“Cuando no es tu hora, no es tu hora”, repite al rememorar que su abuela de 90 años se salvó de “milagro”, cuenta Beimar Ábalos a 13 días del desastre natural en el municipio de El Torno en Santa Cruz

Fuente: ANF
Hace 13 días, los habitantes de La Calera en el municipio de El Torno descansaban sus sueños más profundos. A las cuatro de la mañana se escuchaba el cacareo temprano de algunos gallos que en vez de dar la bienvenida al nuevo día anunciaban la “catástrofe”. El turbión que se llevó todo. 10 personas aún están desaparecidas.
Las familias sufrieron una “catástrofe nunca antes vista” en la historia de esa comunidad, donde Beimar Ábalos nació y vivió con sus padres y seis hermanos. Es una de las comunidades que más ha sufrido la ferocidad del río. El 13 de diciembre no se borrará de sus memorias.
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Ahora Beimar de 39 años vive en El Torno, pero su madre, hermana y su tío todavía habitaban en La Calera, en una comunidad a 15 kilómetros de la ciudad. La desesperación y angustia por saber sobre sus amados seres duró casi dos días cuando recién supo que se salvaron.
“Cuando no es tu hora, no es tu hora”, repite al rememorar que su abuela de 90 años se salvó de “milagro”, una semana antes le sacaron a la ciudad por su debilitada salud. Sus parientes se salvaron solo porque su tío se levantó esa madrugada urgido de orinar. Escuchó un ruido estremecedor, miró hacia arriba y las estrellas ya no brillaban, el cielo se había abrigado de un gris intenso que derramaría su llanto y su furia sobre las comunidades.
“Mi tío que vivía con mi abuelita, fue y le tocó la puerta a mi madre porque escuchó el turbión. Pudieron subirse a la parte más alta. Ella y dos vecinos más”, contó a la Agencia de Noticias Fides (ANF).
La zona, conocida por su producción de cítricos y por la crianza de animales, empezó a alborotarse en medio de la madrugada. Nadie sabía exactamente lo que estaba sucediendo. El turbión que los había sorprendido había llegado con tanta fuerza que no hubo tiempo ni para poder despertar. Algunos sueños se volverían eternos, se irían en aquella riada.
Algunos de los pobladores, aferrados a sus vidas salieron inmediatamente a los lugares altos de la comunidad, escapaban con lo que tenían puesto, olvidando absolutamente todo lo que habían construido.
Otros, según Ábalos, dice que “no hicieron caso” porque intentaron rescatar a sus gallinas, sus patos, sus chanchos, sus animalitos, su fuente de subsistencia. Las aguas turbias los envolvieron y la violencia del río se los llevó sin ningún reparo en medio de troncos, de casas, de animales, de estructuras de puentes y de piedras.
“Siempre ha habido turbiones, pero nunca se ha llevado nada, es algo histórico”, insiste. Beimar se encontraba en medio de la congoja porque su familia lo perdió todo, pero siente júbilo de no haber perdido a ninguno de sus seres queridos.
Pero no todos tuvieron la misma suerte, el río Surutú se desbordó de manera soberbia. Mientras transcurría las horas los desaparecidos iban en aumento, en medio de la desesperación. Esposas buscando a sus maridos; hijos buscando a sus padres; familiares buscando a sus abuelos, a sus tíos, a sus sobrinos. El aire sombrío no era otro que el de una pesadilla del que cualquier ser humano quisiera despertar. “Es imposible entrar por tierra, el único acceso que tenemos es por helicópteros” aseguró Beimar.
Las aguas estaban muy altas para socorrer a los que habían quedado atrapados. Las autoridades dieron una ayuda que en estas situaciones nunca es bastante “sí, han venido, pero no es suficiente” son algunos de sus reclamos.
En esos andares, los cuerpos sin vida se iban encontrando debajo del lodo, debajo de troncos y de todo aquello que el turbión había arrasado. Familias enteras estaban perdidas. Llegaban mensajes a los WhatsApp de los comunarios de fotografías con rostros desconocidos, de personas que eran muy poco vistas en la comunidad de La Calera. “No son 20 personas solamente, calculo que es un aproximado de 50 personas que han fallecido”, indignado cuenta Beimar.
Diciembre que tiene un olor a esperanza; ahora tiene un olor a tragedia, a desconsuelo.
Las luces de esta navidad se han encendido para algunos, otros no pierden la esperanza de encontrar a sus familiares, aunque sea para darles una cristiana sepultura. Han pasado 13 días de los sucesos más dramáticos que ha vivido la localidad de El Torno y el director Nacional de Bomberos, Pabel Tovar, informó el miércoles que continúan las labores de búsqueda de las 10 personas que han sido reportadas como desaparecidas.
Parece que el cielo no ha dejado de dolerse por aquellas comunidades. “Ayer (martes) no hemos tenido resultados positivos, no hemos realizado hallazgos”, informó la autoridad a los medios de comunicación.
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Fuente: ANF