El tercer visitante confirmado de otros sistemas planetarios alcanzará su punto más cercano a nuestro planeta. Su tamaño, química, dinámica y una serie de anomalías inesperadas despierta un interés único
El cometa 3I-Atlas se acerca a la Tierra
Fuente: infobae.com
El cometa 3I/ATLAS se convirtió en uno de los protagonistas astronómicos del año desde el momento de su detección, el 1 de julio de 2025. Y en las próximas horas se preparara para hacer su mayor acercamiento a la Tierra.
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Su hallazgo no fue uno más dentro del catálogo creciente de cuerpos menores del Sistema Solar. Su trayectoria hiperbólica, no ligada gravitacionalmente al Sol, indicó desde el inicio que se trataba de un visitante procedente de otro sistema estelar, el tercero identificado hasta ahora tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.

Esta imagen, proporcionada por la NASA, muestra el cometa interestelar 3I/Atlas captado por el Telescopio Espacial Hubble el 30 de noviembre de 2025, a unos 286 millones de kilómetros (178 millones de millas) de la Tierra (NASA, ESA, STScI, D. Jewitt (UCLA), M.-T. Hui (Observatorio Astronómico de Shanghái), J. DePasquale (STScI) vía AP)
Ese origen interestelar despertó una expectativa inmediata, tanto en la comunidad científica como fuera de ella. El objeto circuló durante meses por titulares, redes sociales y debates públicos, impulsado por su rareza y por especulaciones que oscilaron entre la ciencia dura y la ciencia ficción.
Sin embargo, más allá del ruido mediático, 3I/ATLAS ofreció una oportunidad excepcional: observar con instrumentos modernos un fragmento de otro sistema planetario mientras atravesaba el nuestro.
El viernes 19 de diciembre marcará un hito clave en ese seguimiento. Ese día, a las 06.00 am, hora GMT, (03.00 hora argentina), el cometa alcanzará su máxima aproximación a la Tierra, a unos 270 millones de kilómetros.

El cometa interestelar 3I ATLAS se acerca a la Tierra el 19 de diciembre a 270 millones de kilómetros y ofrece la mejor oportunidad de estudio antes de abandonar el sistema solar
No será visible a simple vista, pero sí un blanco privilegiado para telescopios profesionales y grandes observatorios, tanto en tierra como en el espacio. De hecho, quien posea un telescopio mayor a 20 centímetros de diámetro, podrá contemplarlo con algún brillo mínimo, apuntando hacia la constelación de Leo.
Desde su descubrimiento, más de 200 instalaciones astronómicas participaron en su monitoreo.
Telescopios como el Rubin, en el desierto de Atacama, y sondas en órbita de Marte, aportaron imágenes, espectros y mediciones que permitieron reconstruir su comportamiento con un nivel de detalle inédito para un cometa interestelar. Ese esfuerzo colectivo reveló un objeto muy distinto a lo esperado.
Un visitante antiguo, masivo y químicamente extraño

La ESA capta al cometa interestelar 3I/Atlas brillando con rayos X (ESA)
Uno de los primeros aspectos que sorprendió a los astrónomos fue el tamaño de 3I/ATLAS. Las estimaciones más conservadoras indicaron un núcleo de al menos cinco kilómetros de diámetro, con algunos cálculos que ampliaron esa cifra.
En masa, el cometa resultó mucho más pesado que otros objetos interestelares conocidos, hasta un millón de veces más masivo que ‘Oumuamua y mil veces mayor que Borisov. Esa combinación de tamaño y velocidad lo ubicó en una categoría extremadamente rara.
La trayectoria del cometa reforzó esa singularidad. Viajó a unos 210.000 kilómetros por hora en una órbita hiperbólica que lo condujo desde el interior de la Vía Láctea hasta un breve encuentro con el Sol, antes de continuar su camino hacia el espacio interestelar. Según los modelos dinámicos, el objeto podría ser incluso miles de millones de años más antiguo que el propio sistema solar, que tiene unos 4.600 millones de años.

Detectado en julio de 2025 3I ATLAS es el tercer objeto interestelar conocido viaja en una órbita hiperbólica y confirma que otros sistemas planetarios expulsan cometas (ATLAS)
El paso por el perihelio ocurrió el 29 de octubre, cuando 3I/ATLAS se acercó al Sol a unos 203 millones de kilómetros. En ese punto alcanzó su máximo brillo, aunque siempre permaneció fuera del alcance del ojo humano.
Las observaciones durante esa fase mostraron una actividad cometaria clara, con emisión de gas y polvo, lo que reforzó el consenso de que se trataba de un cometa natural y no de un artefacto artificial.
Aun así, las peculiaridades no tardaron en acumularse. Una de las más llamativas fue el llamado “latido cósmico” del cometa. Los astrónomos detectaron destellos periódicos de luz que se repetían cada 16 horas, en coincidencia con la rotación completa del núcleo. La explicación más aceptada apuntó a grandes regiones heladas que, al recibir la luz solar, liberaban gas y polvo de forma rítmica, como si se tratara de volcanes de hielo.

La trayectoria de 3I ATLAS pasa cerca de Marte Venus y Júpiter una secuencia estadísticamente poco probable que aumenta el interés científico internacional (NASA)
Ese patrón regular, sin embargo, abrió debates adicionales. Algunos investigadores señalaron que la precisión del ciclo resultó inusual y sugirió una mecánica interna todavía no comprendida. Esa discusión alimentó interpretaciones más especulativas, aunque sin respaldo mayoritario dentro de la comunidad científica.
Otro fenómeno inesperado fue la aparición de chorros de material que emergían del núcleo y apuntaban directamente hacia el Sol.
Las imágenes obtenidas por instrumentos de alta resolución mostraron que esas eyecciones mantenían su orientación incluso mientras el cometa rotaba, un comportamiento poco común. En la mayoría de los cometas, los chorros cambian de dirección o se dispersan con el giro del núcleo.
Observaciones de más de 200 telescopios muestran que 3I ATLAS desarrolla colas complejas chorros de gas y una actividad típica de cometas pese a su origen externo (NASA)
La química del cometa también se apartó de lo conocido. En lugar de una coma dominada por vapor de agua, como ocurre en la mayoría de los cometas del sistema solar, 3I/ATLAS presentó niveles elevados de dióxido de carbono, monóxido de carbono y carbono diatómico.
A eso se sumó un contenido inusualmente alto de níquel y una baja presencia de hierro. Ese desequilibrio químico no coincidió con las proporciones habituales ni con los modelos teóricos más aceptados.
Durante el perihelio, los astrónomos detectaron además una tonalidad azul intensa, más marcada incluso que la del propio Sol. Esa coloración sugirió la presencia de partículas o gases poco comunes, o bien reacciones químicas inusuales inducidas por la radiación solar. Hasta ahora, ninguna explicación alcanzó consenso pleno.
El máximo acercamiento y las preguntas que deja abiertas
Durante el perihelio el cometa alcanzó una tonalidad azul intensa más azul que el Sol lo que sugiere una composición química poco común y procesos aún no explicados (Hubble/NASA)
El 19 de diciembre, a las 06.00 GMT, 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano a la Tierra antes de iniciar su retirada definitiva. Aunque la distancia es grande en términos cotidianos, representa la mejor oportunidad para estudiarlo con el mayor nivel de detalle posible. La Luna no interferirá en las observaciones y el cometa se moverá por regiones del cielo accesibles durante la madrugada.
En ese contexto, los astrónomos aprovecharon cada hora disponible. El objetivo fue registrar cómo evolucionaba la actividad del cometa después del perihelio, cuando la emisión de gas y polvo comenzaba a disminuir.
Semanas atrás, su seguimiento continuo permitió comprobar que el objeto “despertó de su letargo prácticamente a la distancia en que esperaríamos que el hielo de agua comience a sublimarse de manera eficiente”, un comportamiento coherente con la física cometaria clásica, aunque matizado por todas sus rarezas.
El núcleo de 3I ATLAS mide al menos cinco kilómetros y es mucho más masivo que Oumuamua y Borisov lo que lo convierte en un visitante interestelar excepcional (NASA)
Las mediciones dinámicas añadieron otra capa de complejidad. 3I/ATLAS mostró fases de aceleración superiores a las que podían explicarse solo por la gravedad solar. En otros cometas, aceleraciones tan altas suelen provocar fragmentación o ruptura. En este caso, el núcleo se mantuvo estable, lo que planteó interrogantes sobre su resistencia estructural y su composición interna.
A nivel orbital, los cálculos indicaron que el 16 de marzo de 2026 el cometa cruzará la órbita de Júpiter cerca del radio de Hill, la región donde la gravedad del planeta podría capturarlo. Según Avi Loeb, la probabilidad de que ese cruce ocurra exactamente en ese punto fue de apenas el 0,004%, y dependió de la aceleración no gravitatoria registrada cerca del Sol.
También resultó estadísticamente llamativo el encadenamiento de encuentros cercanos con Marte, Venus y Júpiter, junto con el hecho de que durante el perihelio el cometa quedó fuera del alcance de los telescopios terrestres. La probabilidad combinada de esas circunstancias fue extremadamente baja. A eso se sumó la alineación de su órbita con el plano de los planetas del sistema solar, con una diferencia menor a cinco grados.
Astrónomos detectaron un latido cósmico con destellos cada 16 horas vinculados a la rotación del cometa y a la liberación periódica de gas y polvo (NASA)
La dirección de llegada aportó otra curiosidad. El cometa ingresó desde una región del cielo situada a solo nueve grados de donde se detectó la famosa “Señal Wow!” en 1977. Para muchos científicos, esa coincidencia fue solo eso, una coincidencia. Para otros, fue un detalle llamativo dentro de un conjunto ya de por sí excepcional.
En medio de estas discusiones, algunas voces mediáticas insistieron en hipótesis extraordinarias. El astrofísico de Harvard Avi Loeb enumeró una serie de “anomalías” que, según su interpretación, podrían sugerir un origen artificial si no aparecían explicaciones más simples.
El resto de la comunidad científica mantuvo una postura clara: el consenso sostuvo que 3I/ATLAS fue un objeto natural, aunque extremadamente raro. Como resumió Tom Statler, de la NASA, el cometa “hace cosas de cometas”.
Los análisis químicos revelan altos niveles de dióxido y monóxido de carbono níquel elevado y poco hierro un desequilibrio raro entre cometas conocidos (NASA)
Con su alejamiento progresivo, 3I/ATLAS abandonará el sistema solar para no regresar jamás. Su paso fugaz dejó, sin embargo, una enorme cantidad de datos que seguirán analizándose durante años. Cada espectro, cada curva de luz y cada medición dinámica aportó piezas a un rompecabezas mayor: comprender cómo se forman y evolucionan los cuerpos en otros sistemas planetarios.
Lejos de cerrar respuestas definitivas, el cometa abrió nuevas preguntas. ¿Cuán diversa puede ser la población de cometas interestelares? ¿Qué procesos químicos y físicos dominan en entornos lejanos al Sol? ¿Cuántos objetos similares cruzan el espacio sin ser detectados?
En esa búsqueda, 3I/ATLAS no fue solo un visitante fugaz, sino un mensajero de regiones donde la astronomía recién empieza a asomarse.