El secretario de Estado, Marco Rubio, pidió a ambos países que “implementen plenamente los términos de los Acuerdos de Paz de Kuala Lumpur”-
Fuente: infobae.com
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Estados Unidos manifestó su respaldo al acuerdo firmado entre Tailandia y Camboya, destacando que este representa una oportunidad para solucionar la crisis humanitaria surgida tras semanas de enfrentamientos en la frontera común.
El secretario de Estado Marco Rubio celebró el acuerdo y exhortó a ambas partes a implementar sin demora los compromisos asumidos. “Instamos a Camboya y Tailandia a que cumplan de inmediato este compromiso e implementen plenamente los términos de los Acuerdos de Paz de Kuala Lumpur”, señaló Rubio en un comunicado difundido por el Departamento de Estado.
El alto el fuego fue formalizado por los jefes de Defensa de ambos países este sábado y entró en vigencia de manera inmediata en la zona fronteriza, escenario de intensos combates que han provocado un centenar de muertos y cerca de 700.000 desplazados.
El pacto pone fin a tres semanas de hostilidades que involucraron artillería, tanques y ataques aéreos, reavivando una antigua disputa territorial sin resolver desde la época colonial francesa. Entre los artículos principales se estableció la “congelación de posiciones” militares en la frontera, la prohibición del movimiento de tropas para prevenir nuevas provocaciones, el desminado del área limítrofe y la cooperación policial en materia de ciberdelincuencia. El tratado también contempla una prioridad urgente: el retorno seguro de los desplazados.
Camboya y Tailandia acordaron un alto el fuego para poner fin al conflicto fronterizo (Agence Kampuchea Press/vía REUTERS)
La declaración conjunta afirma que “ambas partes acuerdan permitir que los civiles que residen en las zonas fronterizas afectadas regresen a sus hogares lo antes posible, sin obstáculos y con total seguridad y dignidad”. Asimismo, se pactó que Bangkok liberará a dieciocho soldados camboyanos tras setenta y dos horas de alto el fuego verificable, periodo definido por el ministro de Defensa tailandés Nattaphon Narkphanit como una fase de observación destinada a confirmar la efectividad de la tregua. El ministro calificó este proceso como “una puerta hacia una resolución pacífica” del conflicto.
El acuerdo obtuvo el apoyo de organismos internacionales y países de la región. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas Antonio Guterres lo consideró un avance relevante para proteger a los civiles y promover condiciones favorables a una paz estable.
En el ámbito regional, tanto Tailandia como Camboya ratificaron públicamente su compromiso con la implementación del tratado mediante declaraciones conjuntas. Por su parte, las autoridades tailandesas destacaron su intención de garantizar el cese de la violencia y restablecer la seguridad en la zona.
China y Malasia, países que impulsaron el diálogo como mediadores, también expresaron satisfacción por el resultado alcanzado.
Las raíces del conflicto actual se encuentran en desacuerdos en la delimitación de la frontera, que se extiende unos 800 kilómetros y fue fijada en época colonial, sumados a la rivalidad por templos antiguos situados en la línea divisoria, especialmente el de Preah Vihear, catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
La tensión aumentó en julio con enfrentamientos que dejaron cuarenta y tres muertos, y varios intentos de tregua fracasaron sucesivamente. La intervención del presidente estadounidense Donald Trump fue determinante para la anterior pausa en la violencia, solidificada en un acuerdo firmado en Kuala Lumpur el 26 de octubre con su presencia. Sin embargo, esa tregua se rompió semanas después debido a explosiones de minas antipersona. Trump volvió a intentar mediar telefónicamente el 12 de diciembre, anunciando un nuevo alto el fuego que fue desmentido por el gobierno tailandés. Solo luego de la presión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), junto a China y Malasia, las partes regresaron al camino diplomático.

En las últimas tres semanas el conflicto fronterizo dejó más de 40 muertos y miles de desplazados
Durante las tres últimas semanas, la magnitud de la crisis humanitaria se refleja en el saldo de 47 personas fallecidas (veintiséis en Tailandia y veintiuna en Camboya), según los registros más recientes, y en los cientos de miles de desplazados que debieron encontrar refugio en campamentos o centros temporales. Para muchos, el alto el fuego representa la posibilidad de un pronto regreso a sus hogares. Oeum Raksmey, evacuada con su familia a un refugio en la provincia camboyana de Siem Reap, relató a AFP su alegría por el acuerdo, aunque reconoció permanecer inquieta ante el futuro y expresó dudas sobre la confianza en la estabilidad alcanzada. Según observadores citados por esa agencia, el acuerdo aún presenta desafíos pendientes, especialmente en la definición final de la frontera y la soberanía sobre templos, cuestiones consideradas esenciales para garantizar una paz duradera.
A pesar de la persistencia de interrogantes sobre la permanencia de la tregua, el gobierno tailandés hizo énfasis en su compromiso con los acuerdos firmados y con el objetivo de restaurar la normalidad, para que la población desplazada recupere la confianza y la cotidianidad que ha añorado desde el inicio de los enfrentamientos.
