Los dos principales candidatos disputan la presidencia voto a voto, mientras el partido oficialista Libre quedó rezagado en el tercer lugar.

Las elecciones generales de Honduras marcan un ajustado pulso entre los dos candidatos, Nasry “Tito” Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal, con un empate técnico tras el escrutinio de más del 50 % de las actas.
También el regreso de la derecha, y el consecuente golpe a la izquierda, definen estos reñidos comicios, con la sorpresa del respaldo in extremis a Asfura del presidente estadounidense, Donald Trump.
En esta contienda concurren además otro elemento determinante: un clima político marcado por los efectos persistentes de la crisis post-electoral de 2017, cuando las denuncias de fraude y las protestas dejaron más de una treintena de muertos, según la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
Un empate técnico
Con el 57 % del escrutinio, según los últimos datos a los que tuvieron acceso algunos medios locales antes de que la web del Consejo Nacional Electoral (CNE) presentara problemas de acceso, el conservador Asfura ha logrado 749.022 votos (39,91 %), sacando una leve ventaja a su contrincante Nasralla que cuenta con 748.507 (39,89 %).
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Esto, considerado un ajuste técnico, mantiene en vilo a ambos candidatos. Nasralla, sin embargo, afirmó en un mensaje en X que, según los sondeos finales de su propio partido, se proyecta como ganador de las elecciones, con un 44,6 % de los votos frente al 39,8 % de Asfura, aunque advirtió que con ese mensaje “no” se están “declarando ganadores”.
La estrechez del resultado ha reavivado las discusiones sobre la fiabilidad del sistema de transmisión de datos, un tema sensible en el país desde los fallidos procesos de 2013 y 2017, cuando misiones de observación de la Unión Europea y de la OEA señalaron deficiencias en auditoría digital, transparencia y cadena de custodia electoral.
El regreso de la derecha
Pese a ese ajustado empate, los resultados evidencian el retorno de la derecha al poder en Honduras, país gobernado en el último periodo por el izquierdista Partido Libertad y Refundación (Libre), de la mano de Asfura y Nasralla.
En concreto, el Partido Liberal lleva 16 años sin llegar al poder, por lo que esa posible victoria de Nasralla se podría tornar como un logro partidista, después de que el candidato conservador se adhiera a esa resquebrajada formación política al renunciar el año pasado como vicepresidente del actual Gobierno de Xiomara Castro por riñas internas.
Mientras que el Partido Nacional solo lleva un periodo sin gobernar, tras la salida del ex presidente Juan Orlando Hernández (2014-2022), aunque sí acumuló un desgaste durante sus tres Administraciones (2010-2022) por denuncias de corrupción y presuntas vinculaciones con redes de narcotráfico. Ese desgaste se vio reflejado en el juicio celebrado en Nueva York, donde Hernández fue sentenciado en 2024, un hecho que el Departamento de Justicia de EEUU calificó entonces como demostración de su estrategia para combatir las estructuras criminales transnacionales en Centroamérica.
El silencio de la izquierda
La izquierdista Rixi Moncada, del oficialista Partido Libre ha sido relegada a un tercer puesto, con unos 359.584 votos (19,16 %), lejos de sus encuestas que daban una ventaja frente a los dos candidatos conservadores. La candidatura de Moncada también enfrentó el impacto de un contexto económico adverso: Honduras cerró 2023 con una tasa de pobreza del 64,1 %, según el Banco Mundial, y un aumento sostenido de la migración irregular hacia Estados Unidos, elementos que han debilitado el apoyo social al oficialismo.
El impacto de Trump
El presidente estadounidense, Donald Trump, sorprendió a escasos días de las elecciones al apoyar a Asfura, bajo la promesa de que habrá apoyo para el país centroamericano, azotado por la pobreza y oleadas migratorias hacia la nación norteamericana. Con ese respaldo a Asfura, Trump también asombró a los hondureños con un futuro indulto al ex presidente Hernández, condenado en 2024 en Estados Unidos a 45 años de prisión, más cinco de libertad vigilada, por tres cargos de narcotráfico y armas, incluyendo haber recibido dinero del capo mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.

Este gesto intervencionista generó tensiones diplomáticas: Washington históricamente ha mantenido una fuerte influencia en Honduras —desde la base aérea de Soto Cano hasta los acuerdos de seguridad en el Triángulo Norte— y su posicionamiento electoral ha sido interpretado por analistas locales como un intento de reordenar alianzas en la región.
Restablecer relaciones con Taiwán
En medio de ese retorno asegurado de la derecha surge la incertidumbre de un posible restablecimiento de las relaciones con Taiwán, después de que en 2023 la actual presidenta hondureña las rompiera para estrechar vínculos con China. Previo a los comicios, Asfura ya advirtió que cortaría con China y restablecería las relaciones con Taiwán, bajo el pretexto de que estaba muy bien cuando tenía relaciones con la isla asiática, porque recibía apoyo comercial y económico.
De una opinión casi similar es su contrincante Nasralla, quien ha dicho que, de ganar la presidencia, romperá relaciones con Venezuela, retomará “las buenas relaciones” que Honduras ha tenido con Taiwán, y que con China la relación será solo en el campo económico.
El giro diplomático hacia Beijing, iniciado por Xiomara Castro en marzo de 2023, estuvo motivado por la búsqueda de financiamiento e inversiones, en línea con otros países centroamericanos. Sin embargo, la asistencia taiwanesa había sido clave durante décadas en proyectos agrícolas, becas universitarias y programas de cooperación sanitaria, lo que hace prever un eventual debate interno sobre la conveniencia de regresar al esquema previo.
(Con información de EFE)