Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez
Cuentan las crónicas del 6 de marzo de 2007 que, mediante Decreto Ley, el gobierno socialista de Venezuela aprobaba la reconversión monetaria mediante la creación del “bolívar fuerte”. Con esta medida se buscó frenar la inflación creciente que azotaba y azota –aun a día de hoy– aquel país. A partir de ese momento, los venezolanos podían intercambiar 1.000 bolívares, por 1 “bolívar fuerte”, haciendo desaparecer de un plumazo tres ceros de la moneda. La implementación demandó varios meses, iniciando formalmente el 1 de enero de 2008.
La desbocada hiperinflación en la que vive sumida Venezuela ha llevado al gobierno castro-chavista a implementar tres procesos de reconversión monetaria en lo que va de siglo. Algo más de una década pudo soportar el terrible proceso inflacionario el “bolívar fuerte”, debiendo por segunda vez realizar la reconversión monetaria por Decreto Ley de 25 de Julio de 2018. La disposición legal anulaba cinco ceros mediante la creación del “bolívar soberano”. Vale decir 1 Bs.S (Bolívar Soberano), equivalía a 100.000 bolívares fuertes.
Las principales causas de la hiperinflación crónica venezolana es el resultado de años de despilfarro y mala administración, impulsada por políticas expansivas, emisión monetaria descontrolada, sanciones económicas, entre otros que, se traducían en que se generen en el mercado precios de hasta ocho ceros para la compra de productos cotidianos como el pan, granos o verduras. Nicolás Maduro, junto a sus asesores tenían previsto inicialmente eliminar tres ceros, pero terminaron ajustando a cinco sin tener ninguna intención de realizar reformas estructurales, frenar el gasto público o realizar un ajuste fiscal, por lo que varios economistas calificaron esta medida como “maquillaje contable”.
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Para el año 2021, Maduro anunció nuevamente la reconvención monetaria, creando la nueva moneda denominada “bolívar digital”, en reemplazo del bolívar soberano. En esta oportunidad, se anulaban por Decreto seis ceros, lo que hacía que 1 “bolívar digital” equivalga a 1.000.000 Bs.S (un millón de bolívares soberanos). Para los que desconocen la realidad venezolana, probablemente imaginan que un “bolívar digital” es mucho dinero y que alcanza para comprar muchas cosas, aunque la realidad es que, 1 “bolívar digital” cuando fue puesto en circulación (hace cuatro años) equivalía a no más de 0,30 centavos de dólar estadounidense.
Para el año 1997 justo antes de la llegada de Hugo Chávez a la presidencia del país, 500 bolívares equivalían a 1 dólar estadounidense, lo que podríamos ejemplificar en la equivalencia de 500 billones de bolívares, era para aquel entonces igual a 1 billón de dólares. En la actualidad, 500 billones de bolívares, equivalen a poco más de un dólar estadounidense. La brutal hiperinflación que sufre Venezuela en los últimos veintiocho años, es producto de un robo masivo a la población provocado por las elites políticas oligárquicas y parasitarias que se mantienen en el poder como una organización criminal y no tienen interés alguno de resolver la vida de su gente.
El anterior sábado, el Presidente de los Estados unidos anunció mediante su red social “Truth Social”, que el espacio aéreo “sobre y alrededor de Venezuela debe considerarse cerrado totalmente”. El comunicado estaba dirigido a las empresas de transporte aéreo, aerolíneas particulares, pilotos y todo aquel que realizaba esta ruta aérea internacional. Esta medida puso mayor presión al régimen de Nicolás Maduro que desde finales de agosto de este año, tiene varados en sus costas a los destructores militares norteamericanos (USS Gravely, USS Jason y USS Sampson).
El anuncio no se ha dejado esperar y ha provocado efectos inmediatos. Varias empresas y aerolíneas internacionales suspendieron vuelos a Venezuela, causando incertidumbre en la población que se mantiene en territorio venezolano a la espera de poder abandonar el país. Mientras tanto, Nicolás Maduro alterna desde hace veintidós semanas –tiempo en que se produjo el despliegue militar norteamericano en aguas del Caribe– mensajes de exhortación en la búsqueda de alcanzar algún acuerdo con el gobierno de Trump y por otra parte haciendo llamados a la resistencia por parte de la población de su país, en lo que él llama invasión imperialista.
El pasado lunes, mientras Donal Trump sostenía una reunión con el Consejo de Seguridad de su país para estudiar y definir las próximas acciones a seguir, Maduro una vez más desafió al gobierno del Norte, asegurando que 200.000 uniformados bien armados, se encuentran listos para defenderlo de cualquier acción militar extranjera. Estas declaraciones de Maduro, surgen luego de conocerse que el presidente norteamericano habló personalmente con él para darle un ultimátum.
El despliegue militar en el Caribe es de proporciones mayores, uno de los más importantes que ha desplegado el gobierno de los Estados Unidos de América en la región en décadas. Cuenta entre sus portaaviones con el USS Geral R. Ford (CVN-78), líder de su clase, el buque de guerra más avanzado de la Marina estadounidense, con un desplazamiento de hasta 100.000 toneladas y una longitud de 337 metros.
Bajo el argumento de combatir al narcotráfico, se han ido produciendo operaciones menores en contra embarcaciones pequeñas que navegan por aquellas aguas, el pasado fin de semana se ha ordenado el cierre del espacio aéreo y no está descartado que puedan desarrollarse operaciones militares en tierra, aspecto que eleva más la tensión entre estos dos países y pone en vilo al régimen de Nicolás Maduro.
Haciendo eco de un pedido humanitario mundial, la caída de la dictadura venezolana resultaría ser una gran noticia para todos aquellos países de hombres libres que desean ver, a los cerca de diez millones de venezolanos que se vieron forzados a emigrar de su país, retornar a su patria. Sería también una noticia que llene de esperanza a los pueblos que de una u otra manera se reflejan en el pueblo venezolano y que recorren o recorrieron la misma ruta, dirigiéndose a sufrir las mismas consecuencias y que, afortunadamente hoy tienen una segunda oportunidad para reconstruir el terrible daño provocado por los regímenes financiados por el socialismo del siglo XXI.
En resumen, la caída de Maduro cerraría un ciclo que a Venezuela sólo le ha traído pobreza, hambre, miseria, represión y exilio. El país otrora, más rico del mundo, volvería a ser libre. Venezuela perdería además la influencia que para Iberoamérica sólo ha sido un factor de desestabilización, un régimen que ha empleado buena parte de sus ingresos petroleros para comprar conciencias, financiar conflictos y extender su ideología y sus actividades ilícitas hacia otros países en la región.
Mientras tanto, que el desánimo y la frustración no minen nuestro espíritu y nos obliguen a cambiar nuestra manera de pensar, recuerden que: “Estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, sólo, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie”.
