¡Independencia de poderes! …no es una quimera


 

El presidente, el gobernante, el poderoso, el príncipe cuando asume el poder, lo hace consciente de sus atribuciones, facultades y de los privilegios que otorga llegar a la cumbre de su lucha política: Ser el Número Uno de su país, de su Nación, de su Estado o de su imperio o reino, aunque estos dos últimos términos es del pasado inmediato.



Así sucedió con los dictadores militares en las décadas de los años 70 y 80, que pusieron a todo un país de rodillas, a base de la fuerza y la violencia: represión, torturas, muertes, desapariciones, exilios. No había institución del Estado que no estaba al servicio del poder de turno. Caso contrario, sus integrantes corrían serios peligros.

“Al amigo todo, el enemigo palo”, Hugo Banzer, gobernó por un golpe de Estado, durante casi ocho años. “En la Argentina deberán morir todas las personas que sea necesario para que vuelva a reinar la paz”, Jorge Rafael Videla, presidente de Argentina. “En Chile no se mueve una sola hoja, sin la autorización de Pinochet”, Augusto Pinochet, presidente de Chile.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Ya la historia los registró como el Plan Cóndor. Todo el poder para ellos, sin excusas ni reclamaciones. Pero los pueblos fueron más grandes que lucharon por el retorno de la democracia en cada país.

Pero avancemos. Es la lógica perversa del que se unge como el Primer Mandatario, considera que va a administrar una finca, una propiedad y mueve todos los hilos para que se le rinda pleitesía y obediencia ciega.

Pero el problema no es tanto esa decisión del gobernante o del Supremo, es de los que somos parte de ese Estado: las instituciones de la justicia, policía, sistema electoral, FFAA, medios de prensa, iglesias, intelectuales, escribidores que ensalzan y endiosan al que está en el poder de forma pasajera.

“Hemos llegado para quedarnos 500 años”, era el deseo del que fuera vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, quien se dedicó a construir toda una teoría de endiosamiento de Evo Morales, al extremo que se atrevió a decirles a un grupo de campesinos e indígenas, que si “Evo perdía las elecciones el sol y la luna se ocultaría, y que el país caminaría en la oscuridad”. Bueno hubo elecciones el 17 de agosto y el 19 de octubre, sin Evo de candidato, y Bolivia sigue adelante, siendo alumbrada por los rayos del Sol y la luz de la hermosa Luna.

Evo Morales gobernó con todo el poder. Puso bajo sus órdenes a toda la institucionalidad y estructuras del Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, acompañando a ellos los llamados movimientos sociales, la COB, sindicatos e incluso empresarios de todos los ámbitos que a la advertencia gubernamental: “O hacen negocios con el Estado o hacen política” claro, optaron por lo primero.

Incluso ahí estuvieron algunos militares atándole las trenzas de sus zapatos deportivos, al que ahora se le acusa de graves delitos sexuales y que está resguardado y protegido en el Chapare.

“Los he preferido leales funcionarios, que no hombres cultos. Capaces de obrar lo que mando. A mí no me importa la clase de capacidad que posee un hombre. Únicamente exijo que sea capaz. Mis hombres más hombres no son más que hombres”, era el mandato de Yo el supremo, que relata el escritor paraguayo, Augusto Roa Bastos.

El problema central es ese: perder la esencia de la independencia de los poderes del Estado y la sumisión total al poder de turno. Siendo el sistema judicial el más efectivo y temido para los fines que querían los inquilinos pasajeros del Palacio Quemado, luego la Casa Grande del Pueblo: que los dejen gobernar tranquilos, sin oposición, sin reclamos, sin descontentos.

Pasaron los años. Hubo elecciones el 2019, con ello un fraude electoral monumental organizado y ejecutado por Evo y el TSE, la gente reclamó y salió a las calles hasta hacerlo renunciar y huir al presidente Evo Morales, que desde su exilio dorado, fue tramando su verdad o la postverdad para cuando regresara al país: Lo que hubo el 2019 fue golpe de Estado fallido y a partir de esta premisa, cuando Luis Arce, candidato del MAS ganó las elecciones generales y con el retorno triunfal de Morales, empezaron a instalar la narrativa del golpe de Estado, y quiénes fueron: el Poder Judicial que con sus fiscales y jueces, inventaron pruebas, armaron testigos y procesaron a varios políticos; en ello, cierta prensa hizo su jueguito, ratificando lo del golpe de Estado; los escribidores e intelectuales del MAS cada día llenaban columnas de opinión argumentando su teoría y para ello recurrían a otros intelectuales de la izquierda internacional.

También pasó con el gobierno de Arce que para calmar las aguas del descontento, hizo salir a las calles a un grupo de militares, que supuestamente estaban listos para un golpe de Estado; pero la “valiente” participación del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo y del propio presidente Luis Arce, que lo tuvo frente a frente al golpista, se frustró ese mentado golpe de Estado, que luego la justicia, el Legislativo, cierta prensa, los intelectuales lo llamaron golpe fallido.

Otra vez toda la institucionalidad al servicio del poder y repitiendo la narrativa de la postverdad del poder. Pero el Gral. Zúñiga dio detalles de que eso fue armado.

Con un nuevo gobierno, ya han expresado en sus discursos que los poderes del Estado actuarán de forma independiente, autónoma, para lo cual se han dado algunas señales, es lo que debe ser en un Estado moderno, de derecho, cuya principal misión de los gobernantes es hacer gestión de forma decente para el beneficio colectivo, el bienestar de la gente, la convivencia social, el desarrollo económico, la aplicación de las leyes; de lo contrario, seremos como un árbol listo para ser derribado, algo así nos plantea el escritor nicaragüense, Sergio Ramírez: “Un país sin justicia es como un árbol derribado a hachazos”.

Empezaron los cinco años de la gestión de Rodrigo Paz y Edmand Lara, que luego de la posesión no se reunieron de frente, lo que no debe movernos a la desesperación. Cada uno está haciendo su trabajo que pasa por reconstruir el rol de la Asamblea Legislativa Plurinacional, para que sea un escenario de debate político, de discusiones sobre las leyes y de consensos, y no como hace pocos años el centro de los carajazos, salivazos, puñetazos y de dulces sueños, y darle el empuje y la fortaleza a la gestión gubernamental, que heredó del gobierno del MAS, no solo la crisis económica, sino las alcancías vacías.

John Reed, el periodista norteamericano que escribió “Los diez días que estremecieron al mundo”, decía que la sangre de la patria engorda a unos cuantos, mientras la gran mayoría sigue pasando hambre y pobreza. Algo así ocurrió en estos últimos años. Hicieron sangrar a la patria para sus propios beneficios.

 

 

Hernán Cabrera M.