de decretos y la probidad de la gestión, canalizando sus denuncias no a través de la confrontación pública, sino mediante los mecanismos institucionales y los órganos de fiscalización de la ALP que él preside.

La necesidad del «mal menor»

Señores presidente Paz y vicepresidente Lara, La nación boliviana los eligió en binomio, no como dos líderes en solitario. La actual tensión no es una crisis personal, sino una amenaza a la legitimidad del Estado. Una ruptura total no solo implica una parálisis administrativa, sino que reabre la puerta a la inestabilidad política y al retorno de las fuerzas que el voto ciudadano quiso superar. Su cohabitación es un imperativo de la crisis, no un pacto de amigos. Ustedes tienen la oportunidad histórica de demostrar que un gobierno puede funcionar con contrapesos internos rigurosos y vigilancia cívica, incluso cuando proviene de la misma fórmula electoral.

  1. Presidente Paz: Usted conserva el mando. Pero la estabilidad de ese mando depende de la credibilidad y transparencia que el vicepresidente Lara exige. Permita que su vicepresidente ejerza su facultad de coordinador y participante en el gabinete para blindar su gestión contra las sospechas de corrupción que amenazan su mandato. La crítica desde adentro es la mejor defensa contra la acusación desde afuera.

  1. Vicepresidente Lara: Su rol no es ser el opositor del Ejecutivo, sino su garante legislativo y su conciencia moral. Su fuerza reside en la presidencia de la ALP y la coordinación. Utilice esa plataforma para impulsar la agenda de transparencia a través de leyes y la fiscalización institucional, no la desestabilización mediática. El éxito del gobierno es su propia permanencia; el fracaso es la implosión de su propio proyecto político.

La cohabitación sui generis significa aceptar el disenso como un motor de la transparencia. En lugar de la ruptura, deben establecer una división de roles no escrita: Paz debe liderar la visión y la ejecución política y económica; Lara garantizar la coherencia legislativa y la probidad administrativa.

 

El Estado boliviano debe ser más grande que cualquier disputa. La supervivencia del proyecto que los llevó al poder exige que transformen su desacuerdo en una gobernanza de contrapesos.