El número de desaparecidos sigue en aumento, solo en la comunidad Quebrada León buscan a 21 personas. Entre lunes y martes se encontraron al menos siete cuerpos. La gente sigue buscando a sus familiares entre el lodo y la palizada.
Fuente: eldeber.com.bo
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“¡Por favor!, salgan de sus casas, dejen todo”. Así, a través de un mensaje de voz, Iver Toledo alertó a los pobladores de la comunidad Quebrada León sobre el violento turbión que venía, lo que permitió que muchas familias puedan ponerse a salvo antes de que el lodo y la palizada arrasara con viviendas, caminos y todo a su paso.
A cinco días de la tragedia, el dolor y la impotencia embargan a los comunarios, que siguen aislados, sin servicios básicos y buscando entre la palizada a la veintena de personas que siguen desaparecidas. La ayuda comenzó a llegar, aunque resulta insuficiente frente a la magnitud de los daños y el número de familias damnificadas.
Situada a 14 kilómetros de El Torno, Quebrada León es una de las once comunidades que están aisladas, donde solo se puede acceder por aire.
A ellos los azotó el desborde de la quebrada León y de otras más pequeñas, y aunque el agua comenzó a bajar, el temor persiste por la copiosa llovizna que cayó durante toda la jornada de ayer y que se llevó los pasos provisionales que fueron habilitados para hacer las evacuaciones. Las operaciones aéreas también fueron interrumpidas por algunas horas.
“Seguimos sin acceso a los servicios básicos y completamente incomunicados. No hay forma de salir de la comunidad, salvo a pie, entre el lodo y la palizada”, informó Toledo, poblador y dirigente de la comunidad.
Si bien el lunes llegaron algunos víveres y agua, las reservas se van agotando con el paso de las horas y resultan insuficientes para atender a 250 personas de 90 familias que viven allí y están en la lista de damnificados.
Desde la escuela, que está en una zona alta, las mujeres preparan la comida para los pobladores que han conformado grupos de búsqueda de los desaparecidos y para las familias que lo perdieron todo. A quienes permanecen en sus viviendas, les hacen llegar víveres y otras provisiones.
Según Toledo, el caudal golpeó con tal fuerza la zona que unas 30 personas fueron arrastradas por el agua y hasta el momento 21 continúan desaparecidas. Al menos 12 viviendas fueron arrasadas por completo junto con sus ocupantes y ahora en el lugar solo quedan palizada y arena.
Del total de personas arrastradas por el turbión, cuatro lograron salir con vida kilómetros más abajo y se han recuperado cinco cuerpos. Víctor Martínez, Félix Mamani y Mario Pizarro están entre las víctimas. Familiares y amigos apenas pudieron enterrar a sus muertos y retornaron de inmediato a las labores de búsqueda y rescate. “El tiempo es oro. Cada hora que pasa hay menos posibilidad de encontrar sobrevivientes”, dicen.
Aseguran que la crecida de la quebrada dañó la red de agua potable y el tendido eléctrico. Tampoco tienen internet ni señal telefónica, por lo que deben caminar hasta zonas altas para comunicarse. De manera provisional, lograron habilitar un motor con generador para abastecer de energía eléctrica a la escuela y cubrir las necesidades más urgentes. “Se hace de tripas corazón”, indicó Toledo.
La tragedia dejó escenas de desesperación y una estela de destrucción en toda la comunidad. “Esto es un caos, algo terrible, devastación total. Fue una lluvia tan intensa que cualquier quebradita o canal se convirtió en un río”, describió.
Toledo cuenta que en el silencio de la noche el turbión se escuchaba como un estruendo, arrastrando palizada y piedras. El afluente, que nace a unos 17 kilómetros río arriba, dentro del Amboró, descendió con una fuerza descomunal.
El ruido lo despertó por la madrugada y logró enviar mensajes de voz por WhatsApp para alertar a las familias. Inmediatamente, junto con otros dirigentes, lograron organizar labores auxilio de la gente, a quienes se les pidió que dejen todo y vayan a la escuela, donde ahora hacen la olla común y organizan las operaciones.
En medio de la oscuridad y con linternas, los pobladores salieron de sus casas con la ropa del cuerpo, cargando en brazo a los niños pequeños, y ayudando a los más grandes y a los ancianos. La corriente se llevó a quienes se quedaron intentando rescatar sus bienes.
Horas después, cuando el sol alumbró y el agua bajó, lograron ver la magnitud de los daños. Todo estaba en ruinas. Las marcas que dejó el agua en las peñas de la quebrada evidencian que el nivel de la crecida alcanzó hasta 17 metros y que, al desbordarse, la corriente llegó a unos 10 metros dentro de la comunidad, cubriendo viviendas por completo.
Se preguntan qué pudo causar la tragedia, pero creen que son ciclos de retorno, es decir, que la quebrada volvió a su cauce de hace años.
Ante este escenario, los comunarios piden ayuda para atender las necesidades más urgentes y que también se piense en proyectos posemergencia para construir defensivos y así evitar nuevas tragedias. “Necesitamos agua, alimentos y un generador de luz más grande para poder abastecer de energía a la gente”, insistió.
El alcalde de El Torno, Hediberto Cuéllar, confirmó que 11 comunidades permanecen incomunicadas debido a que las lluvias han arrasado hasta con los caminos provisionales.
“El envío de alimentos a las comunidades afectadas seguirá siendo vía aérea, ya que los caminos todavía no son accesibles. El Servicio Departamental de Caminos trabaja para la habilitación de otra vía alternativa”, informó el Comité de Operaciones de Emergencia Departamental (COED).
Fallecidos
Mientras tanto, el número de víctimas fatales por la crecida del río Piraí se sigue elevando. Aunque las autoridades continúan manejando 20 como la cifra oficial, los equipos de búsqueda y familiares siguen encontrando cuerpos entre la palizada, en las riberas del río. En Warnes, el lunes hallaron cuatro cuerpos entre Valle Sánchez y el puente Colpa Bélgica. Tres fueron levantados por las brigadas de rescate y uno por dragueros. Ayer se encontraron otros tres entre Satélite, Warnes y Montero, según reportes preliminares.