En el II Foro Internacional ‘Soluciones desde el Bosque’, productores, autoridades y expertos coincidieron en que la Amazonía no solo resiste: ofrece oportunidades concretas, desde el asaí hasta la bioeconomía, para construir un futuro sostenible
Por Noelia Rendon

Fuente: El Deber
Desde hace años, las comunidades amazónicas repiten una verdad que hoy resuena con más fuerza que nunca: los pueblos indígenas se han convertido en los principales guardianes de los recursos del bosque. El auge de productos como el asaí, el majo o la castaña no solo impulsa sus economías, sino que fortalece su papel como protectores de un territorio vital. Y fue justamente el asaí, pequeño y oscuro, el que emergió una y otra vez como protagonista del encuentro.
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“Ya procesamos pulpa de asaí, de copoazú y de otros frutos”, contó con orgullo Misael Campos -representante de la Federación de Asaí y Frutos Amazónicos de Pando (FEDAFAP)-. Pero enseguida aterrizó en la realidad: el gran desafío sigue siendo la liofilización, un proceso indispensable para acceder a los mercados internacionales y que aún está fuera del alcance de muchas asociaciones locales. Por eso buscan alianzas con empresas que ya dominan esta tecnología. La meta es clara: avanzar hacia un mayor valor agregado y allanar el camino para que los frutos amazónicos circulen con fuerza tanto dentro como fuera del país.
Entre esas carencias también apareció la necesidad urgente de otorgar un código arancelario específico al asaí. “Es una herramienta clave para mejorar su registro en mercados internacionales (…) y aprovechar el creciente interés europeo por otros tesoros amazónicos: la chía, el cacao silvestre y la almendra chiquitana”, señaló María Peña, subgerente del IBCE. Sus palabras, dichas sin estridencias, recordaron que detrás de cada fruto hay una disputa silenciosa por entrar a mercados cada vez más exigentes.
Hay gente que vive en el bosque y hay bosques que resisten el arrasador ataque de la mano del hombre. Y resulta que sí: se puede preservar el bosque y hacer economía. Por eso se llevó a cabo, en Santa Cruz, el II Foro Internacional “Soluciones desde el Bosque”, que se convirtió en una especie de espejo para los productores: un espacio donde podían mostrar lo que ya habían conseguido y, al mismo tiempo, aquello que todavía falta discutir: la “bioeconomía”.
Al respecto, el viceministro de Medio Ambiente, Jorge Ernesto Ávila, sostuvo que “el bosque puede mantenerse en pie solo si genera economía”. En un país donde incendios, deforestación y exigencias globales se cruzan a diario, la afirmación parecía menos un diagnóstico y más una brújula. La pregunta que sobrevolaba el encuentro era enorme: ¿cómo lograr que un bosque sobreviva bajo tantas presiones?
El viceministro también adelantó que el Gobierno está desarrollando un nuevo Plan de Desarrollo Económico y Social, inicialmente de 5 años y otro de 15 años, que incorporará propuestas sobre recursos naturales. Explicó que una consulta nacional se iniciará hasta finales de febrero para escuchar a los nueve departamentos y ajustar la planificación con criterios ambientales y de sostenibilidad.
Cuando el foro giró hacia los mercados internacionales, la conversación cambió de ritmo. Desde el sector exportador, María Peña habló con la seguridad de quien enfrenta diariamente normas y certificaciones. Dijo que uno de los mayores desafíos es que los productores cumplan los requisitos de destinos exigentes como la Unión Europea, donde la Ley EUDR obliga a demostrar trazabilidad ambiental completa. Detalló la plataforma Vía Verde, que permite identificar en minutos los requisitos para exportar productos amazónicos, y recordó que los bienes no tradicionales con valor agregado —incluidos los frutos amazónicos— han contribuido a mitigar el déficit comercial.
Las preocupaciones ambientales también ocuparon un lugar central. Helen Patiño, presidenta de la Comisión Amazónica, Tierra, Territorio, Agua y Medio Ambiente de la Cámara de Diputados, habló con tono de advertencia. Señaló la urgencia de enfrentar la tala ilegal, la contaminación del agua y la regulación de los PDM-20. Subrayó que el foro ayuda a articular acciones que “marquen agenda de hoy para adelante”.
Recordó los incendios recientes en la Chiquitanía, que dejaron miles de hectáreas quemadas y pérdidas humanas y ambientales que calificó como “una catástrofe mundial”. Contó la coordinación con las Fuerzas Armadas para fortalecer la prevención de incendios y explicó que se analiza el presupuesto para equipos técnicos y logísticos, aunque reconoció las limitaciones económicas. Aun así, aseguró que se buscarán alianzas internacionales porque la prevención —dijo— es más viable y menos costosa que reaccionar en plena emergencia.
Posteriormente, los pasillos seguían llenos de conversaciones sobre certificaciones, precios del asaí, biotecnología, incendios y los retos que esperan a la región amazónica.
Lo que quedó claro es que, en ese día de discusiones cruzadas, el bosque no fue un tema: fue un interlocutor.
Fuente: El Deber