Dice un refrán antiguo – hasta filosófico, de hecho – que cuando el viejo mundo muere y el nuevo tarda en aparecer, surgen los claroscuros, la tierra es fértil para el nacimiento de los monstruos. En ese lodazal es cuando la crisis hace su aparición fantasmagórica y asusta a propios y ajenos. Bolivia, en estos momentos, se encuentra en ese intermezzo, en esa transición y si esta se prolonga, podría ser devorada por esos demonios.
Por eso es tan vital saber distinguir y sopesar la información fidedigna y útil – que sería la señal – del rumor – que sería el ruido – irrelevante y que provoca confusión por la enorme avalancha de datos que se generan en las distintas plataformas digitales. Un libro extraordinario que nos ayuda a entender este nuevo paradigma es el de Nate Silver “La Señal y el Ruido: Cómo navegar por la maraña de datos que nos inunda, localizar lo que son relevantes y utilizarlos para elaborar predicciones infalibles” (Editorial Península).
En tiempos de crisis y de incertidumbre, ambos conceptos se confunden fácilmente y se predicen escenarios equívocos que, en el corto plazo, nos provocan o agudizan las crisis sociales, políticas y económicas. Vivimos tiempos de un fracaso catastrófico de las predicciones porque no sabemos distinguir entre el ruido y la señal.
Lo políticamente correcto, que fue el llamado establishment (una especie de élite conservadora) que se impuso por más de casi 50 años la política mundial, cayó en picada a causa, entre otros factores, de las redes sociales y su capacidad brutal de amplificar el poder de las comunidades woke entre otros movimientos. Muchos políticos cayeron en desgracia y no supieron ponerse a tono de los nuevos tiempos digitales. Se confundió la señal con el ruido.
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Irrumpió a paso firme y denodado lo políticamente incorrecto y fue una inflamación globalista apareciendo el bukelismo, el mileismo, el trumpismo, siendo modelos políticos para seguir y admirar. Son ruido y señal al mismo tiempo. Confunden, distorsionan y patean el tablero de la estabilidad y los equilibrios mundiales y regionales. Nadie sabe si por lo menos hay una agenda mínima de trabajo. El propio Trump siempre repite que ni él mismo sabe qué decisión tomará con Venezuela, con Rusia, con Ucrania o con la propia Unión Europea. Todo dependería de si le fue bien en un juego de golf o si tuvo una buena racha de tuits.
Pero ahora, ya estamos de lleno en la política abyecta. Aquella que es miserable por su carencia de principios, que es retrógrada por sus profundos niveles de maledicencia hacia una sociedad y que es, por último, perniciosa por su cinismo y negligencia. Hacen el mal sabiendo que hacen el mal. Es un soberano desquiciamiento político. Bolivia está saliendo de ese umbral farragoso y mientras no termine de nacer “aquello nuevo”, los cachudos emergerán de sus fosas.
En economía, por ejemplo, la crisis inmobiliaria de 2008 que desplomó la economía global fue uno de los más críticos fallos de predicción. Los políticos y analistas financieros asumieron que la recuperación de la crisis sería en forma de V: es decir, así como cayeron, la subida iba a ser muy rápida. Esto se basaba en evidencias de recesiones recientes, en las que la economía suele recuperarse rápidamente tras una recesión. No pasó. La recuperación fue muy compleja y arrastró muchísimas quiebras.
Otro factor que debe tenerse en cuenta para distinguir ruido de señal es el rol de los analistas mediáticos que, en general, para Silver, suelen ser malos haciendo pronósticos. Para el escritor habría dos tipos de pronosticadores: los zorros y los erizos. Los primeros serían los buenos, mientras que los segundos tendrían el mote de ser malos previsores. Los zorros tendrían la ventaja de contar con pronósticos basados en ideas y factores de múltiples disciplinas. Mientras que los erizos se limitarían a mirar desde una sola disciplina e intentan ajustar al mundo a esa visión única y rígida.
El riesgo en común en el que caen todos es la búsqueda desesperada por señal fidedigna en medio de todo este caos. Un ejemplo diáfano es Rusia y la Unión Europea. Los europeos tardaron más de 60 años en darse cuenta de que haber dependido de Estados Unidos para su seguridad frente a un posible agresor fuera de la OTAN, fue un error colosal. Y ahora, siguen confundiendo las señales. Putin tuvo que ser mucho más directo y, después de calificarlos como “cerditos”, les advirtió de que ya estaban en una guerra hibrida, que es el inicio de la catástrofe después de la Segunda Guerra Mundial. Pareciera que siguen a la espera de un misil para darse cuenta de que están en guerra con Rusia. Zelenski advirtió de esta guerra a los líderes europeos hace tres años. Y nadie le escuchó.
Está claro que es imposible predecir terremotos. Para Silver, esta imposibilidad de predicción ocupa un espacio extremadamente frustrante: los terremotos no son del todo aleatorios y tampoco predecibles, sin embargo, son sorpresivos y catastróficos.
El mundo hoy, más que nunca, es un lugar muy ruidoso, convulso, desequilibrado, caótico y en riesgo de ingresar en una de las guerras globales más destructivas de la humanidad. Los malos modelos económicos y políticos pueden llegar a tener razón, así como los grandes modelos pueden equivocarse. Nuevamente, ruido o mensaje. Es nuestro actual dilema existencial.
